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BREVES APUNTES DE UNA OTREDAD MONSTRUOSA

Uggla Horrorwitz

 

Conocer nuestra verdadera condición, darnos cuenta de que estamos condenados a vivir bajo una fantástica masa de oscuridad, bajo océanos y círculos sucesivos; saber que el hombre, atrofiado y enfermo, vegeta en guaridas submarinas como el proteus, esa criatura con forma de anguila ciega que vive en aguas subterráneas, desnuda y transparente…

—Jacques Lacarrier, Los gnósticos 

 

Hace pocos meses se proyectó en algunas salas comerciales la película Border (Abbasi, 2018), basada en un cuento de John Ajvide Lindqvist (quien fuera popular por su novela Déjame entrar adaptada al cine en dos ocasiones). La historia es protagonizada por Tina, quien lleva una vida anodina mientras ejerce como de guardia de seguridad en una aduana. Ella posee un don: es capaz de oler las emociones de las personas. Esto le ayuda a encontrar delincuentes fácilmente, pero también a destapar las cloacas más profundas de la maldad humana. El rostro de Tina no es común, su aspecto físico y sus habilidades hacen que se sienta una criatura aparte, alguien “diferente”.

Aunque en la película se muestra a una Tina siempre amable, en el cuento se manifiestan sentimientos negativos derivados de su condición:

Aunque esto era real, por supuesto. La gente puede ser tan feliz. Tina hizo un esfuerzo consciente para no odiar a sus vecinos  porque eran felices. Por un momento ella se sentó en el escritorio mirando por la ventana y deseando que el bebé de Elisabet naciera muerto, sólo para poder disfrutar de otras cosas, que la vida servía.

En ese momento intentó sacar ese pensamiento de su cabeza, porque ella creía que no era así de despreciable, pero en realidad lo era.

 (Traducción propia)

Todo en la vida de Tina cambia cuando conoce a Vore, quien es similar a ella, y le ayuda a entender que pertenecen a una raza que no es humana. Bajo esta premisa, el autor nos regala un cuento de hadas grotesco, extraño y alucinante.

«Border» pertenece a la antología Let the Old Dreams Die (Quercus, 2011).

Una premisa similar se plantea en el cuento “Hijas hambrientas de madres famélicas” (Premio Nebula al mejor relato corto en 2015) de Alyssa Wong. Su protagonista Jen es una joven con una habilidad especial: se alimenta de las emociones de otras personas. Contrario a lo que pasa con Tina, Jen conoce su origen, pues su madre le habló de su facultad y le dio ciertas reglas de vida para poder tener una existencia normal en este mundo; una de ellas era no probar la maldad humana en su expresión más pura, pues eso generaría un hambre insaciable que podría terminar con su propia vida:

“Has comido algo que no deberías, ¿verdad, Meimei?” Mi madre me mira por primera vez desde que he llegado, parece casi tan cansada como yo me siento. “¿Por qué no has aprendido nada de mí? Te enseñé a conformarte con delincuentes de poca monta. Te enseñé a permanecer invisible”.

Intentó enseñarme a desaparecer en mí misma, del modo que ella ha desaparecido en su apartamento. “Sé que he metido la pata”, le digo. “Ya nada sabe bien, y siempre tengo hambre. Pero no sé qué hacer”.

Mi madre suspira. “Una vez que has probado un asesino, no hay vuelta atrás. Buscarás esa misma intensidad hasta el día en que mueras. Y eso puede ser mucho tiempo para alguien como nosotras, Meimei”.

La cosa se complica cuando Jen conoce a un grupo de personas que tienen un gusto gastronómico similar al suyo y pasa de conducir su vida con sigilo a volverse toda una excéntrica.

Tina y Jen poseen una habilidad que las hace diferentes al resto, un don con el que tienen que aprender a vivir y es así como descubren e inventan sus propias reglas, se asumen como una especie diferente, como “los otros” en el mundo de gente normal.

Ransom Riggs retoma esta idea en su saga fantástica Miss Peregrine y los niños peculiares. En ella existe un tipo de humanos denominados “peculiares”, que poseen diferentes habilidades, poderes o dones: unos pueden volar, otros leer la mente, otros manejar el fuego. Los peculiares (niños en su mayoría) han sido puestos a salvo en el hogar de Miss Peregrine en un bucle de tiempo (una escena que se repite una y otra vez en un periodo determinado) con el que se mantienen a salvo.

El planteamiento de Riggs resulta interesante, porque habla de cómo a lo largo de la historia del hombre estos seres peculiares han existido y cómo con el paso del tiempo su existencia pasó de ser azarosa a convertirse en un grupo de proscritos de la especie humana:

Hubo un tiempo en el que podíamos mezclarnos abiertamente con la gente corriente. En algunos rincones del mundo se nos consideraba chamanes y místicos, y se nos consultaba cuando había problemas. Unas cuantas culturas han conservado esta relación armoniosa con nuestra gente, aunque sólo en lugares donde tanto la modernidad como las religiones más importantes no han conseguido afianzarse, como la isla de magia negra de Ambrym en las Nuevas Hébridas. Pero el mundo en general se volvió en nuestra contra hace mucho. Los musulmanes nos expulsaron. Los cristianos nos quemaron, llamándonos brujos. Incluso los paganos de Gales e Irlanda acabaron creyendo que éramos todas hadas malévolas y espectros cambiantes.

Estos niños sortean una serie de peligros para mantenerse a salvo, lucha que se lleva a cabo durante toda la saga, pero Riggs habla también de la segregación, del miedo y de lo complicado que ha sido asumirse como alguien diferente, porque no son como todos los humanos.

Bajo la condición de que existen seres que son diferentes, con dones o capacidades especiales, podríamos ver que la relación entre ellos y los humanos se encuentra presente en el folklore de muchas regiones del mundo, donde el contacto o la existencia de criaturas mágicas o seres diferentes o poderosos es algo de lo más común.

En el cuento «La montaña de los renos», Karin Tidbeck nos cuenta la historia de Sara y Cilla, un par de hermanas que acompañan a su madre a visitar a un viejo tío a una casa en la montaña. La vivienda está por ser derrumbada gracias a la gentrificación, y en su visita descubren que el linaje de su familia está ligado con una especie de criaturas extrañas.

El tío cuenta la historia de un tatarabuelo que se casó con una mujer llamada Märet, quien extrañamente un día bajó de las montañas y tuvieron varios hijos que padecieron distintas enfermedades mentales, por lo que se decía que su linaje estaba maldito. Con el paso del tiempo ese padecimiento fue heredado de generación en generación y clasificado como la enfermedad mental en turno. Al parecer, el origen de Märet está relacionado con los Vittra, la representación de los espíritus de la naturaleza en el folklore sueco.

—¿Y qué se supone que son los de la montaña? —preguntó Sara— ¿Son hadas?

—¿Cómo? —Hedvig la miró sin entender.

—La vittra —apuntó Cilla—. Los que viven arriba en la montaña.

—Ah —dijo Hedvig—. Las hadas son unas personitas que van dando tumbos por ahí por los prados. La vittra se parece a los humanos, pero más altos y apuestos. Y viven dentro de la montaña, no encima —se había animado de forma visible al hablar—. Siempre ha habido historias en estas partes sobre vittra viviendo por aquí. Algunas veces bajaban para intercambiar cosas con los humanos. Pero tienes que tener cuidado. Si las enfadas te echan una maldición, pueden hasta matarte. 

 Una vez más encontramos una conexión entre un raro linaje y cualidades extrañas. En este cuento un origen desconocido se les descubre a Cilla y Sara: una genealogía maldita llena de misterio y magia al punto en que una de las hermanas, movida por una fuerza desconocida, decide ir en búsqueda de sus orígenes.

«La montaña de los renos» pertenece a Jagannath (Nevsky Prospects, 2014).

Vera Endecot, en el cuento «El otro modelo de Pickman» de Kaitlin Kiernan  (que es un fan fiction del clásico relato de Lovecraft), es una mujer extraña que aparece como modelo en varios bocetos relacionados con un pintor que recientemente se suicidó y que había sido muy amigo de Pickman. Vera Endecot, cuyo verdadero nombre es Lily, tiene una malformación en el coxis que la hace peculiar; por este motivo fue buscada por pintores malditos, como el mismo Pickman. El origen de Lily es oscuro, pues parece que su familia estuvo involucrada en la caza de brujas de Salem, y es justo por ello que posee esas malformaciones.

—Mi padre tiene sus propias ideas sobre tales cosas —dijo en voz baja—. Mire, siempre se enorgulleció de que el cuerpo de su hija hubiera sido bendecido con la prueba de su herencia. Le hacía sentir muy feliz.

El final del cuento queda abierto y Kiernan, como es costumbre, no falla con la historia.

«El otro modelo de Pickman» lo encuentras en Alas tenebrosas: 21 nuevos cuentos de horror lovecraftiano (Valdemar, 2014).

La otredad, los poderes, los dones, la maldad genealógica o las constelaciones familiares son un tópico recurrente en la literatura fantástica y de terror, así como en el cine y los cómics. La idea se presta para idear un sin fin de universos que se encargan de recordarnos que “los otros” caminan a nuestro lado.

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AQUÍ puedes leer «Border».

AQUÍ puedes leer «Hijas hambrientas de madres famélicas».

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Uggla Horrorwitz

Lector compulsivo de terror y fantasía. A veces escribe sobre las pesadillas que aún no ha tenido,

pero que tanto le gustaría que lo aterraran.

https://traeum-suess.blogspot.mx/

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