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AMOR HORROROSO, HORROROSO AMOR

Mariana Esquivel

 

 

Hace un par de días terminé de leer una historia que me causó verdadero espanto. Antes de revelar el nombre del libro en cuestión, permítanme describir -a muy grandes rasgos- su argumento. Un par de jóvenes ingiere una sustancia misteriosa que los hace perder prácticamente la cordura, todo aquello que les importaba pasa a segundo plano (incluyendo sus propias vidas) y sus acciones solamente se guían por un único objetivo. ¿Comer cerebros? No. ¿Conquistar al mundo y acabar con la humanidad? No. ¿Propagar el “veneno” que los afectó? Tampoco. ¿Entonces? Probablemente estén pensando que me refiero a una historia de zombis o control mental; sin embargo, el libro en cuestión era nada más y nada menos que Tristán e Isolda, la sustancia misteriosa era un filtro de amor y su única motivación: lograr estar juntos.

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No me malinterpreten, yo disfruto de (algunas) historias de amor y más aún cuando -como en este caso- se trata de leyendas que han sobrevivido desde tiempos muy lejanos hasta nuestros días. Sin embargo, la lectura de este libro en particular despertó en mí sentimientos de repulsión en lugar de suspiros y lágrimas. Aunque existen varias versiones de dicha leyenda, por lo general todas coinciden en el efecto de la poción que despierta en los jóvenes un incontrolable y apasionado amor. Para Tristán, entregarse a este sentimiento significa traicionar a su tío, quién originalmente sería el consorte de Isolda. Para Isolda, representa olvidar que fue Tristán quién asesinó al rey Morholt de Irlanda y la tomó prisionera para poder unir los reinos por medio del matrimonio. Cierto, no es la primera ni la única obra que habla de un amor tan pasional entre dos jóvenes que, por alguna razón, no pueden estar juntos y que termina en tragedia. De hecho, este tema tan recurrente cuenta con una gran cantidad de aficionados. ¿Por qué entonces me resulta tan terrorífico?

Para empezar porque pude relacionarlo con mi realidad inmediata. Innumerables veces he sido testigo de personas que se entregan a una pasión desenfrenada, dispuestas a dejarlo todo o bien a darlo todo y a jurar amor eterno a una pareja (que muchas veces, acaban de conocer). ¿Hay algo más escalofriante que un “No puedo vivir sin ti” y otras frases por el estilo? Por lo general, esta euforia no dura demasiado porque la pasión inicial suele evolucionar en otro tipo de sentimientos más estables y menos dramáticos. Es precisamente por esta misma razón que la gran mayoría de los romances más famosos son breves, por ejemplo: Romeo y Julieta, Cleopatra y Marco Antonio, Helena de Troya y Paris y un largo etc. Porque aunque a varias personas les parecerá muy romántica una imagen de dos viejitos agarrados de la mano, el sentimiento que proyectan ya no es esa ansia zombi de comerse el uno al otro.

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Por supuesto que esa pasión no sólo puede convertirte en un zombi sino también en un asesino. Abundan los casos en los cuales -aprovechando esos sentimientos- alguna de las partes manipula a la otra para que cometa el asesinato de un tercero, o bien para que le ayude a cometer crímenes. Vienen a la mente parejas de asesinos como Myra Hindley e Ian Brady, Fred y Rose West, Karla Homolka y Paul Bernardo, entre otros.

freyja3Tomando en cuenta todos estos aspectos, me parece que Freyja, la diosa nórdica del amor y la belleza, captura muy bien este lado obscuro del amor. A Freyja no sólo le corresponden los atributos mencionados anteriormente, sino que también es diosa de la muerte y la guerra. Freyja cabalga con las valkirias y se divide con Odín a los guerreros caídos en combate. Aunque estos dos elementos (el amor y la guerra)  pueden parecer no tener relación alguna, cuando pensamos en ese amor pasional -en oposición al meramente romántico- al que la diosa representa, la razón de que los pueblos nórdicos integraran estos atributos en una sola deidad cobra un mayor sentido; pues muchas veces esa pasión se manifiesta también en el campo de batalla.

Otra de las historias que han hecho famosa a Freyja y que me parece que encaja con esta impulsividad y estado zombi producidos por el amor desenfrenado, es aquella de cómo obtuvo a Brisingamen, su collar de oro. Un día, mientras la diosa paseaba, vio a unos enanos trabajando en un collar. Le gustó tanto que les pidió que se lo vendieran, a lo cual los enanos accedieron pero exigieron un precio muy alto. Freyja debía de tener relaciones con cada uno de ellos durante un día y una noche; solamente así podría obtener la joya. La diosa deseaba tanto obtener el collar que accedió, aunque esto representara traicionar a su esposo. A pesar de que la motivación en esta historia es el amor al oro, no se puede negar que fue un arrebato de pasión lo que opacó su racionalidad y la llevó a aceptar la propuesta de los horribles enanos.

No pretendo dar consejo alguno sobre cómo manejar ese tipo de amores obsesivos: ni soy experta en el tema ni -gracias a Odín- esto es Cosmopolitan. Sin embargo, la próxima vez que alguien los arrastre a ver una película romántica, véanla con otros ojos, analícenla como si la pareja en cuestión, infectada por el amor, se convirtiera en un par de zombis o de poseídos y, tal vez, se encuentren frente a una historia que en verdad logre ponerles los pelos de punta.

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marianaMariana Esquivel (Vikinga)

Tesista de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Perito técnico en Criminalística. Estudio ruso, alemán y francés. Historiadora frustrada. Apasionada del cine y la literatura de horror. El folk metal es lo mío. Valkyria que lleva a los guerreros caídos al Valhalla.

http://valkyrjainvelvet.blogspot.mx/

@Marian890

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