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UMBRA: CULTOS MIGRANTES

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En la actualidad, al internarnos en cuentos como “El chico sucio” de Mariana Enríquez* o la novela La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara e incluso en cortometrajes de terror como Devórame (Helena Aguilera, 2020) se narran espacios y atmósferas que tienen como centro en sus historias el entrelazamiento de diversos cultos.

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Dentro de estas religiones populares conviven los santos de la religión católica, junto con aquellos que –más cercanos a una leyenda– se convierten en entidades a las cuales acudir ante un problema: el gauchito Gil, la Santa Muerte, elfos de la Irlanda prehistórica u otros santos.

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Estos cultos migran casi siempre desde las periferias para internarse en la urbe, donde adquieren un carácter tan real como desconcertante. Pero más allá de lo siniestro que puede resultar leer estos cuentos, ¿cómo vive un practicante de estos cultos? ¿Dónde se cruza lo literario y lo real?

Para tener un acercamiento y e intentar responder a lo anterior, visité el centro de mi ciudad. Entre calles aglomeradas de transportes y múltiples templos a la Santa Muerte y a San Judas Tadeo se encuentra la tienda “Los Santos”. Uno de varios establecimientos en los que en sus vitrinas se exhiben figuras de muñecos de santería, trolls, figuritas de santos, libros de diversos cultos, biblias e inciensos. Me dijeron que si quería saber de qué iban sus prácticas, esperara por una persona que laboraba en esa tienda.

Este hombre es una persona solicitada y reconocida por sus conocimientos en estas religiones: a él acuden creyentes para solicitarles consejos y guía. “Apenas vinieron de la universidad a entrevistarlo”, me dice su ayudante. Lo esperé por algunos minutos y finalmente pudimos platicar.

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¿Dónde aprendiste estas prácticas?

Yo no imaginaba que iba entrar en este ambiente, pero es algo que ya venía de familia. Nací en un pueblo que se llama Tlanalapa, el cual está camino a Xalapa. En aquel pueblo se ha dicho que mi familia es muy especial y cercana a lo espiritual. Mi primer trabajo, cuando vine a vivir a Puebla, fue en una tienda naturista que comenzaba a incluir temas y productos esotéricos. A partir de ahí, me inicié por mi cuenta en la lectura de diversos temas.

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Si una persona viene contigo a pedirte orientación sobre sus creencias, ¿cuáles son los primeros pasos? ¿Qué aspectos tomas en cuenta?

Me congrego con la persona. La veo, la siento. Y si tengo que decir algo, lo digo. Conozco muchas prácticas, pero cuando tengo que decir algo no impongo nada que no sea de la religión en la que cree la persona. La mayoría de experiencias que he tenido son sobre energías y emplazamientos de personas.

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¿A qué te refieres con emplazamientos?

Los emplazamientos son cosas que sientes en todo el ambiente, pero provienen de una persona. Es similar a la empatía, como sentir tristeza al sentir la tristeza de una persona, pero esta emoción no es propia. En mi experiencia no hay energía negativa o positiva, hay excedente y falta de energía. En cierto sentido ambos son negativos, pero lo más peligroso es cuando hay una falta de energía debido a que busca obtener más energía, tuya o de quien esté cerca. Aquí no importa el objeto que tengas frente a ti. Una figura es una figura y punto. Mira, te pongo un ejemplo. Una vez vino una señorita, ella me contaba que entró a una tienda de antigüedades y, mientras su acompañante veía unos libros que vendían ahí, ella comenzó a sentirse muy cansada y le faltaba el aliento. Su primer impulso fue alejarse del lugar. Pero a lo largo del día sentía dolor de cabeza, mareo, etc. Ella no sabía lo que había en aquel lugar antes de sentirse así, pero cuando decide salirse observa un pentagrama invertido. Lo que te quiero decir es que ese lugar era un altar para él. Pero por sí mismo no es necesariamente algo maligno, sino es el uso y las intenciones que tiene la persona lo que importa. Es la persona que posee esa figura y el uso que le da. No existe ni lo bueno ni lo malo en sí. Esto depende de la persona y el uso. Las creencias que tiene cada persona no dan derecho a juzgarla, sino las intenciones que tiene.

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¿Cuál ha sido una de las experiencias más extrañas en el tiempo que llevas trabajando aquí?

Mi mayor experiencia en este ambiente lo he tenido en la lectura de diversos libros. He aprendido mucho leyendo y siempre tuve la facilidad de entender lo que leo. Pero hay cosas que siempre he evitado poner en práctica. Por ejemplo, en los libros de San Cipriano se presentan una serie de sellos que tienen un simbolismo muy particular. Aquí se presenta un gran poder al utilizar estos sellos o firmas. Las firmas son, junto con los nombres, lo que identifica a diversos seres y te permite llamarlos. Es muy difícil y se imponen muchos peligros y restricciones.

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¿Sobre qué creencias conoces o has leído?

Conozco muchas religiones. Pero, si te fijas, todas llevan a un mismo camino: la paz y la felicidad. Todas buscan eso. Lo que importa es la persona que te guía. Si la persona que te guía tiene malas intenciones, no te va a llevar por buen camino.

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¿Podrías contarme una experiencia que hayas vivido?

Cuando yo tenía cuatro o cinco años vivíamos en una casa muy pequeña. En este lugar había muchas historias sobre brujas y espíritus. Una noche mi papá salió a México a vender mercancía y mi mamá se quedó sola conmigo y con mi hermano. En el lugar en el que vivía en ese entonces existe una creencia fuerte sobre que al ir a dormir no debes dejar ninguna silla fuera de su lugar. Continúo. Esa noche era temporada de frío, sería noviembre, y mi mamá puso un anafre para que pudiéramos calentarnos y usó las sillas para rodear el anafre. Con el frío y el sueño mi mamá olvidó quitar las sillas antes de dormir. Eso es malo. Recuerdo que esa noche sentí algo negativo que a mi edad no sabía explicar. Años después, mi mamá me contó que cuando se quedó dormida nos abrazó a mi hermano y a mi a cada lado de su cuerpo. En ese momento sintió que algo nos jalaba. Ahí decidió rezar y no quedarse dormida. En el momento en que comienza a rezar escucha unos golpes en la puerta. Pregunta quién es y responden que es mi papá. Cuando entra lo ve muy extraño y todo lo que dice es que tiene mucho frío. Mi mamá lo invita a sentarse junto al anafre. Esa persona no era mi papá.

En ese momento entra un cliente y, como los ayudantes habían salido, mi interlocutor debe atender. Al regresar menciona que prefiere no seguir hablando de ese tema en este lugar y si es posible continuará la historia en otro momento.

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¿Por qué piensas que algunas personas son más sensibles a estas creencias y otras no? ¿Tienes un consejo para las personas que han tenido vivencias que no pueden explicar?

Lo importante es que este acercamiento y sensibilidad se debe a que se posee un don. Un don que se hereda. Desgraciadamente existimos personas que tenemos la habilidad de creer. Nuestra mente es como la de un niño, vivimos las historias que escuchamos y experimentamos. Tener la mente abierta permite ver más de lo que otros ven, más de lo que está frente a ti. Hay personas que al morir dejan asuntos sin resolver, importantes para ellos, y esto se nos manifiesta a las personas con mente abierta. Mi sugerencia para las personas que han visto algo que no pueden explicar es que traten de entender que ellos están ahí porque sucedió algo. Si pueden, deben quitarse un poco el miedo y preguntarse qué es lo que este ser está buscando. No teman. Este don es parte de ustedes. No pueden quitárselo, aunque se rebelen.

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En la literatura Latinoamericana de terror se dan algunos temas sobre la Santa Muerte, Malverde…

Ocupan la paradoja, el hecho de que las personas puedan creer en Dios, pero también en otras cosas. ¿Me entiendes? Escriben sobre la posibilidad de aceptar los mandamientos, pero al mismo tiempo crearnos los propios. Pero al escribir sobre estos temas depende lo que el escritor desee transmitir. Si es ficción, únicamente se queda ahí. Pero si escribe sobre cosas reales y llega a las personas con mente abierta, les está mandando un mensaje. Un mensaje que se va a cumplir.

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Usted que tiene un contacto directo con estos temas y que de alguna manera los vive, ¿qué opina sobre las películas, series o libros de terror?

Solamente son entretenimiento, algo para espantar. Pero si llevan una moraleja, son buenos. Claro que me impresionan, y más si tienen un rasgo de verdad. Por ejemplo, las películas de la familia Warren. Soy consciente de que es verdad que los objetos atrapan algo y no se deben romper, porque lo que contienen puede escaparse y eso es peligroso.

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¿Tienes alguna película de terror favorita?

No tengo una película favorita. Lo que más me gusta son los libros de Stephen King. En especial El resplandor y Doctor sueño.

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¿Te gustaría decir algo para terminar?

En la actualidad hay una constante. Nadie respeta ya a la naturaleza, lo sagrado. Ninguna creencia actual, yo lo he visto. Sólo las utilizan casi siempre para algo malo. Lo contrario se veía únicamente en los mayas o los incas, en las culturas que habitaban todo lo que ahora es Latinoamérica. Había un respeto por el ciclo de la vida. Si necesitabas algo, alimentarte de un animal, utilizar una planta para curarte, debías dar una oración y agradecer. No usar con exceso. Me gustaría que eso regresara, pero cada quien ve por sus intereses.

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*AQUÍ puedes leer «El chico sucio».

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