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EDOGAWA RAMPO

el Poe japonés

 

Ana Paula Rumualdo

 

 

Repitan Edogawa Rampo cinco veces frente a un espejo y descubrirán que… suena a Edgar Allan Poe; y es que Hirai Taro tomó su nombre artístico de la pronunciación en japonés del nombre del genio de Baltimore.

Casi de la misma forma que lo hizo Poe, Rampo se interesó en las historias de detectives, rodeándolas de elementos sobrecogedores.

Uno de los grandes méritos de Rampo es la capacidad que tiene para que sus cuentos sean percibidos con todos los sentidos: la nariz, el tacto y el gusto se alteran ante la lectura de Caterpillar; los ojos se escandalizan con Mirror y The Red Chamber, la piel es tomada por asalto en The Human Chair.

Y para muestra un par de botones:

1. Leía el libro a intervalos, mientras iba camino a la universidad en autobús. Un par de veces tuve que interrumpir la lectura porque resultó que la combinación de un desayuno al que no estaba acostumbrada más las imágenes de la oruga eran más de lo que mi estómago podía soportar (y eso que me precio de tener una feroz resistencia).

2. Al terminar de leer el libro tuve un sueño (¿o pesadilla?) recurrente: voluntariamente me cortaba las encías con las navajas de un rastrillo.

No es difícil imaginarse las razones por las que Rampo es más famoso que Poe en Japón, pues adaptó a la cultura de ese país historias de interminable angustia que dejan un extraño, penetrante y no por ello menos adictivo, sabor de boca.

Recomiendo mucho la lectura de Japanese Tales of Mistery and Imagination y, tal vez, de cuando en cuando, miren la silla en la que están sentados con un poco de recelo.

 

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dognadiablaANA PAULA

Abogada confesa. Expía sus culpas a través del cine y la literatura de género.

@DognaDiabla