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TAKEMITSU ZAMURAI

 

La mujer perro

 

Antes que nada, una confesión: me enamoré de la obra de Taiyō Matsumoto una vez que se me atravesaron los dibujos de los mangas Tekkonkinkreet y Sunny, de los cuales no hablaré en esta entrega. Sin embargo, es importante mencionarlo porque la primera razón que te daré para que leas Takemitsu Zamurai es que Taiyō no es el típico mangaka que dibuja monas y monos de ojos grandes. Su arte es otra cosa.

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Aunque por ahí hay personas que dicen que es notable la influencia que tiene del cómic francés, la verdad es que su dibujo se me hace de lo más japonés, especialmente en Takemitsu Zamurai que, al estar ambientado en la época del Japón feudal, de pronto sientes que estás viendo un grabado ukiyo-e.

Los trazos de Taiyō son preciosos, elegantes como para museo, así como grotescos e imperfectos, dignos de alguien que apenas empieza a dibujar. Ahí reside su atractivo, en la magia de estos contrastes que permean no sólo su arte, sino las tramas de su manga.

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La dualidad en sus personajes es algo muy común en las historias en las que interviene. Gatos y perros, blancos y negros, orden y caos, con la condición de siempre ahondar en los matices, que al final es lo que termina importando. Especialmente en este relato sobre samuráis la trama es exquisita porque sí, Taiyō lo dibuja, pero el guionista es nada más y nada menos que Issei Eifuku, un monje budista que fue discípulo de Taiyō, y la verdad es que esa condición de religioso se nota en la narración.

Takemitsu Zamurai ganó el premio a la excelencia en la categoría Manga del 11 Festival de Artes Audiovisuales de Japón de 2007, el Gran Premio del 15 Premio Cultural Tezuka Osamu en 2011 y fue nominado al mejor cómic en el Festival Internacional de Cómic de Angulema de 2012.  Fue serializado de 2006 a 2010 y consta de ocho volúmenes con 83 capítulos que cuentan la historia de Senou Souichirou, un rōnin (samurai errante, sin amo) que llega a Edo (lo que hoy es Tokio) a buscar una nueva vida.

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El manga se desarrolla entre el pasado en Shinano —que atormenta a Senou y del cual intenta huir— y el presente que está tratando de construir en Edo. Shinano es un lugar de las montañas donde vivía con su familia, ahí su padre le enseñó a blandir la espada y su madre a reconocer las flores. Es un sitio que añora y recuerda con cariño, pero también es el lugar que lo bestializó.

En Shinano reside un secreto y un enemigo poderoso del que Senou en principio ni siquiera tiene idea. Shinano es el pasado, aunque también será el destino de Senou.

El presente en Edo es la esperanza. Senou llega una mañana fría de año nuevo y lo ve Kankichi, un niño que reside en las viviendas que pronto serán la casa de Senou. Al mirarlo le parece una especie de zorro demoniaco, se asusta y se hace pipí. Aunque le parece espeluznante, más tarde se dará cuenta que es un buen tipo.

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Un elemento recurrente en Taiyō es el protagonismo de niños huérfanos, algo que el mangaka conoce bien al haber estado en un orfanato durante sus estudios de primaria.

Senou Souichirou no es un niño, no obstante actúa como uno dejándose llevar por las cosas que le gustan, disfrutando de comer dulces, aventar piedras al río y jugar con Kankichi y Yoshibu, otro chiquitillo mocoso. Esa simpleza pronto lo llevará a ser profesor y estar a cargo de la infancia en las viviendas de esa parte de Edo.

Sacrifica todo por este comienzo, incluyendo a su espada, Kunifusa. Ella se transforma en un espíritu con forma de mujer que lo acecha con la sentencia “volverás a mí”, porque no importa lo que haga, el hedor a sangre nunca se le quitará a quien la blandió.

El protagonista está rodeado de personajes que por sí mismos son valiosos, la mayoría poco a poco se van volviendo entrañables, otros decisivos para su destino.

Por tema de espacio no hablaré de su viejo amigo el samurái loco, ni de la chica de la arquería con quien hay algunos sentimientos pasionales, ni del dueño del compendio de las casitas donde vive, ni del monje que lo aconseja.

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Hablaré de sus antagonistas, Oomurasaki Juuzou y Kikuchi. Oomurasaki Juuzou posee el segundo rango más alto de un samurái que sirve a un daimio (señor feudal). Al comienzo de la historia sucede que su amo está a punto de morir y debe dejar un heredero que continúe con el gobierno de la facción. Sus súbditos se dividen en dos bandos, el de Juuzou que quiere que se quede el joven sobrino del daimio a la cabeza y el otro grupo en cuyos ideales no profundizaré, mas sólo diré que por alguna razón se ve inmiscuido Senou Souichirou.

Juuzou se obsesiona pensando que Senou acabará con el buen nombre de su casa samurái y su impulso de vida se centra en matarlo. Sin embargo, al final se da cuenta de que a veces los enemigos son más mentales que reales y tiene que asumir las consecuencias de la culpa de aquello que él también ejecutó en el pasado. Uff, esta parte me encanta porque a las personas nos fascina sobrepensar cosas que no existen.

Pero bueno, antes de que llegue a su gran revelación, se la pasa haciendo cosas que no debe y contrata a un asesino a sueldo para matar a Senou.  Ése mero es Kikuchi, némesis de Senou, que luego pienso que ni siquiera es humano, sin pura pulsión de muerte. Un hombre sin escrúpulos, que se deleita con el placer de matar.

Aunque la verdad es que no es cierto (recuerda que te hablé de los matices) y, aunque Kikuchi sea también un monstruo, su ser demoniaco llega a tal extremo que toca puntos sensibles como el amor que siente hacia Mochi, su pequeño ratoncito blanco, o la necesidad que tiene de salvar a una yegua.

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Porque, claro, se me había olvidado decirte que en este manga salen muchos animales que no sólo hablan, sino que van guiando el sentir de lo que sucede. Mientras lo leía y al terminarlo me dejó pensado. Hay varias cosas que no se dicen, pero te las muestran y la verdad es que sí logras sentirlas. Y eso me gusta de este tipo de trabajos, que confían mucho en la interpretación del lector.

Debo advertir que hay algunas escenas machistas propias del periodo en el que está ambientando y también de su tipo de sociedad. Sin embargo, considero que es una obra muy bella que trata el lado más amable y bello de lo monstruoso.

Y pues nada, AQUÍ lo puedes encontrar completo, gratis, en inglés (con algunos anuncios de porn que ya tú decides si ignoras o ves, je).

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Soy la mujer perro.

Me encantan las historias de terror, el anime, los taquitos y el rámen.

Me gusta bordar. Vivo alejada de la gente, convivo más con animales, pero siempre buscando conectar con mis colegas.

Escribo para no morir de envenenamiento.

@dar_inag

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