DE OSCURIDAD Y SANGRE
apuntes sobre Vampira humanista busca suicida
Belinda L. de la Torre
Dos vidas. Dos seres de realidades distintas marcados por la soledad y destinados a encontrarse. La premisa: Sasha (protagonizada por Sara Montpetit), una joven vampira que repele la violencia implícita en el acto de alimentarse, conoce por casualidad a Paul (Félix-Antoine Bénard), un chico que añora la muerte con determinación. A través de un común acuerdo deciden que Paul será sacrificado por Shasa, permitiendo así la culminación de ambos anhelos, pero antes deberán cumplir una lista de últimas voluntades. Ariane Louis-Seize, directora y guionista canadiense, nos regala este film de 2023 que conjuga la trama con un humor sutil que ya por el título llamativo y mordaz nos invita a verlo: Vampira humanista busca suicida (Vampire humaniste cherche suicidaire consentant). La historia, que retoma el mítico personaje del vampiro, explora elementos como la melancolía, la inadaptación, los estándares impuestos por la sociedad y la familia, el acoso escolar y una manera maravillosa de compaginar y complementarse en un mundo roto sin recurrir a un cliché de amor juvenil.
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En la primera escena, que es un flash back, observamos a nuestra protagonista siendo una niña, celebrando su cumpleaños en compañía de la familia. Con una enorme capacidad de asombro disfruta de los obsequios, especialmente del nuevo teclado que por alguna extraña razón sabe tocar a la perfección; sin embargo, la armonía se quiebra cuando el payaso invitado para dar el show está sentenciado a ser la cena principal esa noche. Sasha no quiere ser partícipe de la atrocidad, aunque sea justo la sangre lo que necesita para vivir. Sus colmillos no aparecen y el único remedio que encontraron sus padres fue proporcionarle bolsas de sangre que bebe con popotes. La imagen rompe con lo ya conocido y explorado por innumerables artistas: no estamos frente a una vampira despiadada y salvaje, sino ante una adolescente que no conecta con esa forma de vivir. Nos hace recordar de inmediato al icónico Louis de Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994), quien repudia tener que cazar a sus víctimas para alimentarse y en cambio prefiere beber sangre de animales. En ambos casos, estos vampiros de alguna forma repelen su naturaleza, misma que no fue seleccionada por voluntad propia; es decir, Louis no tuvo más remedio que aceptar el regalo de Lestat y Sasha, en cambio, proviene de un linaje de vampiros; ambos son conscientes de lo que les rodea y desarrollan empatía frente a la estirpe humana que, se supone, no debería importarles. Así pues, Sasha es enviada con su prima Denise para aprender a alimentarse por su propia cuenta y lidiar con lo que los médicos determinaron como un mal funcionamiento del hipotálamo, pues no se estimula al presenciar actos de violencia.
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Son múltiples los componentes que hacen de esta cinta una experiencia enriquecedora: resalta la paleta de colores que nos adentra en una atmósfera sombría marcada por toques melancólicos y ligeras estelas de luz que nos proporcionan una sensación de tranquilidad y a la vez esperanza, algo similar a lo que observamos en la película Sólo los amantes sobreviven (Jim Jarmusch, 2013) —protagonizada por Tilda Swinton y Tom Hiddleston—, donde los tonos apagados se imponen ante la tristeza de los personajes. No es casualidad que los vampiros en ambos filmes presenten una estética compuesta por colores negros vibrantes para resaltar la palidez y la esencia oscura que los caracteriza, sin dejar de lado el look alternativo y elegante.
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Por otra parte, la música es otro elemento que se disfruta: a través de ella se logra conectar con las historias, permitiéndonos abrir un espacio para la reflexión. La banda sonora —compuesta por Pierre-Philippe Côté— nos hace disfrutar de un viaje sensorial; además, se incluyen fragmentos de canciones emblemáticas que van desde “Las cuatro estaciones” de Antonio Vivaldi, pasando por “Drácula Yeyé” —del legendario Andrés Pajares con su ritmo pegadizo y sesentero— hasta “Emotions” de Brenda Lee. Me detengo en esta melodía porque, cuando suena, la escena pasa a ser memorable: se disfruta al ser tan oportuna, descriptiva y con destellos de una ternura que nos permite palpar la vulnerabilidad de Sasha y Paul, como si se encontraran en una burbuja, en un espacio que sólo a ellos les pertenece.
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No está por demás añadir que el tema del suicidio es tomado, pese a ser una comedia, con delicadeza y profundidad: encontramos sentimientos genuinos que no hacen sino exponer condiciones propias del ser humano, crisis ante la misma existencia y dolor frente al no poder ser aquello que los demás esperan. Sasha, al desarrollar compasión y entender la condición del hombre, experimenta sufrimiento, siente que es preferible vivir encerrada o morir; por esa razón está dispuesta a cometer suicidio de una manera que no deja de ser sumamente simbólica: a través de la comida. Por otro lado, Paul asegura que nunca ha podido disfrutar de su propia vida, lo que nos permite vislumbrar que siempre ha estado bajo el influjo de la depresión y, aunque asegura que su umbral del dolor es muy alto, hay algo que lo detiene a saltar desde la azotea, un intento por tratar de cambiar su situación, lo que lo lleva a las sesiones de Suicidas Anónimos.
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Podemos decir que la belleza de este film radica en que dentro del panorama desolador se abre una puerta donde se asoma la luz. Tenemos un rescate mutuo. Se lucha contra la desesperanza y la soledad, tomando en cuenta un abanico de nuevas posibilidades. Los personajes principales se permiten una reinvención y un renacer, encuentran un verdadero propósito con el que se sienten cómodos y dispuestos a fortalecer su sentido filántropo que tanto los caracteriza. Al final, los espectadores terminamos de ver la película con una sonrisa al saber que dos vampiros humanistas han encontrado sentido a su existencia y ayudan a mitigar el dolor de otros seres.
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La puedes ver en Netflix.
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Belinda L. de la Torre
Narradora. Licenciada en Letras y Maestra en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Ha colaborado en las revistas y suplementos culturales La gualdra (periódico Imagen), Crash, La testadura, Tachas (Es lo cotidiano), Confluencia Revista Hispánica de Cultura y Literatura, Campos de plumas.
Forma parte de las antologías Y son nombres de mujeres. Antología de escritoras zacatecanas IV y Tinta violeta de la editorial Aquelarre de tinta.
Contacto: klavier.belinda@gmail.com
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