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 JHONEN VÁZQUEZ

Ceci Oliveros

 

En la facultad, un doctor tenía el peor caso de halitosis que he visto en mi vida. Nadie se sentaba en los pupitres de frente al escritorio. Mi compañera llegó a rociar desodorante en aerosol sobre el asiento después de que el doctor se retirase. Otro amigo expresó lo que sentíamos, entre arcadas y risas: “Parece que se comió una rata muerta del basurero.”

A veces queremos decir las cosas como las sentimos o pensamos. Es decir, queremos decirles a esas personas con pésimo aliento: “tu boca huele a rata muerta”, pero no lo hacemos porque es grosero y políticamente incorrecto. Entonces lo callamos o lo transformamos de una manera tal que no sea agresiva. Con el tiempo, vamos acostumbrándonos a no decir lo que pensamos directamente, sino traducirlo en un lenguaje secundario, un leguaje de códigos. Algunos escritores utilizan un código triple, es decir, traducen los códigos en formas poéticas o metafóricas, dando como resultado un mensaje que nadie dice para decir cosas que todos piensan.

Cuando esto es exagerado, y las capas de código se hacen engorrosas, viene el gusto por la sinceridad. “Di lo que piensas”. Se confunde el pensamiento sincero con el pensamiento verdadero, creyendo que la sinceridad es sinónimo de alejamiento de los retruécanos vacíos del lenguaje preformateado de la sociedad.

Pero no todo lo que pensamos puede tener sentido. La mente y el mundo son dos esferas coincidentes en algunos puntos y retirados en otros. Así como la realidad no puede succionarnos del todo, nosotros tampoco tenemos la capacidad para comprender el multiverso de lo mal llamado real.

Les comenté en un ensayo anterior (Fantasía) que podíamos encontrarnos con cosas bizarras que nos estremecerían hasta las vísceras. No todo en Fantasía es amigable o etéreo, ni encontrarnos siempre con sueños vaporosos de espejos deformados trastocando nuestra visión de la existencia. En Fantasía puede haber cosas… enfermas.

Espero que no tengan el estómago lleno. Iremos al mundo de Jhonen Vázquez.

Jhonen Vazquez

Empezaré diciendo que Vázquez encierra en un huevo tu idea de lo estético, de lo cómico, de lo usual y correcto, lo fríe, lo voltea varias veces, lo quema y baña en salsa tabasco para lanzártelo a la cara. Podrían pensar que su ascendencia latina (madre mexicana y padre venezolano) sirve de influencia en su obra, pero eso no es para nada cierto. Si acaso menciona algo latinoamericano son los tacos y los burritos, pero sólo para burlarse de ellos. En la preparatoria, el Instituto Mount Pleasant, se la pasaba dibujando en sus cuadernos, y su novia y compañeros de clases le pedían dibujos, sin embargo, para quitárselos de encima, él les entregaba monstruosidades únicamente con el propósito de que dejaran de molestarlo. Durante esa época nació el concepto de “Johnny the Homicidal Maniac”, su primera obra conocida. Sin embargo, es fiel a su origen underground, a pesar de la gran popularidad que obtuvo con “Invasor Zim”, una serie de animación de culto, transmitida por Nickelodeon.

Él no desarrolla historias muy variadas, parece que se esfuerza más en explorar la repulsión sarcástica. Vázquez no dice otra cosa más aparte de lo que piensa. Y lo que piensa… pues… es…

Johnny the Homicidal Maniac

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A principios de los años 1990 la revista Carpe Noctem publicó tiras de una página que destacaban a “Johnny…”, abreviado comúnmente JTHM. Slave Labor Graphics comenzó a publicar una serie de tiras del cómic JTHM en 1995, lanzando después un volumen compilatorio. Esta historia nos mete de golpe a la vida de Johnny, un asesino desquiciado, con unos pocos personajes secundarios dando vueltas por allí.

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Con lo que respecta al diseño, Vázquez utiliza el blanco y negro de forma deprimente, contrastante, y casi con ausencia de grises. Los dibujos son casi geométricos, ojos redondos demasiado grandes y cuerpos casi de palo. No dibuja personas, dibuja deformidades, y si un personaje es “agraciado”, el sentido de la belleza es el equilibrio de formas y ángulos rectos. Lo grotesco domina en toda la tira.

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Johnny, a veces mencionado como Nny, mata de formas creativas. Tortura, despezada, mutila y destripa. Uno de los únicos al que le tiene algo de consideración es a su pequeño vecino Todd, rebautizado como Squee, dado su impulso permanente de chillar de miedo. Este niño es víctima del mundo, y, curiosamente, Johnny lo defiende un par de veces, porque él lucha precisamente contra eso, contra el mundo. Devi es la chica de la historia. Trabaja en una librería y desarrolla sentimientos hacia Johnny que van desde atracción-simpatía-intento de asesinato-miedo-aversión-curiosidad. Pudo haber sido la válvula de salvación para Johnny, sin embargo, él es pieza de una maquinaria invisible de la cual no puede apartarse. A Devi, como al final a Todd, les ha tocado la mejor parte de la historia, han conocido a Johnny y no han muerto.

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Entre chistes crueles, torturas enfermas y estallamiento de vísceras, conocemos la superficie de Johnny, sin saber aún porque diablos está tan loco. Habla con una cucaracha, el Sr. Samsa (referencia a Kafka), y con dos muñecos diabólicos que lo aconsejan, a veces con sus víctimas, y cuando él se vuela los sesos con un dispositivo activado por teléfono, Johnny encara al más allá, entrando de paso a un Paraíso aburrido para llegar a un Infierno réplica del mundo real… sí, porque para Vázquez no hay cosa más espantosa que el mundo real, y el infierno es justamente donde estamos, un lugar repleto de superficialidades, y la tortura eterna no es más que eso, vivir por siempre, esclavizado al dinero, al lujo, a la apatía, a la estupidez y al absurdo. Entonces Johnny, de boca del gran Satán, descubre su misión en la vida (a la cual regresa): ser el destructor de inmundicias de la raza humana. No puede morir, aun cuando lo desea con toda su alma, porque entre estar vivo o estar muerto, para él no hace ninguna diferencia.

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Si esto fuese poco, nos enteramos que su locura es producto de algo más. Hay cosas extrañas viviendo en su casa, seres que se alimentan de sangre, y, cuando en un de tantos giros raros de la historia Devi escapa de allí, pues Johnny la secuestró para matarla, descubrimos que él es el candado a esos seres, de quienes nunca sabremos con certeza si son imaginarios, alienígenas o demoníacos. La casa colapsa en una realidad paralela y Johnny regresa al mundo, muy lejos de allí, preparándose para empezar de nuevo.

JTHM es humor negro que podría confundirse con crítica social. Pero no lo es, porque Vázquez no ataca la estructura de poder o los tabúes, Vázquez ataca todo. El hombre no es más que un insecto estúpido, y las cosas que puede crear o venerar no son más que eso, productos incompletos de un insecto estúpido.

Squee!

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Vázquez toma las anomalías minúsculas de la vida diaria y las amplifica de forma enferma. Ridiculiza lo usual y lo conocido para hacerte reír de ver un perro atropellado. Mi tira favorita es donde planea el cómo hacer una película tan grotesca capaz de hacer que la gente se suicide en la sala, poniendo en el último panel la línea: “y entonces la considerarán una obra de culto, así que seré yo el que me suicide.”

La amplificación de los inocentes miedos infantiles en grotescos horrores es el parámetro que rige las historietas de Squee, publicado en 1997. No son más que las aventuras del otrora personaje de apoyo de JTHM, el pequeño Todd, durante su travesía por el mundo de los adultos. Son todos los temores que un niño pequeño ha tenido alguna vez: mamá no me quiere, papá me detesta, la escuela es terrible, hay un monstruo que se come a los perritos, me secuestrarán alienígenas, los parásitos que viven en las almohadas pondrán huevos en mi cerebro… y Vázquez se las ingenia para seguir sacando risas (“papás, cierren bien la puerta cuando extraterrestres hagan experimentos con ustedes” es una frase tan bizarra como ocurrente, pienso yo). Como obra en conjunto, “Squee!” no tiene un hilo narrativo, ni siquiera coherencia, por lo que el final de la serie es el más ilógico que la torcida mente de Vázquez puede llegar a concebir. A diferencia de JTHM, en “Squee!” no hay una reflexión final clara. El mundo es asqueroso y los que son diferentes a la masa borreguil sufrirán las consecuencias. Punto.

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I feel sick

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En “I feel sick” la protagonista es Devi, la chica sobreviviente al encuentro de Johnny en JTHM. Ella se dedica a pintar ilustraciones para libros sci-fi. El eje argumental es el título mismo, ese sentimiento perenne de malestar que hace expresar tu incomodidad con la realidad. Como cuando estás sentado en un sitio aburrido y de repente tus tripas se retuercen y sientes que el almuerzo empieza a trepar por tu esófago. Ni siquiera te duele la cabeza, estás consciente, alerta, por lo que percibes ese malestar en todo su esplendor. Las palabras salen solas: “me siento enfermo” – “I feel sick”.

Devi escucha voces mientras pinta una muñeca de trapo. La muñeca le habla, perforando pequeños huecos en su psique, mientras, por episodios, recuerda su colección de exnovios fenómenos, culpándolos de su infeliz vida. En un extraño desenlace, descubre que la muñeca es emisaria de otros seres que intentan invadir su cabeza, seres que se expresan en sus pinturas, con la intención de dominarla, transformándola en una asesina serial, como lo hicieron con Johnny. Sin embargo, Devi consigue librarse de estos entes malignos -si es que en verdad existen- para conservar la poca cordura que posee. Sigue sintiéndose enferma, pero ¡hey!, no es la gran cosa. La vida es cruel de todas maneras.

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Este cómic, a diferencia de los anteriores, fue coloreado por una amiga de Vázquez, Rikki Simona, lo que le da una apariencia más pulcra y menos depresiva que los trabajos previos.

Invasor Zim

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En pocas palabras, la trama de “Invasor Zim” va así: un torpe y desquiciado alienígena de la raza irken es designado como invasor del planeta basura llamado Tierra, por lo que se disfraza de niño, y acompañado por Gir, un robot sicótico ataviado como un perro de peluche verde, trata de llevar a cabo sus no muy bien organizados planes malvados. Sin embargo, ha encontrado en esta roca a su némesis, el hijo paranoico de un supercientífico, Dib. Hay guerra entre ambos, aunque Dib debe lidiar también con Gaz, su hermanita gótica que lo detesta infinitamente. Supongo que ya se dieron cuenta que los nombres tienen tres letras, una de las tantas curiosidades de la serie que tiene enajenados a los fanáticos.

Lo más atrayente de “Invasor Zim” es su look tecnogótico, sci-fi con estilo oscuro, proyección de un futuro-presente macabro, lleno de obesos mórbidos o personas de ojos saltones con baba en la boca, en donde ni la ciencia avanzada provista de dispositivos sofisticados como nanorobots, proyectores holográficos o pantallas flotantes pueden removerlos de su estupidez. ¿Visión futurista de Vázquez? No tengo idea, pero aun así la premisa es la misma. La realidad apesta, los humanos e inclusive los alienígenas son estúpidos, y lo único que podemos hacer en nuestro rol de seres medianamente conscientes es matarnos de la risa.

Los capítulos de Invasor Zim no tienen continuidad, porque se basan en alguna situación graciosa o una secuencia de eventos, desarrollándose hasta un final que en varias ocasiones ni siquiera tiene sentido. El objetivo de Vázquez es tomar ideas razonables para destrozarlas y hacerte reír mientras lo hace. “Zim come waffles” fue uno de los episodios que más me ahogó de la risa, y sólo se trata de que Dib intenta grabar a Zim con cámaras ocultas mientras éste se atasca una montaña de… waffles. El estar siendo producido por una canal infantil no frenó su grotesca visión sobre los terrores del mundo. Si bien no hay muertos o eviscerados, hay infinidad de situaciones torcidas, como intercambio de cerebros entre humano y calamar, un hombre que se cree pollo porque quedó atrapado en una botarga, un niño al que se le ha insertado una sonda de felicidad permanente en el cerebro y tiene que sonreír a toda costa, un barro hipnótico que crece hasta estallar en una marea de pus, y el más inquietante a mi forma de ver, Zim robándose y metiéndose órganos de sus compañeritos de escuela, hasta que un par de metros de intestino grueso le escurren por la boca.

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Por supuesto que la serie fue cancelada a las dos temporadas, del 2001 al 2002, pero Jhonen se salió con la suya al terminar “La Navidad más horrible de todas”, habiendo sacado antes otro especial llamado “El espectacular de noche de brujas de horroroso terror”. Los títulos lo dicen todo.  Cosa curiosa, Nickelodeon tardó dos años en saber que él era el desequilibrado creador del cómic «Johnny el homicida maniaco». Creo que no les agradó la noticia.

Everything can be beaten

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Es el primer trabajo colaborativo de Vázquez, donde él escribe y Crab Scrambly dibuja. Es más un pequeño libro ilustrado con un sólo panel por página que un cómic en sentido estricto. ¿Y de que va? Un pequeño ser se dedica a aplastar gatitos con un martillo para hacerlos pulpa. Entonces se da cuenta de que hay una puerta a otro lugar, un sitio luminoso, lindo y feliz, donde sus tiernos habitantes le dan la bienvenida y le dicen que lo aman. Sin embargo, este ser se siente extraviado y vacío en este mundo, porque ha dejado de hacer lo único que conocía: aporrear cosas. Una nube esponjosita trata de animarlo, y él, alegre, se lanza al cielo y cae con la fuerza de un trueno, empuñando su martillo… y transforma a una criaturita rosa en una masa sanguinolenta. “¡Te dimos la bienvenida a nuestro mundo y ahora tu traes dolor, sufrimiento y palizas!”, le reclama la nube esponjosita. En una iluminación que parece combustión espontánea, el pequeño ser se da cuenta de que ese  es el origen de su felicidad, traer dolor y sufrimiento, y el propósito de su vida es aporrear cosas. Y aporrea y aporrea hasta que se cansa de hacerlo. Luego viene la pregunta existencial a la que la gran mayoría nos hemos enfrentado alguna vez, “¿Qué estoy haciendo aquí?”

Los textos y los dibujos son hilarantes, muy al estilo de Vázquez. Contiene algunas metáforas profundas acerca de lo oscuro de la vida y del hecho de aceptarse a si mismo, aun si uno es un ente creado exclusivamente para la aniquilación.

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En la actualidad, es co-creador de la serie de Randy Cunningham: “Ninja Total”, por ser quien diseñó los personajes de esta serie de Disney. Además, es escritor de la serie de Internet “Bravest Warriors” del creador de “Hora de Aventura”, Pendleton Ward. Así que es un ser humano normal, después de todo. Si tienen duda…

Síganlo en Twitter o  chequen su blog.

En resumen, dejando aparte datos curiosos sobre él como el hecho de que deteste dormir o que su seudónimo sea Chancre Scolex, su originalidad es difícilmente superada, es capaz de hacer divertida una matanza, transformar el acto de ir a un baño público en una experiencia traumática y volver asquerosa una escena íntima con solo tres palabras:

“Yes, yes, PUKE!!!” *

Carajo, me estoy riendo de nuevo. Y se me revuelve el estómago.

Esa es la motivación principal de Jhonen Vázquez. Hacerte reír de mundo y del hombre mientras te invade la náusea.

* Por si alguien lo ignora, “puke” significa “vomitar”. ¡Imaginen el resto bajo su propio riesgo!

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Cecilia Oliveros
dark_fairy_by_evergard-d52qkm4Soy una mujer renacentista, amante del té y los gatos. Para mí la literatura, en especial la fantástica, ha sido un deseo innato de mi corazón. He escrito desde que tengo uso de razón. Por lo que soy autodidacta, en cierto sentido, pero en otro, mis maestros han sido los grandes literatos del pasado, y aprendo con base en sus obras.
Soy escritora, amo escribir y seguiré escribiendo hasta que Muerte venga a visitarme