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ES NECESARIO INVENTAR MUNDOS

Manuel Barroso

 

 

Si hay un autor extraño, literalmente extraño, en la actualidad de la literatura mexicana, tiene que ser Édgar Omar Avilés. Excéntrico de todas las formas posibles, toma ahora la palabra desde su mundo imaginante.

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¿Cuál fue la principal diferencia, en tu proceso de selección, entre Antes de que las letras se conviertan en arañas y Bella y brutal urbe?

La respuesta es rapidísima: La experiencia (tanto como antologador como lector y, acaso, como escritor, conocer a más escritores, por ejemplo), porque guardan la misma premisa, que es la que yo busco cuando leo una antología. Antes de que las letras se conviertan en arañas (Instituto Mexiquense de Cultura, 2006) es anterior a mi primer libro publicado en solitario, es el primero donde aparece mi nombre en portada (como compilador). En Bella y brutal urbe (Resistencia, 2013) tengo 7 años más de camino.

Pero me explayaré un poco, para  no dejarlo sólo como “La experiencia”.

En las dos antologías hay el mismo espíritu: un tema de marras amplio, que permite agarrar un poco los cuentos, pero no constriñe a poner lo poco que haya. En el primer libro, el tema es “cuento fantástico” y en el segundo “nacido en la Ciudad de México entre 1970 a 1989”. Muy amplio, ¿no?, lo que más me importa en una antología (al menos cuando yo leo una) es enfrentarme a cuentos muy buenos, propositivos, que no sean textos fáciles de encontrar en otras partes (muchos son inéditos o en publicaciones que ya no se pueden encontrar). Aunado al compromiso con los lectores, en tanto calidad y diversión que obtendrán con la antología, creo en el compromiso con los escritores. Entre los seleccionados hay escritores ya reconocidos y cuya obra admiro (no siempre me pasan estas dos cosas con los autores “reconocidos”), que tuvieron a bien en confiar en las antologías. Ellos, además de la fortaleza de sus plumas, permiten mostrar voces de otros escritores que no son tan conocidos. Creo que la obligación de un compilador no es ir a lo seguro, no es ser arribista, con autores que por sí mismos tienen un público e interés de críticos, de lectores y medios, sino apostar (al menos en un 50%) por autores no tan difundidos o hasta inéditos.

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Bella y brutal urbe queda, además, con una edición muy cuidada, incluyendo ilustraciones, y tiene escaparates de venta, tanto en librerías como en las ferias del libro y presentaciones. Antes de que las letras se conviertan en arañas es un libro que, por su carácter de publicación en un fondo estatal, fue muy poco difundido.

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El universo desde el que escribes es, creo, el más desquiciado que ha visto la literatura mexicana. ¿Qué raíces tiene ese imaginario?

Nunca me he propuesto la excentricidad por la excentricidad (me aburre la locura sin control), pero sí me gusta imaginar –mucho– y a esa imaginación darle forma, que sea verosímil en su mundo de locura. Creo que un texto muy pulido pero sin imaginación es un pedazo de plomo; un texto muy imaginativo pero sin pulir es una hoja al viento. Las raíces de lo que escribo son todo lo que leo, veo, escucho, platico, sueño, pero trasfigurado por mis traumas, filias, fobias, intuiciones, cultura y caprichos. (Por ejemplo, en filosofía hay cosas loquísimas. Sólo hay que darle una hojeada a Jenófanes, Schopenhauer, Heidegger, etc. Y la música, en tanto estructura, es sorprendente. Todo esto es materia para la literatura y para el imaginar.) Creo que la imaginación es una forma de expandir la realidad, criticarla, hacerla más interesante y épica.

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La noche es luz de un sol negro, Luna cinema y Cabalgata en duermevela son muestras moderadas de dicho imaginario, de una imaginación desbordada que, sin embargo, controlas. Por otro lado, Guiichi es una sobredosis de la misma. ¿Qué tan distinto es tu proceso de escritura entre cuento y novela?

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Es un chip distinto, al menos para mí. Requiero un modo de estar en la vida muy distinto si hago cuento o si hago novela. Esto lo noto más en la novela que acabo de terminar (demoré cuatro  años en escribirla, mide unas 250 cuartillas). Guiichi es, en realidad, mitad cuento, mitad novela: noveleta o cuentote. Nace así, como un cuento que fue creciendo, pero que pertenecía, originalmente, a Luna Cinema (que en esos entonces se llamaba Era etérea la materia). Entre muchas diferencias, una que subrayo es que, al menos como yo lo vivo, en la novela uno tiene que concentrarse más en la evolución de los personajes (y muchas veces la anécdota sirve para el desarrollo de los personajes) y en el cuento debe concentrarse más en la historia (y muchas veces los personajes son objeto para el desarrollo de la misma). Las subtramas en la novela van multiplicando la complejidad. El cuento tiene, por otra parte, la complejidad de que cada palabra debe ser exacta: por su brevedad, cualquier errata se ve muchísimo.

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Esa imaginación desbordante es, me parece, tu poética. De Gran Fantaseador. El término es tuyo y me gustaría que hablaras de él más a fondo.

Un Gran Fantaseador es quien hace de la imaginación una forma de arte, que busca proponer en el estado del arte de la fantasía. Philip K. Dick, Salvador Dalí, René Laloux, entre otros. Pero lo primero, lo que urge, es reconocer lo que puede sonar como una obviedad: en la historia de la humanidad hay una tradición en el imaginar, y por ende un diálogo en el que se puede proponer en su estado del arte. La fantasía, pues, es un arte que atraviesa, o puede atravesar, a las demás artes, artesanías e ideas del mundo. No soy un Gran Fantaseador, pero me gustaría algún día proponer algo interesante en el diálogo fantasístico. Y ésta es mi ética como modesto imaginador: buscar un día no decir lo mismo, asociar ideas que nunca han sido asociadas. Tal vez nunca lo logre, pero en dicha búsqueda espero, al menos, no decir tantas obviedades. En tanto a fantasía, no me suelen gustar las historias de vampiros o de dragones, sin embargo, en tanto a lo literario, hay muy buenas plumas que las escriben muy bien: arte en tanto literatura, aunque no haya arte en tanto fantasía. Creo que es necesario inventar mundos, conectar de maneras insólitas. Asombrarnos.

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Un libro que te encante y que nadie pensaría que te podría gustar.

Un libro compuesto de varios libros: La Biblia. En serio, está loquísima, divertida, inteligente, emocionante, muy épica, muy bien escrita. Y hay de todo: amor, sexo, imaginación, violencia, sueños, justicia, venganza  y un profundo sentido de lo humano. En particular me gusta Cantar de los Cantares y Eclesiastés (los dos atribuidos a Salomón).

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IMG00330-20120517-2113-1Manuel Barroso nació, creció y murió antes de enterarse de ello. Por eso reseteó la consola y sigue aquí.

Lee como poseso, escucha rap y jazz de forma adictiva, escribe porque le duelen las historias. Odia las verduras.

Mañana comprará un rifle.