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100 BULLETS

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¿cuántas balas se necesitan para controlar un país?

Adrián «Pok» Manero

 

 

Tu vida se fue al carajo. Por completo. Fuiste a la cárcel, lo perdiste todo, mataron a la persona más importante en tu vida, pagaste por el crimen de alguien más, qué sé yo. El caso es que, aun volviendo a comenzar, nunca podrás recuperar lo que tenías, nunca volverás a ser la misma persona. Es entonces cuando se acerca a ti un hombre misterioso: de edad avanzada, no obstante peligroso, impone tanto respeto como un Clint Eastwood enojado en cuyo camino evitarías a toda costa interponerte. Este individuo se presenta como el agente Graves, aunque nunca dice agente de qué. Viste un impecable traje tan negro como la corbata que contrasta con su camisa blanca: vestuario formal minimalista. A este tipo le interesa más la eficacia que la imagen. Para rematar el atuendo, unas gafas oscuras. Y en su mano, un portafolios. En su interior, tres cosas: evidencia irrefutable de que alguien tiene la culpa de lo que te pasó, una pistola Glock con 100 balas no rastreables y la oportunidad de vengarte sin consecuencias. Getting away with murder. Pero nada es lo que parece. Desde luego, el agente Graves nunca dijo nada sobre venganza. Solamente dijo que si decides actuar, si haces uso de la pistola, nadie podrá arrestarte, ninguna investigación se hará al respecto. No es venganza, ¿justicia, entonces? Nadie mencionó ese concepto tampoco.

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Esa es la premisa inicial de 100 Bullets, comic publicado por la editorial DC bajo su sello Vertigo, escrito por el oriundo de Chicago Brian Azzarello e ilustrado por el argentino Eduardo Risso. Conforme avanza la historia, el agente Graves ofrece la misma oportunidad a distintas personas, algunos deciden hacer algo con ella, otros no. Pero todas las decisiones llevan a otras cosas. Este concepto da para una serie de historias bastante interesantes, pero no se queda ahí. Poco a poco comienzan a aparecer personajes, en apariencia irrelevantes, pero conforme empiezan a ser recurrentes vemos que hay más de lo que imaginábamos detrás de dichas apariencias. Comenzamos a notar que hay dos facciones. ¿Qué es the Trust? ¿Quiénes son los minutemen? ¿Cómo están relacionados estos dos bandos? Las respuestas a estas preguntas se van armando insidiosamente a lo largo de cien números (uno por cada bala), pero en el camino generan muchas más dudas, quizá la más insistente de todas siendo ¿quién diablos está de qué lado?

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Con una mezcla de literatura noir con teorías de conspiración, 100 Bullets nos lleva por un recorrido de las partes oscuras de Estados Unidos, su historia oculta y la violencia que vio nacer a esa nación. Un grupo secreto de trece familias que lo controla todo. Todo excepto su “policía” interna, siete hombres encargados de ponerle un alto a quienes se metan con cualquiera de las familias, incluso si se trata de algún miembro de otra de las casas. Cambios en las políticas internas de esta sociedad secreta llevan a estos siete sujetos a tomar represalias, cambiándolo todo para siempre. Pero, ¿en verdad están luchando por sí mismos? ¿O están siguiendo los designios de alguien más sin saberlo?

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Uno de los mayores logros de Azzarello es su dominio sobre el lenguaje de la calle. Sus personajes hablan con distintas formas de caló, cada una respondiendo a su idiosincrasia, su lugar de origen, su grupo de afiliación. Después de todo, en las cárceles no se usa el mismo vocabulario que en los casinos, los barrios bajos o las salas de juntas de la alta sociedad, y todo esto queda reflejado en su forma de escuchar y transcribir las cadencias de la palabra hablada, con todo y errores gramaticales, contracciones y jergas del narcotráfico. Risso, por su parte, da vida al mundo sucio y violento del crimen. Con un estilo que a ratos recuerda a Tim Sale y un cargado uso de sombras como en el Sin City de Frank Miller, este artista argentino encuentra su propia esencia con anatomías ligeramente desproporcionadas pero todo el tiempo realistas. Con mujeres bellas por doquier, mucha sangre y puntos de vista ingeniosos, Risso coloca su “cámara” en medio de la acción, envolviéndonos en ella, haciéndonos cómplices. Mucho se dice en las introducciones a cada uno de los volúmenes sobre el asombroso nivel de compenetración entre guionista y dibujante, que actúan como si fueran una sola persona, con un entendimiento total de lo que el otro hace a pesar de estar a varios países de distancia. Y las portadas de Dave Johnson no pueden quedar sin mención: llamativas, seductoras, innovadoras y comunicativas, tienen todo lo que una carátula debe tener.

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Esta ambiciosa serie comenzó a publicarse en Agosto de 1999 y logró ganar su lugar en los estantes durante casi diez años, poniéndose a la par de otras series de Vertigo de largo aliento, como Sandman (Neil Gaiman), Preacher (Garth Ennis & Steve Dillon) y Transmetropolitan (Warren Ellis & Darick Robertson), entre otras. Actualmente se puede conseguir en distintos formatos, ya sea como las recientemente editadas versiones de lujo, en cinco libros de pasta dura, o bien trece tomos recopilatorios (trece, como las casas del Trust). Lo bonito de esta versión es que el título de cada tomo hace referencia a su número: así tenemos el First Shot, Last Call, Split Second Chance, The Counterfifth Detective, Samurai (como los siete de Kurosawa), Dirty (como los doce del patíbulo) y así con todos los nombres, con excepción del tercero.

Y si bien la premisa parece tratar sobre la posibilidad de actuar sin consecuencias, la obra en general versa precisamente sobre lo contrario, ya que nos muestra que todo está conectado y los personajes siempre tienen que enfrentar los resultados que se derivan de sus acciones, las cuales siempre son equivocadas. Con personajes muy bien construidos (uno que otro incluso entrañable, a pesar de tratarse de asesinos y criminales sin remordimiento alguno) y una trama que se deja leer y se vuelve adictiva, 100 Bullets trasciende los límites de medio y género, convirtiéndose en una obra de gran alcance y que deja mucho de qué hablar. Logra reflejar el lado oscuro de la humanidad, ese lado que todos sabemos que existe pero preferimos ignorar. Aquí no se trata de la eterna lucha del bien contra el mal, sino que muestra una realidad en la que el bien es menos que una broma y, sin juzgar, nos habla de la ambición, la mezquindad y, en medio de todo, un código de honor inquebrantable.

(Brian Azzarello & Eduardo Risso, Vertigo/DC, 1999-2009)

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pokAdrián “Pok” Manero, tras años como lector asiduo, decidió que el siguiente paso en su manía consistía en elaborar sus propias ficciones. Se dedica compulsivamente a leer comics y libros y a ver películas, quisiera ser como los gatos y disfruta escribiendo sobre sí mismo en tercera persona.  vinetaspalabrasyfotogramas.blogspot.com