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EL ENIGMA DE LA BUEN SALVAJE

Manuel Barroso

 

Puede que sea un problema viejo, tal vez obsoleto, pero me nace mencionarlo: México, como el buen país centralista que es, se ha acostumbrado a tener la mayor concentración de escritores en su capital. ¿Y el resto? Pues provincianos, ¿no? Los del norte (que empieza en Hidalgo), los invisibles poblanos, los… ¿qué?, ¿michoacanos?, ¿eso existe?

Eso es Cecilia Eudave pero llevado a otro extremo. No sólo vive en Guadalajara, de algún modo, como autoexilio de los círculos literarios, sino que nació en el 68 y escribe puros libros sobre lo extraño, la imaginación fantástica. No es de la ola fuerte de esa literatura (los nacidos en los 70) y tampoco es parte de lo común entre las autoras de su generación (de hecho, forma un rarísimo trío con Verónica Murguía y Patricia Laurent Kullick).

¿El resultado? Una escritora listísima a la que no le importan las etiquetas  y escribe los libros que se le vienen en gana.

Libros como El enigma de la esfera.

Esta novela, segunda de las tres entregas donde aparece la doctora Dench, presenta el caso de Flor, una pequeña que vive aterrorizada por una niña en  una casa que hace llegar pelotas rojas a la gente. Hasta ahí todo suena muy simple. Y lo sería si la pelota no fuera una herramienta utilizada por un demonio y la niña la manifestación de aquello que libera el mal de la gente (porque es muy fácil culpar a los demonios por el mal, siendo que la maldad más grande está dentro de cada humano). Ante esto, Flor “acude” a una doctora muy poco ortodoxa para que la ayude. La mujer en cuestión se llama Julia Dench, mujer que empezó su carrera tratando chicos con todas las herramientas de la ciencia y la lógica y terminó por convertirse en una conocedora de los fenómenos sobrenaturales.

Ojo: Julia no es una clavada, no cree que todo se deba a eso, no afirma ver cosas raras todo el tiempo. Se limita a conocerlas y a tratarlas. Ahí radica su fortaleza (piensa en el final de La llave maestra: nada tiene efecto si no tienes fe en ello).

Con estas piezas, Cecilia Eudave nos encierra poco a poco en una esfera trepidante que se pasa como agua.

O bueno, casi.

En realidad cuesta un poco de trabajo entrar en la historia. No por la historia en sí, sino por la escritura de Eudave. Su voz narrativa es una cosa poco común. Hay que acostumbrarse a su narrador con un entramado extraño de ideas, lleno de comas y que cambia de tiempos en medio de la oración con toda la libertad. El detalle es que funciona. Cecilia Eudave conoce las reglas y las rompe para crear una voz que se sale de lo generalmente encontrado en la literatura en español.

Por otro lado, debo decir que es la mejor de las tres novelas sobre Julia Dench y que es una verdadera pena que la colección “Piel de gallina” de la Editorial Progreso desapareciera (ahí están los libros de Eudave y la excepcional Guiichi de Édgar Omar Avilés). Entonces, Lector, si ves un libro de esta colección tómalo. Y si ves algo de Cecilia Eudave –la buen salvaje literaria–, no dudes en comprarlo.

enigma-de-la-esfera

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IMG00330-20120517-2113-1Manuel Barroso nació, creció y murió antes de enterarse de ello. Por eso reseteó la consola y sigue aquí.

Lee como poseso, escucha rap y jazz de forma adictiva, escribe porque le duelen las historias. Odia las verduras.

Mañana comprará un rifle.