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PERDER LA CABEZA

Bernardo Monroy

 

 

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—¡ERES UN IDIOTA, RICHIE!

Tyler me había gritado a todo pulmón en los pasillos de la escuela mientras cerraba de golpe su casillero. Su rostro, de por sí pálido, estaba tan blanco como el de un vampiro desnutrido. El motivo de su ira se debía a que Mary Van Tassel me había invitado a la fiesta que cada año daba durante la noche de Halloween y yo le pregunté si podía invitar a mi amigo Tyler Crane… y no puso objeción. Aunque no era un gran amigo de ella, si le caía bien porque mi padre se encargaba de los jardines del centro comercial, y era hija de demócratas declarados que consideraban el voto latino de una importancia radical… Cabe señalar que fue el único trabajo que papá pudo conseguir sin tener la ciudadanía estadounidense. A veces, el jardinero chicano es un cliché en el cine y los libros, pero un cliché de los buenos. Como era la única escuela en todo Sleepy Hollow, Mary no entabló amistad conmigo, pero sí una relación de respeto por ser el hijo de alguien que se había hecho a sí mismo… los clichés del intelectual gringo liberal.

Más que fiesta de Halloween, sería un rave de Halloween celebrado en el viejo granero casi en ruinas que tenía su familia a las afueras de Sleepy Hollow. Para regresar a la ciudad había que pasar por el mismo camino por el que en 1799 Ichabod Crane había cabalgado sobre el lomo de “Pólvora” huyendo del Jinete sin Cabeza. Cualquier preparatoriano con un poco de popularidad en Sleepy Hollow tendría que estar en esa fiesta. Habría música durante todo el 31 de octubre, alcohol y por supuesto, un dee jay traído desde Nueva York para la ocasión.

Mary no puso ninguna objeción en que invitara a Tyler, así que tendríamos que prepararnos porque en dos días era 31 de octubre. Demasiado rápido para conseguir disfraz y apaciguar el nerviosismo de mi amigo que estaba a un paso de sudar sangre por dos motivos: el primero, porque irá a una fiesta rave organizada por su amor platónico, y el segundo, porque se repetía la tradición familiar: después de siglos de que su familia no saliera de casa el 31 de octubre, Tyler sería el primero en romper la costumbre. ¿Por qué Tyler no tomaba precauciones? Por una simple y sencilla razón, la misma por la cual permitía ser el acosado de Van Brunt:

—Hay tradiciones familiares imposibles de romper.

Me desplacé en mi patineta hasta llegar a casa. Mi padre se encontraba sentado en el sofá, y en cuanto me vio cruzar por la puerta quiso que habláramos unos minutos. Todos los hijos conocemos ese suplicio: cuando papá está pasando por su andropausia y se pone sentimental, a decirle a su hijo lo mucho que lo ama y que quiere lo mejor para él, y que no quiere que cometa sus errores que el cometió de joven.

—No quiero que tú seas un criado de los narcotraficantes, Richie —dijo, acariciando mi cabello con la complacencia irritante que todo hijo adolescente detesta.

Quise decirle que no se preocupara, que yo estaría bien… pero en lugar de eso, sólo pude pensar en la frase de Tyler:

Hay tradiciones familiares imposibles de romper.

Una de ellas era el Jinete sin Cabeza… pero aún faltarían dos días para toparnos cara a cara con él. Lo de cara a cara es un decir.

…Continuará mañana

AQUÍ para ver imágenes y videos del tema.

BERNARDO MONROY

Bernardo Monroy nació en 1982 en México D.F. y actualmente vive en León, Guanajuato. Es periodista y ha publicado el libro de cuentos “El Gato con Converse” y la novela “La Liga Latinoamericana”, así como la novela electrónica “Slasher”, disponible gratuitamente en el portal Zona Literatura. Es aficionado a los videojuegos, los cómics y los géneros de terror, fantasía y ciencia ficción, y escribe porque está frustrado, ya que nunca pudo ingresar a la Escuela de Jóvenes Dotados del Profesor Xavier. Sus textos han sido traducidos al klingon y al élfico.