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LA COMPLEJIDAD DE SER MADRE

 

Vivi Page

 

Este mes se celebró el día de la madre en varios países. Precisamente ese ser lleno de amor es uno de los topos favoritos del terror. Con justa razón, pues recordemos que la ficción imita a la realidad y, si analizamos las historias de personajes despreciables, asesinos y delincuentes, en la mayoría de los casos comienza con la madre.

La madre castrante es posiblemente la más común. Por ejemplo, Norma Bates en Psycho (Robert Bloch, 1959).

También están las pasivas, indefensas, que no hacen más que gritar como Wendy Torrance en The Shining (Stephen King, 1977).

Luego están las “elegidas”, las madres de las criaturas espantosas, de los monstruos o de los anticristos, como Katherine Thorn en The Omen (Richard Donner, 1976).

Y las menos populares de este grupo, las madres que son el monstruo, como Beatrice Pons en Mother’s Day (Charles Kaufman, 1980).

Sin embargo, lo mejor es cuando se explora su lado más humano. Sean villanas o víctimas, el personaje no está completo si no se nos muestra aquello que piensan, viven o sufren.

Sienten el miedo durante el embarazo a ese ser que llevan dentro y revolucionan su cuerpo como en Baby Blood (Emmanuelle Escourrou y Jean-François Galotte, 1990), cuya protagonista es una mujer embarazada cometiendo actos atroces porque el feto la obliga. El embrión es, en todo sentido, un parásito.

La angustia de no saber cómo serán al nacer como en Rosemary’s Baby (Ira Levin, 1967).

Incluso el horror de perderlos durante el embarazo como en Grace (Paul Solet, 2009), donde una madre decide continuar con su embarazo a pesar de saber que su bebé murió en su vientre. La sorpresa es que cumplidos los nueve meses, la criatura nace viva y con mucha maldad y hambre.

En The Babadook (Jennifer Kent, 2014), Amelia pierde a su esposo en un accidente poco antes de dar a luz, lo que le provoca una depresión por varios años y, como siempre sucede, su hijo es quien sufre las consecuencias. El monstruo es más bien una representación del miedo y trauma interno. En la película —como en la realidad— no se elimina al enemigo, sino que se aprende a convivir con él, llevando las riendas de la situación.

En Mamá (Andy Muschietti, 2013), la antagonista —esa madre espectral— es también una metáfora del miedo de la insuficiencia que siente Anabelle, la madre no biológica de las niñas, quien no solo carga con los temores antes ya mencionados sino también con la constante comparación de la anterior madre.

Volviendo al ejemplo de Wendy Torrance, a diferencia de Stanley Kubrick, Stephen King profundiza un poco más en su pensamiento: no deja de ser una madre pasiva, pero sí deja de ser un personaje vacío. Tiene mucho miedo, pero no la detiene para salvar a su hijo. Esto un reflejo de la triste realidad, esperando siempre a que su esposo cambie o teniendo esas fantasías en las que el príncipe de sus sueños llega a rescatarla porque cree que no puede por sí sola.

En Musarañas (Juanfer Andrés y Sofía Cuenca, 2014) —con claras influencias de su productor, Álex de la Iglesia—, la hermana mayor, Montse, es obligada por las circunstancias a ser la madre del hogar, complaciendo y cuidando a su padre (cuando estaba vivo) y a su hermana menor. Es una víctima que toma el papel de victimaria; una sobreviviente de la posguerra y de los abusos de un padre trastornado. Le roban su infancia, inocencia y libertad hasta que ella misma se convence de los límites que se le impusieron y su maldad no es más que una respuesta violenta ante un pasado desafortunado.

Con el mismo ambiente claustrofóbico está Los otros (Alejandro Amenábar, 2001), con una madre encerrada en su casa cuidando de sus hijos. Aunque existe un motivo paranormal, ¿no es ese el destino de muchas madres?

Mi caso favorito es el de Annie Graham en Hereditary (Ari Aster, 2018). En medio de escenas perfectamente terroríficas y de una historia oscura, se nos presenta la difícil relación de la protagonista con su madre, los sentimientos hacia sus hijos, sus miedos y amores maternales y cómo todo se hereda de generación en generación, como si las maldiciones se transmitieran a través del cordón umbilical. La escena donde le confiesa a su hijo Peter que no deseaba tenerlo y que trató de abortarlo es tan cruel como humana, porque negarlo sería negar la realidad de miles de mujeres.

La madre puede llegar a ser un tópico espeluznante, perverso y terrorífico, pero esto se logra gracias a lo que refleja y significa. Ser madre siempre será terrorífico, habiendo o no elementos perversos y/o sobre naturales.

¿Cuáles son tus madres favoritas de este maravillo género?

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Vivi Page

Nací en la ciudad de Puebla, el 2 de diciembre de 1997. A muy temprana edad me enamoré de las palabras y desde entonces hasta ahora he intentado conquistarlas.

Estudié un año lingüística y literatura. Sin embargo, por azares del destino, dejé la carrera, pero no las letras. Mis relatos van desde lo erótico hasta lo escabroso, publicados en algunas revistas digitales.

Y este es solo el comienzo.

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