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DE LA REPÚBLICA A AYN RAND

I

 

Emiliano González

 

En la República, Platón es belicoso y condena a la democracia porque cree que la democracia va a condenarlo a él, así como antes condenó a Sócrates. Pero olvida que la democracia que condenó a Sócrates fue injusta y opuesta a Pericles, pues apoyó a los partidarios del aristócrata Heráclito. En las Leyes para la República, Platón no incluye al Demiurgo constructor ni al Caos originario del Timeo. En vez de esos elementos, hay dos fuerzas primordiales: el alma buena y el alma mala. La buena produce la rotación celeste y la mala produce movimientos irregulares, actuando sin razón. Esta doble personalidad universal implica un conformismo cósmico de Platón, propiciando la actitud a favor de la guerra.

Platón

Platón

En ese armonioso desarrollo de la mente y el cuerpo que implica la educación griega, los atenienses atienden más a la mente que al cuerpo. En Esparta el cuerpo, no el sensual sino el guerrero, es lo que más importa. En Atenas los niños van a la escuela desde los siete años a aprender música, gimnasia, poesía, mitología y dibujo. La aritmética, unida al juego, es enseñada en casa. El “pedagogo” no es maestro sino acompañante de la casa a la escuela y de la escuela a la casa, cargando utensilios y supervisando la conducta. Las niñas, educadas por madres o nanas, aprenden en casa lectura y escritura, poesía y mitología, siempre y cuando sean de clase alta. Sin embargo, también las hetairas tienden a ser sabias, pues son las únicas mujeres que participan en la vida social, aparte de las tocadoras de flauta y de cítara.

En Esparta, el gimnasta es educado para ser guerrero. En vez de madres privadas hay nanas públicas para los bebés espartanos, y a partir de los siete años los niños abandonan la casa paterna y se entregan a los superiores gubernamentales de las escuelas de internos. Entre los ejemplos de sociedades corruptas que da Platón en la República está la democracia, en que el hijo libre se vuelve libertino, extravagante y excesivo, todo es falta de respeto, y no hay leyes ni autoridad alguna (nos preguntamos si Platón se refiere a autoridad de experiencia o de fuerza). El esclavo y el amo son, según Platón, comparables con la mujer y el marido, el hijo y el padre y el discípulo y el maestro. A Platón, aristocrático, le parece anormal que el esclavo se rebele contra el amo, y es que el esclavo debe ser dócil como una oveja. En vez de usar la imagen del hombre como mono de Dios, de Heráclito, Platón usa la imagen de la oveja, pastoreada por el aristócrata. Esta oveja le da probablemente a Hobbes la idea del hombre como lobo del hombre.

Así como los niños feos deben ser eliminados, los tipos físicos feos o deformes deben ser prohibidos en la pintura, nos dice Platón en la República. Los pintores deben representar sólo figuras graciosas y decentes. El poeta es malo al buscar el predominio de lo emotivo sobre lo razonado, de lo tonto sobre lo inteligente, de lo falso sobre lo verdadero. Platón asegura que la juventud, acostumbrada a la belleza visual, reconocerá después la belleza de los discursos. El poeta debe hacer himnos a los dioses y a los buenos ciudadanos. Platón es totalmente moralista. Dice que la imitación es falsa, engañosa, y agradable sólo para la gente ignorante, a la que pervierte con fantasmas disfrazados de realidad. Platón dice que Homero presenta a los dioses o a los héroes como incontinentes, sensuales, furiosamente vengadores, desprovistos de obligaciones y amantes del dinero. El poeta no debe narrar tales cosas y si lo hace no debe atribuírselas a los dioses ni a los héroes. Platón no lo dice, pero está molesto por los escudos de Heracles y de Aquiles descritos por Hesíodo y Homero, escudos en que el amor es contrastado con la guerra y en que hay Híadas y “Kerés” (vampiresas que chupan la sangre de los guerreros-lobos espartanos). Los poetas, según Platón, no deben hacer descripciones terroríficas del Hades, del mundo subterráneo, ni tampoco de las cosas que agravan el miedo a la muerte. Tales descripciones deben ser prohibidas, “al no ser verdaderas ni útiles”. En consecuencia, los misterios de Eleusis quedan prohibidos. El poeta no debe tomar hongos.

Las leyes de la Inquisición contra la brujería se basan en las Leyes de Platón: por el daño hecho con drogas –aplicadas de modo externo o interno– el doctor debe ser condenado a muerte. En el caso de las artes mágicas, o de los hechizos, si la persona que acude a ellos es profeta o “inspector de prodigios”, debe ser condenada a muerte.

En la República, el odio por las drogas acompaña al amor por lo bonito, por lo cursi, en ambiente de gran represión. Quedan prohibidos en música los modos lidio y jónico, permitiéndose sólo los modos frigio y dorio. Estos implican un amor velado, hipócrita, por los rituales de Cibeles y el homosexualismo autodestructivo de los sacerdotes afeminados frigios, y otro amor igual por el machismo de los dorios espartanos. Platón es totalmente inmoralista. Las innovaciones musicales son consideradas peligrosas. Platón relaciona a los espartanos con los cretenses, haciéndonos pensar en el origen de la leyenda de la Atlántida, símbolo probable de la civilización cretense, base de la civilización griega.

La actitud de la República ante la brujería ya anuncia a la Inquisición. Observa Maureen Duffy en El mundo erótico de las hadas (1972) que “los cazadores de brujas aplicaron con éxito el principio que Marx vio como básico para el capitalismo, de dividir y gobernar, explotando enemistades personales y colectivas, tensiones familiares, incomprensión de clases y culturas”.

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La Inquisición niega civilización y cultura. Todas las civilizaciones necesitan cultura, y ésta a su vez necesita tragedia y comedia.

La tragedia (canción del sátiro) y la comedia (canción del sueño) son apreciadas por igual en Atenas. En ambos casos “canción” significa “invención”, pues se origina en el sueño, surge por primera vez cuando el humano está dormido o cuando canta un ser irreal, un sátiro. En el sueño que da origen a la tragedia, el ritual dionisiaco ocurre al revés, ya que la muerte sucede al renacimiento. El sueño que da origen a la comedia es simplemente una variación del ritual, y en éste predomina el placer, no el dolor. La canción del sueño es fálica; la del sátiro no. En la palabra “comedia” se destaca el sueño porque consiste en el sueño original, gozoso, o bien consiste en la primera parte de un sueño que después se vuelve pesadilla. No sabemos si son dos sueños o uno solo, pero son dos aspectos de una experiencia onírica personal y anónima. Según Aristóteles, las sátiras son anteriores a las tragedias. Eurípides en Las Bacantes, de la época de Pericles, mezcla tragedia y comedia, buscando la autenticidad del ritual original, que unía a las clases sociales. Según Pater, la tragedia surge del lamento del sátiro enjaulado. Eurípides es precursor de los modernos artistas revolucionarios.

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Dionysos nace dos veces: una vez de la luz de Zeus y Semele y otra de la serpiente Zeus y Perséfona. El segundo Dionysos tiene dos aspectos: uno bueno (Zagreus) y otro malo (Sabazius). En el ritual se ven el doble nacimiento de Dionysos, las Híadas que lo cuidan, su infancia que es la primavera, su juventud que es el verano, su madurez que es el otoño y su vejez que es el invierno, cuando se porta cruel y es ultimado. Por medio de las escenas de crueldad y humor, el exceso y el defecto de masculinidad de Zeus son criticados. El negro hace sus chistes, los gordos hacen sus danzas y todo termina en una orgía o bacanal. Cuando el ritual campestre se transporta a la ciudad se divide en tragedia y comedia y desaparece la relación entre Dionysos y la vida real. También hay separación de clases sociales y a veces pérdida de significados.

La orgía se apaga.

La pasividad de los espectadores se inicia.

Las únicas ventajas son que en el espectáculo hay más dominio de la emoción religiosa, más variedad y más arte. A veces lo erótico desaparece y se ve sustituido por una sexualidad rústica, grosera y superficial en las comedias. Por otro lado, las tragedias llegan al exceso de seriedad. Y aunque los festivales de Atenas mantienen viva la llama dionisiaca, hay algo frío en ella que provoca nostalgia por los rituales campestres. El ritual general empieza a hacerse con ritos particulares, y no en todos intervienen representaciones de la vida del dios: a veces ésta es sólo narrada por el coro, en funciones de poesía en voz alta   Eurípides propone la tragicomedia por recuperar un poco el calor humano del ritual originario. Este influye sobre el teatro, la literatura y el arte universales, cuando son en verdad transformadores, avanzados, revolucionarios.

Zenón de Elea, nacido en 489 a. C., es el inventor de la dialéctica, defendiendo a Parménides (filósofo y poeta) y burlándose de Aquiles (héroe de los espartanos) en una época aristocrática de solipsismo. Sócrates desarrolla plenamente la dialéctica de Zenón y la hace triunfar en la democracia. La dialéctica es el arte de llegar a la verdad partiendo de la opinión, de la hipótesis, de la suposición, y se realiza a través del diálogo, con preguntas y respuestas.

Zenón de Elea

Zenón de Elea

Debido a la solemnidad de los espartanos ante el movimiento, puramente deportivo y bélico, Zenón niega la existencia del movimiento y afirma que para llegar a cualquier punto es necesario recorrer la mitad de la distancia que nos separa del punto, y para llegar a la mitad de la distancia es necesario recorrer la mitad, y así hasta el infinito: el movimiento es imposible.

El argumento de Zenón es sólo un chiste inteligente, pues es posible sólo en el mundo de la imaginación filosófica, no en el de la realidad. Sin embargo, Zenón vive en una época sin sentido del humor.

Precursor de los políticos del materialismo dialéctico, Zenón se opone a la tiranía. Es torturado y asesinado.

Un contemporáneo de Sócrates diría que Heráclito, al suponer que “la armonía del mundo reside en la tensión de los opuestos, como el arco y la lira”, finge un diálogo para ocultar una erística o disputa, ya que otras frases suyas lo contradicen: “La guerra es la regla del mundo, la madre y la reina de todas las cosas” o “El que lucha contra otro se apoya a sí mismo”, e incluso “El que separa se une consigo mismo”.  Lugares comunes griegos como “los perros ladran a quien no conocen” se vuelven frases heraclíteas. Como él mismo dice: “Sabio es que quienes oyen, no a mí, sino a la razón, coinciden en que todo es uno”. Quien oye a Heráclito oye a otros. Por eso el poeta Borges dice que Heráclito ha sido muchos hombres. Sin embargo, también lo dice porque Heráclito defiende la pluralidad de deidades del paganismo, y lo mismo hacen sus seguidores. Las deidades griegas son muy parecidas a los humanos. En Heráclito la pluralidad implica varias personalidades. Heráclito afirma que hay que azotar a Homero porque es un poeta que repudia a la discordia (Eris). Durante la falsa democracia que condena a Sócrates, los seguidores de Heráclito son los sofistas y erísticos (llamados así por Eris), enemigos de la dialéctica. El poeta moderno Eliot controla el irracionalismo heraclíteo con sus versos. En la antigüedad y en nuestra época, las leyendas griegas no son valiosas por mostrar una pluralidad de deidades sino porque proponen soluciones armoniosas para situaciones conflictivas.

Heráclito

Heráclito

Leucipo y Demócrito son los primeros atomistas: el Todo se divide en innumerables e imperceptibles átomos hechos de la misma materia. Toda génesis implica unión de átomos y todo deterioro separación de los mismos. Los átomos eternamente bajan según su peso por el espacio infinito. El alma está hecha de suaves, redondos y finos átomos. La materia, según Anaxágoras, está hecha de pequeños e invisibles corpúsculos de oro, carne, sangre, huesos, etc. El mundo es obra de la gran mente, de una naturaleza esencial, cuyo conocimiento y poder se extienden sobre todas las cosas. El mundo es la obra de una esencia pensante, racional y todopoderosa. La religión se vuelve ciencia: Anaxágoras niega la naturaleza milagrosa de la piedra meteórica de Egospotamos. Precursor de Sócrates y de Cristo, Anaxágoras es acusado de negar la existencia de los dioses del Estado y obligado a abandonar Atenas, en 428 antes de Cristo.

Leucipo y Demócrito

Leucipo y Demócrito

El afán científico de Anaxágoras destaca en la obra de Eurípides Melanipa la sabia, cuando la heroína describe el origen del cielo y de la tierra (cosmogonía de su madre Hippe), basándose en Anaxágoras, amigo y maestro de Eurípides.

Los átomos de Leucipo, Demócrito y Anaxágoras son transformaciones de los elementos de Empédocles (fuego, aire, agua y tierra) que pueden unirse impulsados por la fuerza del amor o pueden separarse impulsados por la fuerza del odio, y que al conseguir una mezcla armoniosa, pueden formar el globo del mundo, un dios bendito en que sólo habita el amor.

Los principales dialécticos que influyen sobre Marx son Zenón y Sócrates. El principal materialista es Epicuro. Mas este no es dialéctico, al suponer a la dialéctica incorrecta y confusa. Todo lo que ocurre tiene causas naturales, no sobrenaturales. Aun el alma es material, aunque está compuesta de átomos muy finos. Este afán científico de Epicuro le hace decir a Marx que, durante el proceso de la producción, la religión debe ser transformada en arte. Al negar el predominio de lo emotivo, evita el fanatismo. Según el epicúreo, el bien es un camino para llegar a la felicidad, hecha de placeres.

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Los placeres de la imaginación son evocar y planear los placeres del cuerpo en movimiento, descubiertos por Aristipo. El marxista se basa en errores y aciertos del pasado para elaborar el futuro. Como el materialismo dialéctico de Sócrates es falseado por Platón en la aristocrática República, Marx atiende a Epicuro y a las modificaciones hechas por Moro en su libro Utopía (1516). También atiende al materialismo práctico de los sensorialistas Condillac y La Mettrie, basados en Epicuro. Como el de estos filósofos, el materialismo de Marx no es meramente teórico: es un cambio efectivo, una revolución que humaniza a la realidad.

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Hegel es otro filósofo leído por Marx, transformado y vuelto secular: lo divino se vuelve humano: desaparece el escolasticismo de Hegel. En vez de unir a todos los espíritus de todos los lugares para llegar a Dios, Marx une a todos los proletarios del mundo para llegar a la revolución.

Es el amor por la libertad lo que caracteriza a ambos filósofos. Pero para Marx el espíritu no determina a la economía: ésta determina al espíritu. La dialéctica y la voluntad humana, sin embargo, se oponen al destino impuesto por la materia. Engels llama “materialismo histórico” a la norma de interpretación histórica descubierta por Marx, norma que consiste en admitir que los factores económicos predominan en la determinación de los hechos históricos. El enfrentamiento entre oprimidos y opresores, que define a la historia, acaba provocando la revolución. El Estado burgués que oprime se vuelve entonces el Estado proletario que libera, una vez suprimidas las clases sociales. En la sociedad comunista, triunfa la libertad. El Estado como encarnación de Dios –concepto aristocrático griego– se vuelve el Estado como encarnación del ser humano.

La influencia de Hegel puede notarse en las letras, no sólo en la filosofía: Hegel influye sobre Poe y sobre los decadentes y simbolistas. Villiers de l’Isle Adam observa en su novela Claire Lenoir (1887): “La dialéctica de la naturaleza es la misma que la de nuestro cerebro: sus obras son sus ideas”. “El árbol crece por un silogismo, como dice Hegel. Las cosas son pensamientos revestidos por diferentes exterioridades, y la naturaleza produce como nosotros pensamos”. El fetichista monomaniaco y necrófilo del cuento “Berenice” de Poe deforma lo hegeliano al suponer que los dientes de su amada son ideas. Con todo, Hegel y sus metamorfosis provocan actitudes revolucionarias.

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El afán místico y swedenborgiano es característico de los decadentes y los simbolistas, capaces de ver otro mundo en las cosas sensibles, de ver lo celeste en lo terrestre (como el griego Píndaro). En Rusia, la poética decadente y simbolista, debido a la falta de difusión cultural y a las alarmas de Tolstoi, es incomprendida y tomada como literatura al servicio de la religión. Es ignorada por futuristas y acmeístas. Estos últimos, a pesar del cuidado que ponen en la forma, hacen a un lado el fondo simbolista y creen que es una manía religiosa. El futurista Maiakovsky publica en 1915 La nube en pantalones. El título es una frase del dandy (o estoico) Barbey d’Aurevilly, pero Maiakovsky no lo dice. Dedica el libro a la actriz, bailarina y escultora Lilia Brik. Observa la estudiosa argentina Lila Guerrero que el futurismo ruso se diferenció del italiano “por haber nacido en una situación económica y social muy distinta”. No quiso solamente “cambiar la poesía y el arte sino transformar la vida misma”. Sin embargo, el futurismo ruso hereda del italiano la influencia irracionalista de Nietzsche, amigo del suicidio, como Carlyle. A pesar de los últimos versos de su poema dedicado a Esenin (“En esta vida / morir es fácil. / Hacer vida / es mucho más difícil”), Maiakovsky se suicida finalmente.

nube

Gorki llega a dudar de la existencia del futurismo, aunque nunca duda de la existencia de Maiakovsky.

El afán de libertad es muy notable en la poesía de este autor, materialista y dialéctico, victimado por la erística espartana de su propio cerebro.

A Maiakovsky, la guerra de 1914 le parece “estupenda” –como a todo futurista– “por los aspectos decorativos, por los ruidos”. En agosto, en la primera batalla, escribe: “La guerra evidencia todo su horror”, y añade: “La guerra es innoble”. En invierno, escribe: “Odio la guerra. Es repugnante.”

En el libro Lenin (1924), de Maiakovsky, el capitalismo al principio no es tan malo, entregado a los negocios, pero luego da origen a las máquinas, poniendo esclavos al servicio de éstas. El capitalismo devora reyes y países, coronas y águilas, engordando, hinchándose con ocio y placeres (egoístas, no hedonistas) y construyendo palacios. El capitalismo posee cielo e infierno, vive de la sangre y del sudor del pueblo y después de vuelve flojo y débil, tendido en el camino de la historia. Los días del capitalismo son erosionados y deformados por el tiempo, hasta que éste da a luz a Marx, el hermano mayor de Lenin. El partido y Lenin también son hermanos, hijos de la historia. Lenin dirige a los trabajadores, ya que la carretera rusa se extiende sobre el cadáver del capitalismo. Aparecen los burgueses vampirizando a los soldados, y al final del libro los niños cantan versos en contra del fascismo. Un año después de publicar Lenin, Maiakovsky conoce en México a Diego Rivera y a su mujer, Guadalupe Marín. Se refiere en su diario a la unión del arte antiguo de México y arte moderno de Francia que hace Diego.

Maiakovsky se suicida en 1930.

Vladimir Maiakovsky

Vladimir Maiakovsky

Podemos decir que Maiakovsky se expresa a pesar del futurismo y no gracias a éste, un movimiento absurdo que en vez de continuar a su modo los trabajos románticos y decadentes, llevándolos a la culminación, resulta la negación de éstos. Algunos decadentes rusos, engatusados por Nietzsche, le abren camino al futurismo.

Continuará…

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EGPenEmiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).