LA BELLEZA DE LAS GESTAS INÚTILES
Alicia M. Mares
“Emocionada, escudriñó minuciosamente el yermo horizonte del exoplaneta. Para su decepción, no atisbó el menor rastro de La gran migración. ¿Era preocupante? Sí, ya resultaba preocupante. Ella, confiada en una aparición puntual, había llegado a montar el campamento con unos días de antelación. […] Se recordó a sí misma que en todos los sistemas estelares colonizados se tenía noticia de La gran migración debido a su regularidad inquebrantable.”
La gran migración
«La gran migración» es un relato de la antelación, del asombro, de la extrañeza que trae un mundo distinto, pero también de la impermeabilidad de ciertos ciclos y de la belleza de estos mismos cuando se cierran.
Este relato —parte de Espejismos a prueba de rayaduras (Casa Futura, 2024) de Krsna Sánchez— ocurre en el planeta VX35C y es protagonizado por Zabriska, una deportista extrema ya retirada en busca de una última aventura. Sin embargo, ella se topa con un problema: ésta solamente no llega. La gran migración se ha retrasado por primera vez en toda la historia.
Y casi todo el cuento habita en ese límite, en esa anticipación que se va incrementando. Zabriska comienza a sospechar que el cosmos maquina contra ella, va elaborando supersticiones y hasta ofende a los locales cuando se atreve a cuestionar si llegará La gran migración o no.
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Describir en ausencia
Lo que más me fascina de este relato es cómo va generando el sentimiento de anticipación; nos va desesperando tanto como Zabriska. El lector y ella permanecen a la espera de este fenómeno que atrae turistas de toda la galaxia, atravesados por la incógnita de por qué no aparece.
Y, sin embargo, no sabemos qué es: a través de fragmentos y pensamientos sueltos, sabemos que es el remanente de una civilización extraterrestre que desapareció en su apogeo.
Es en este umbral —en la vida cotidiana de Zabriska, sus cavilaciones, dudas y esperanzas— que se escurre el cuento. Aunque también se genera una incertidumbre que se acrecenta, se acrecenta.
La aparición
Finalmente, después de mucho esperar, arriba La gran migración en medio de un terremoto. Estaban demorados por un accidente geográfico. Lo que importa es la maravilla que traen consigo, el alivio de que sí vienen y la serenidad cósmica de que todo siga como debe en el universo. Y los vemos en fragmentos, en el recurso máximo del extrañamiento: primero una articulación de segmentos hidráulicos por aquí, luego una pinza metálica que se abre y cierra, finalmente unos domos plateados por allá.
¡Son cangrejos! Así llega la revelación. Cangrejos programados hace milenios con la orden de atravesar la colina Govardhana, cargar con bloques de mármol de una tonelada y seguir una ruta que ya no existe, pues se desbarranca en el mar.
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Una gesta inútil
Así es: llevan materiales de construcción a un proyecto que ya no existe; que ya se ha tragado el mar. Este solo hecho está cargado de poesía. Esta se potencia cuando creamos un paralelo entre Zabriska, antigua campeona de deportes extremos, a la que ya no le funciona una pierna y quien, sin embargo, está obcecada con realizar esta última aventura.
Ella, así como los cangrejos extraterretres que llevan migrando de esta forma desde tiempos remotos, está realizando una gesta inútil; un acto que quiere cargarse de una gran resonancia pero que termina topándose frente a frente con el absurdo. Claro que, en el desenlace del cuento, ninguno de los dos pierde su dignidad.
No hay río o montaña —literalmente— que puedan detener a La gran migración de llegar a su destino final, todavía incógnito y engullido por el océano rojo de VX35C. Y no hay terremoto o articulación oxidada que pueda detener a Zabriska de realizar su última gran hazaña, gracias a y en compañía de los extraños cangrejos que conforman La gran migración.
Este paralelismo puede continuarse comparando dos elementos: el gran tiempo de espera a que llegue La gran migración y el propio periodo extenso de la vida de Zabriska, quien se la pasó cargando la esperanza de realizar una nueva gesta más, siempre una más, con tal de dejar marca de su vida. Ambos hechos demoran en llegar, pero lo hacen al fin y al cabo.
No obstante, el tiempo termina separando a los cangrejos y a la mujer protagonista. Al final de todo, ella está remontando el ocaso de su vida y los cangrejos de La gran migración volverán cinco años después, tal como lo marca el orden cósmico, continuando un ciclo absurdo que, sin embargo, ha logrado ser hermoso en su inutilidad. Y no sabremos quién narrará su llegada entonces.
“Los escasos parajes que les resultaban inaccesibles eran destruidos por su paso masivo. Marchaban con orden perfecto, en sincronía inalterable, moviendo sus articulaciones al mismo compás. Ninguno de ellos se retrasó, ni desperdigó. Se configuraban como unidad compacta y rigurosa, distribuidos en escuadrones perfectos de ocho por ocho miembros. Zabriska era como una pulga azul en el lomo de esta bestia colectiva e impetuosa.”
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Alicia Maya Mares (Ciudad de México, 1996)
Graduada del 12º Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra y correctora de estilo en formación.Trabaja como redactora en una agencia digital.
Ha publicado en la sección “Piensa Joven” del Heraldo de México, en las revistas Marabunta, Colofón, Origami y Efecto Antabus, y le lee su columna de revista Palabrerías a sus seis gatos.
Creció al lado de un árbol de jacaranda.
Twitter: @AliciaSkeltar
Facebook: @AliciaMaresReading
Instagram: @aliciamayamares
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