OBLIVION
(o la más reciente película gay de Tom Cruise)
Adrián «Pok» Manero
Recientemente se estrenó en las salas de nuestro país la cinta Oblivion (Joseph Kosinski, Estados Unidos, 2013) con el dudoso y redundante subtítulo de El tiempo del olvido. Como en casi todas sus películas, Tom Cruise estelariza un filme de acción en el que se la pasa corriendo de aquí para allá, pareciendo reafirmar la broma en South Park de que huye de su propia homosexualidad. Y esta vez, a mi parecer, es más que evidente.
La cinta, además de misógina (pues los 2 personajes femeninos son completamente inútiles e incompetentes), es completamente gay. Seguro es accidental, pero veo cierto parecido con un par de obras de Clive Barker en las cuales mostraba de manera velada su homosexualidad: Hellraiser y Nightbreed. Tanto en ellas como en Oblivion, el protagonista es un hombre atractivo y viril que lo tiene todo: es exitoso, le va bien en lo que hace, goza de comodidades y además tiene a una mujer muy guapa con la cual satisfacer todos sus deseos carnales. No obstante, parece que algo le falta. En Hellraiser, su búsqueda lleva a Frank Cotton a experimentar con juegos peligrosos que lo convierten en un monstruo (léase, gay de closet que no se acepta aún). En Nightbreed, Aaron Boone persigue la ciudad escondida que perturba sus sueños y en ella encuentra a una raza de monstruos rechazados por la humanidad pero que lucha por conservar su lugar en el mundo (léase, ¡salgamos todos del closet con orgullo!). Pero en la obra que atañe a esta reseña, las cosas pasan distinto.
Si bien la película no es mala, es una mezcolanza de un montón de filmes más, una especie de collage o mash-up de referencias del género. Entretiene, no aburre en ningún momento pero, haciendo honor a su título de manera dudosa, es más que olvidable. Es por eso que decidí satirizarla con una versión porno-gay, quizá no apta para todos los gustos. Si usted, lector, cree poder sentirse ofendido por temas de sodomía, necrofilia, transexualidad o similares, no siga leyendo.
Tom Cruise es Jack Harper, un Luke Skywalker cualquiera (pero en lugar de granjero es un técnico, en la Torre 69. Sí, 69). Parece llevar una vida agradable: sus días son una sucesión de actividades placenteras como reparar robotitos estilo EVE (la de Wall-E) mientras tiene fantasías viriles de deportes y cosas similares de machos muy machos. De vez en cuando se va a hipsterear un rato a su cabaña secreta, lugar que quisiera compartir con alguien pero no sabe con quién. Al volver a la Torre lo recibe Vika, su otra mitad del “equipo efectivo” que monitorea el funcionamiento de los robotitos en su sector. Ellos son los “buenos” de la historia, mas no visten de blanco sino de un obvio gris que delata las turbias motivaciones de sus jefes en el espacio. Los “malos”, claro está, visten de negro y son los scavengers, carroñeros: una cruza de Tusken raiders de Star Wars con cascos de Depredador que sobraron de alguna otra filmación y los productores decidieron aprovechar. Estos alienígenas invadieron la Tierra y la dejaron en el deplorable e inhabitado estado en que se encuentra. Tom ha pensado en llevar a Vika a su escondite en el bosque, pero a pesar de que el sexo con ella siempre es bueno (y ella está bien buena), algo no lo satisface.
Sus noches se ven perturbadas por sueños de un pasado que no recuerda. Él espera a alguien en la entrada del Empire State. Para pasar el tiempo, observa su propio reflejo en el edificio, lo cual curiosamente le ocasiona tremenda erección. Llega su cita: una guapa y joven mujer (que quiere parecerse a Olivia Wilde, o Quorra en Tron: Legacy, pero nomás no lo logra) y suben al nivel más alto, al mirador. Una vez ahí, el resto de la gente desaparece. Tom, en la intimidad del lugar vacío, comienza a desvestir a la chica. Grande es su sorpresa al meter la mano bajo sus pantalones, tan grande como el pene que nace de la entrepierna de la mujer y palpita a su tacto. Sin advertencia, ella lo hace girar, le baja los pantalones y desgarra su ano al penetrarlo con furia. Cada mañana, Tom despierta con su pulgar metido hasta el fondo y la pinga bien parada. Para no desperdiciar, siempre se echa un mañanero con Vika, la cual siempre está dispuesta a complacerlo, aunque empieza a preguntarse por qué siempre quiere darle por atrás.
Un día como cualquier otro, una cápsula espacial cae del cielo. En ella vienen varias personas en ataúdes tecnológicos y una de ellas es precisamente la transexual de sus sueños. Los EVAs matan a todos menos ella, pues Tom no quiere dejar pasar la ocasión de cumplir sus deseos. Lleva el ataúd hasta la Torre 69 sólo para llevarse 2 chascos: al abrir el contenedor, descubre que la chica está viva (adiós a sus ganas de necrofilia) y, al inspeccionar su zona pélvica, no encuentra ningún falo. Para disimular ante la inquisitiva mirada de Vika, despierta a pingazos a la joven y le mete su miembro en la boca. Su colega se une a la acción, compartiendo el pene, besando a la otra mujer con el glande en medio de sus bocas, lamiendo los testículos mientras la recién llegada devora hasta lo más hondo de su garganta. Tom las hace levantarse y besarse frente a él, aprieta los senos y nalgas de ambas mujeres, lame a una y a otra indistintamente, pero algo sigue faltando. No es sino hasta que la chica saca un dildo de su ataúd (por algún extraño motivo venía incluido en el kit de supervivencia) que su excitación rebasa todo límite al imaginárselo metido en su culo.
A la mañana siguiente, Tom lleva a la chica nueva -Julia- a buscar los restos de la nave en que venía para recuperar el resto de los juguetes sexuales que llevaban a bordo (al parecer, la tripulación la pasaba bien), pero son atacados y capturados por los Tusken raiders, perdón, los scavengers, quienes resultan ser humanos liderados por un Darth Vader negro, digo, Morgan Freeman. Les pide su ayuda pero en lugar de decirle la verdad a Tom, los deja ir para que ellos mismos se convenzan. Van a las ruinas del Empire State, en donde Tom recuerda que en verdad conocía a Julia de atrás tiempo: fue precisamente allí donde, antes de la guerra y el fin del mundo, Tom le dio el “anillo” a la chica, quien lo penetró con un strap-on. Al recordar esto, ve que Julia trae consigo el dildo. Ni tardo ni perezoso, se quita toda la ropa y no hacen falta las palabras: Julia sabe lo que él quiere. Tras lamer su ano con fruición, termina metiéndole el consolador hasta el fondo mientras lo masturba con su otra mano. El placer es indescriptible para él, su orgasmo no se hace esperar. No obstante, algo sigue faltándole.
Vika vio todo esto en su pantalla (mientras se tocaba, claro está), así que se pone celosa y cuando los otros regresan a la Torre 69 les niega la entrada. Tom le sugiere que hagan un trío otra vez, pero ella se niega. Entonces el alto mando, desde la estación espacial en órbita, activa un rayo de la muerte que fulmina a Vika (sin que una sola gota de sangre aparezca, por desgracia).
Tom y su nueva pompi huyen, pero son atacados por los EVAs y atraviesan la frontera del área radioactiva. Es ahí donde otra nave se aproxima al lugar donde ellos se estrellaron y de ésta desciende… ¡un clon de Sam Rockwell, como en la película Moon! No, momento, es un clon de Tom Cruise, sólo se la robaron la idea de la cinta de Duncan Jones. Viéndose enfrentado a sí mismo, sabe lo que siempre ha deseado: coger con un hombre tan viril como él. Una bala perdida le da a Julia en el estómago, pero qué importa, Tom y Tom están demasiado ocupados revolcándose en el piso. Una vez que su clon queda exhausto e inconsciente por tanto placer, Tom aborda la nave de su doble y regresa a su punto de origen, la Torre 72 (sí, la aburrida). En ella hay otra Vika también, quien al parecer es demasiado estúpida como para notar que Tom trae heridas y cicatrices que el que compartía la Torre con ella no tenía. Es irrelevante, Tom también la deja pues prefiere enseñarle su guarida hipster, con todo y viniles, a Julia (quien por cierto sigue viva, gracias por preocuparse). Al entender que el “alto mando” a bordo del Tet (la navesota en órbita) es falso, deciden ayudarle a Morgan Freeman, el cual les explica que el Tet es la inteligencia alienígena enemiga que capturó a Tom Cruise hace años, lo clonó y conquistó el planeta con un ejército de Toms. Para celebrar la adhesión de Tom a la causa, hacen una orgía gay a la que también se une Jaime Lannister, de Juego de Tronos. Todo iba bien, hasta que un par de EVAs llegan a arruinar la fiesta. A pesar de ser muy idiotas, los robotitos causan estragos e incluso matan al negro, obvio, pero dejan de funcionar cuando Tom y Lannister les dan por el culo (o bueno, por el orificio que tienen atrás; al parecer son tan gays como Tom).
Como el Tet le había pedido a Tom que le llevara a Julia para poder violarla introduciendo tentáculos metálicos en todas sus cavidades, decide ponerla en uno de los ataúdes preservadores, dormirla y llevarla a la estación espacial. Tras un flashback completamente innecesario de cómo fue capturado años atrás (y fue violado por tentáculos metálicos en todas sus cavidades), Tom ingresa a la navesota, cuya inteligencia artificial es muy estúpida (curiosamente tiene voz y nombre femeninos, se hace llamar Sally): a pesar de saber que está mintiendo, lo deja entrar al núcleo. En su interior, las paredes están cubiertas de capullos criogénicos igualitos a los de Matrix, con montones de clones de Tom y Vika. Lo recibe Tet/Sally, que es como Hal-9000 de 2001: Odisea en el espacio, pero con piel de metal viviente, como el T-1000 de Terminator 2. Tom aburre a Sally con historia romana aprendida a medias y revela su acto más gay hasta ahora: en lugar de morir junto a Julia, prefiere morir junto a Morgan Freeman (no estaba muerto, después de todo). Justo a punto de la explosión nuclear, Tom y Morgan se besan apasionadamente mientras acarician sus miembros.
En la Tierra, Julia sigue viva, sana y salva, y con una hijita (Tom tenía una puntería infalible, por muy gay que fuera). En lo que la mujer atiende su sembradío en la cabaña hipster, ve que del otro lado del río sale un chamaquito con el pelo blanco, de esos de Village of the Damned. Viene con el pueblo de ex scavengers, y el Tom Cruise de la Torre 72 que, como buen hipster, es heteroflexible y quiere coger con Julia aunque también le guste que le den por el culo.
Y todos cogieron felices para siempre.
Fin.
****
Adrián “Pok” Manero, tras años como lector asiduo, decidió que el siguiente paso en su manía consistía en elaborar sus propias ficciones. Se dedica compulsivamente a leer comics y libros y a ver películas, quisiera ser como los gatos y disfruta escribiendo sobre sí mismo en tercera persona. vinetaspalabrasyfotogramas.blogspot.com