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ESTAMPAS DE AIRE ATERCIOPELADO

 

Miguel Lupián

 

 

Tal vez no lo sepan, pero valoro muchísimo cuando me invitan a presentar libros; y el primero del año fue Estampas de aire aterciopelado, colección de cuentos breves de Ismael Benítez Flores.

A Ismael lo conocí hace unos siete años, en un taller de literatura juvenil impartido por Andrés Acosta. Desde ahí me di cuenta que a Ismael le interesaba experimentar con el lenguaje, de alejarse de los convencionalismos. Al poco tiempo le publicamos “El banquete” en Penumbria 16 (2014), incluido en esta colección bajo el nombre de “Regreso al cubo”, y después, aunque estaba al tanto de sus redes sociales, le perdí la pista a sus proyectos literarios. Hasta ahora, con esta extraña pero hermosa primera publicación.

Empecemos con el título: Estampas me remite a las Wunderkammern, a las cámaras de maravillas, a los gabinetes de curiosidades que, como apuntó María Negroni, “son capaces de yuxtaponer a las facultades múltiples de la naturaleza el poder de síntesis de la mirada humana”; también, a los formatos que encontraremos en su interior, al catálogo de temas y formas, al abanico de posibilidades que el autor nos presentará: viñetas, minificciones, cuentos breves… todo impregnado de una prosa poética muy bien lograda. Sobre este punto, Edmundo Valadés, uno de los principales impulsores de la minificción, escupiría su descontento, pues para él la minificción no debe trabajarse con prosa poética… Pero si le quitamos la poesía a los textos breves, los despojaríamos de su condición literaria.

Aire aterciopelado es sumamente sonoro, visual y sensorial. Además, me remite al título de otro gran libro: Habitantes del aire caníbal de Iliana Vargas; ambos autores comparten la experimentación con el lenguaje.

Por experimentación no me refiero a los formatos, como en La casa de hojas de Danielewski, sino a su redacción que, además de alejarse de las estructuras básicas, está repleta de metáforas y símbolos. Ismael se atreve a estos juegos porque considera que sus lectores son inteligentes.

Ismael Benítez Flores

En cuanto a sus temas, podemos encontrar trazas del fantástico clásico, de realismo mágico, de narrativas de la irrealidad, de surrealismo y de un realismo crudo. Por otro lado, a veces te invade la sensación de estar en un sueño. A propósito de este tema, Adela Fernández apuntó: “Defino un cuento como un conjunto de ideas, imágenes, experiencias e invenciones que se conjugan en el subconsciente reclamando una forma de realidad: la literatura. Un cuento, al menos un cuento mío, es como un sueño que se escapa del mundo onírico y, fragmentado y divagante, se instala en la conciencia, en lo cotidiano, causando efectos en los campos de la emoción y de la reflexión. La labor literaria consiste en atrapar todos esos fragmentos repercusivos y estimulantes, darles cuerpo y unidad hasta poderlos narrar como un acontecimiento real”. Esta cita, que es una de mis favoritas para definir al cuento, explica a la perfección lo que hace Ismael; además, en algunos cuentos (en aquellos que ocurren en provincia y donde hay curanderos) noté la influencia de Adela. Otra clave en esta cita es la parte de “darles cuerpo”. Ismael no sólo posee una gran imaginación y una peculiar forma de ver lo que sucede a su alrededor, sino que también tiene la habilidad de darle forma a ese aire aterciopelado. Sobre lo corporal, retomo una cita de Jean-Luc Nancy: “Somos a través de lo que escribimos y esa escritura nos modifica radicalmente. La escritura se abre aquí como prótesis, desplazamiento del sentir extraño de un cuerpo hacia otros sentidos y de vuelta a la sensación inicial ininteligible. Trópica de la extrañeza que se columpia del texto a la vida, de la vida al texto. Indecidibles”. Aquí la clave es “sentir extraño”, sensación que Ismael logra transmitir en cada historia.

Además de su poesía, lo que sobresale en estos textos son sus voces policromáticas: niños, mujeres, hombre, ancianos… Todos se sienten reales.

El ritmo es otra cualidad a resaltar. Por ejemplo, en “Moho sobre madera” su prosa te hace sentir como si estuvieras flotando sobre el mar; una sensación muy parecida a la que me generó Los cantos de Maldoror de Lautréamont.

Para escribir, Ray Bradbury recomendaba leer mucha poesía y Peter Straub, ver mucho cine. En Ismael podemos ver que estos temas son importantes, aunado a la pintura y la música.

Por lo general, en las historias extrañas la relación Eros-Tánatos siempre se decanta por la última, por la pulsión de muerte. Pero Ismael logra equilibrar la balanza con un erotismo crudo pero fino que se aleja de la vulgaridad y la cursilería.

Un cuento que reúne todas estas características (y uno de mis favoritos) es “Mëdusa”, que logra mezclar de forma perfecta la música (Muse), la industria del porno y la masacre del maratón de Boston. Justo en este cuento encontramos un fragmento que puede sintetizar la obra de Ismael: “lo importante no es su estructura, sino su caos”.

A lo largo de los 27 textos podemos encontrar más fragmentos reveladores:

“Yo creía que las figuras carecían de alma si el papel estaba vacío de palabras” (“Apuntes en barquitos de papel”).

“Algo burbujeante fluye dentro de sus venas. Atrae tísicos, agonizantes, despiadados o locos. Gracias a esta herencia sobrevive a la ferocidad de la urbe. Aquí se dedica a extirpar penas inclasificables. Suele arrojarlas al viento aterciopelado que sala las lágrimas de gratitud de los curados” (“Semillas”).

Sí, Ismael es un brujo. Pues, como apuntó Virgina Woolf, los buenos escritores “son descendientes de brujas y ermitaños agazapados en cavernas y bosques, hirviendo hierbas, interrogando ratones, tejones (en el caso de Ismael, sapos y medusas) y escribiendo con el lenguaje de las estrellas”.

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Estampas de aire aterciopelado lo puedes conseguir directamente con el autor.

FB

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Fotos tomadas del FB del autor.

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Miguel Antonio Lupián Soto

Ex alumno de la Universidad de Miskatonic, feligrés de la iglesia Cthulhiana y devoto de San Lemmy.

mortinatos.blogspot.mx

@mortinatos

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