Seleccionar página

PUNTO OMEGA

 

Samuel Lagunas

 

El Punto Omega, afirmaba el teólogo y paleontólogo francés Teilhard de Chardin, atrae el movimiento de la historia hacia una sola e inevitable dirección donde cada elemento del universo alcanza su máxima realización. Pero Teilhard era un hombre algo ingenuo o con una esperanza bastante robusta. Hoy el Punto Omega se imagina más como un desierto hostil que como una alegre confluencia de voluntades. La culpa es de Hitler, de Auschwitz y de Hiroshima, dicen los académicos norteamericanos que en la década de 1990 patentaron la noción de “post-apocalipsis” (Richard Dellamora, Theresa Heffernan, James Berger). Al espléndido Monsiváis, yo creo por sus reminiscencias protestantes, también se le ocurrió el término (en Rituales del caos) para describir a una Ciudad de México donde la catástrofe, el estallido demográfico, ya había ocurrido y sólo quedaba extraer del caos las recompensas. Sí: los chilangos, como en el chiste del “mexicano” por antonomasia, habían domeñado la destrucción.

"The Omega Point", por kevinleedrum

«The Omega Point», por kevinleedrum

Rebobinemos: ¿Post-apocalipsis? Sí, después del apocalipsis; es decir, de la gran bomba, la plaga zombi, la invasión alienígena, la crisis ecológica, la colonización de Marte, la Luna o el planeta de Edmund (en la ficción de Nolan, Interestelar). ¿Pero qué no se supone que el apocalipsis supone el fin absoluto? En estricto sentido, no. Apocalipsis es un término griego que quiere decir “revelación” o “quitar el velo de algo que está cubierto”, nada más. En la literatura judía hace referencia al peregrinaje de hombres privilegiados (Moisés, Enoc, Elías) en los arcanos del futuro desvelando todos sus misterios. Hacia el año 100, alguien llamado Juan le dio al género su forma definitiva: un lenguaje cargado de símbolos numéricos, geométricos, zoomórficos y cromáticos; una visión de la historia donde, hacia el final, las fuerzas se polarizan (perseguidores y perseguidos, Cristo y el falso profeta, Dios y la serpiente), la violencia aumenta desmedidamente y un juicio escatológico con Dios como protagonista acaba resolviéndolo todo. ¿Fundido a negro y c’est fini? No. Desciende de los cielos otra ciudad: la Nueva Jerusalén. Ya no hay día ni noche, ya no hay mar. Ya nadie llora. Es el ocio como plenitud. Pero la historia sigue, de esa manera.

Reformulemos: Apocalipsis = transformación radical.

Si alguien nos guía hacia allá, mejor. ¿Les suenan los movimientos mesiánicos? Thomas Müntzer blandiendo su espada contra los príncipes con un bonche de seguidores detrás. Luis de Sáric asegurándole a los pimas de Sonora que si morían a su lado en la batalla, luego los resucitaría. Norman Cohn escribió un libro muy útil sobre el tema: En pos del milenio. ¿Milenio? Sí, quiliasmo, para sonar sofisticados: ese período que antecederá la llegada definitiva del Reino: Joaquín de Fiore habló de tres eras. Sus seguidores advirtieron que la última, la era del Espíritu, estaría encabezada por ellos: los franciscanos. Luego llegaron a América, cuando la iglesia en Europa se caía a pedazos. Conclusión lógica: una iglesia nueva para un nuevo continente. Lo mismo pensaron los puritanos del Mayflower que llegaron a Plymouth en 1620. He ahí al nuevo pueblo elegido: Estados Unidos, cuya religión es “apocalíptica” por excelencia, ha dicho Harold Bloom (quien además de inventar un canon literario, quiere inventar un canon espiritual). Estados Unidos, tierra fértil para visionarios y fanfarrones. Exportadores de creencias y de miedos. ¡América, suspira Baudrillard, tierra que extrae la materia prima de la catástrofe de los países del Tercer Mundo (llamémosles del “Sur”) para convertirlas en espectáculo!

"Doomsday", por John Hendrix

«Doomsday», por John Hendrix

Apocalipsis: trozo de un universo mayor que es la escatología. Hay mitos escatológicos (el Ragnarök entre los nórdicos, o el “quinto sol” de los aztecas) que no son apocalípticos. Hay escatologías personales: ¿a dónde vamos después de muertos: al cielo, al infierno o al purgatorio? Hay escatologías cristianas, budistas, judías, musulmanas o hinduistas. Hay escatologías seudo-gnósticas y extraterrestres, también, como la del Heaven’s gate.

Apocalipsis: el tiempo de los post-humanos y trans-humanos: Blade Runner, Terminator, Orlan, Stelarc y Guillermo de la Peña.

Apocalipsis: suposición de la entropía; de nuevo, el Punto Omega (en tanto caos), donde se constatan los terrores que han construido nuestra historia.

Bienvenidos a tiempos interesantes, recuerda el refrán chino: ¡Bienvenidos a la catástrofe perpetua!  

 

****

samlagSamuel Lagunas (Querétaro, 1990). Aficionado a la literatura, el cine y los estudios bíblicos. Cristiano bautista, tiene la esperanza de que el cielo sea el universo de bolsillo que aparecerá cuando el nuestro colapse. Es autor de los poemarios Todavía mañana, Plegaria por la destrucción universal y Godfully.