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BASURA, PUNK, IMAGINACIÓN Y LOS PELOS DE LA NARIZ

Manuel Barroso Chávez

 

 

Tengo algunos libros que me han costado años de búsqueda. Otros de editoriales desaparecidas y nula distribución. Uno que otro del cual ni el autor tiene copias.

De todos esos, el que más aprecio, la “joya de la corona”, es Pilotos infernales de Gerardo Sifuentes.

El libro fue el último premio MECYF que la editorial Vid publicó [los dos posteriores –Voces del mar inmóvil de José Luis Zárate y Cura de piedra de Antonio Malpica– son textos magníficos que siguen buscando editor (algún día, nomás por picarles las ganas, hablaré de ellos)] y se da un quién vive con La ruta del hielo y la sal (Zárate de nuevo) por ser el mejor exponente del extinto premio.

El segundo y, hasta ahora, último libro de Gerardo Sifuentes es un escuadrón formado por cuatro cuentos y una novela breve.

Los últimos dos cuentos, “Abdúceme” y “En sus 15 minutos de fama”, son divertidos y con momentos deslumbrantes, pero no pasan de ahí (todo hay que decirlo).

El segundo texto del libro, “Good Bye Kitty Films”, es un viajesote. Es como si te metieran una buena dosis de éxtasis con cada fragmento. Violencia, persecución, paranoia, sexo y paletas Tutsi Pop tocando punk (sí, tal cual) marcan un ritmo vertiginoso y esbozan un poquito de lo que puede hacer Sifuentes.

El tercer texto es “Punks de clóset”. La dosis se pone heavy. Digamos que están hartos del éxtasis de los cuentos anteriores. Pues bien, lo de aquí son las mejores líneas de coca que se han metido en años. La historia, narrada en primera persona, habla de la misión de un par de Reguladores –el narrador y Tania– que busca a un tal Fernando. Resulta que el retoño violó y mató a una chica y el padre de la muchacha contrata a este par para transmitirle la tristeza y el dolor que su hija sintió.

A base de batazos, golpes y el tiro de gracia, claro está.

El texto es, contrario a lo que podría pensarse, divertidísimo. Ácido y divertido. Crudo y divertido. Imaginativo, duro y divertido. Es aquí donde el lector dice, en voz alta y sin notarlo: “Gerardo Sifuentes está cabrón”.

La afirmación involuntaria se vuelve grito defendido a ultranza cuando “Candy Flip”, la breve novela del libro, llega a nuestros ojos. Las drogas anteriores eran juegos de niños, material para bebés, pequeñas muestras. “Candy Flip” es el mejor viaje de heroína que vas a tener en tu vida, punto.

Narrado como un monólogo interior, el texto va de un lado al otro, de un punto al otro, sobrepasando el límite de risas y velocidad. Acuario, el narrador, te puede estar hablando de una noche en un bar con una chica cyborg y de inmediato  (en el mismo párrafo, así, en corto) del mensaje que se dejó él para él en la contestadora, de que pisar caca de perro es de buena suerte, de conspiraciones, producto brak, filosofía, revolución, rock y de su nuevo perro Mapamundi. ¿Sabían que los delfines son los únicos animales que tienen sexo por placer?

¿Lo realmente impactante?, todo tiene sentido. Cada tema, cada desvarío, cada maldita pieza del texto tiene que estar ahí porque forma, con los otros, un universo enorme del que sólo nos muestran un cachito para que armemos todo lo demás. Esa es la magia de la literatura de Sifuentes: toma “lo que sobra”, “la basura” de esa “Literatura marmolizada” (BEF) para hacer edificios de desechos y mostrar un texto de primera calidad. Leer a Gerardo Sifuentes es (re)descubrir el amor por la mezcla de la imaginación, la locura y la diversión. El día que esto tenga marcador por estrellitas, le pongo 4.5/5, lo prometo.

Pilotos infernales se imprimió en el 2002. Son diez años de silencio por parte del autor. Se rumora que tiene un tercer libro de cuentos en el cajón que no se mueve porque muchísimos editores, y esto lo digo con todo respeto (a la Parra), son miopes ante textos que se salen de lo convencional (y porque a muy pocos les late publicar libros de cuentos). Su libro anterior, Perro de luz, fue editado por la desaparecida Times. Los libros de Gerardo no existen en los aparadores, no se encuentran por internet y tendrán mucha suerte si los encuentran en librerías de viejo o en bodegas. Pero créanme, valen cada segundo de búsqueda.

Espero las cosas cambien, espero se avienten a reeditarlo, espero Gerardo logre publicar ese libro de cuentos y SE PONGA A ESCRIBIR MÁS, que hay fans (me incluyo sin dudarlo) impacientes por esos textos que, aparte de divertirnos, nos entregan pedazos de gran literatura.

¿Se han arrancado un pelo de la nariz? No es ni divertido ni edificante.

 

Manuel Barroso nació, creció y murió antes de enterarse de ello. Por eso reseteó la consola y sigue aquí. Lee como poseso, escucha rap y jazz de forma adictiva, escribe porque le duelen las historias. Odia las verduras. Mañana comprará un rifle.