JONATHAN CARROLL

historias de núcleo duro

 

Rodolfo JM

 

A Jonathan Carroll le gusta pasear bajo la lluvia, le gustan los perros (en especial los bullterriers), prefiere a Hawthorne sobre Poe y a los Beatles sobre los Rolling Stones. Nació en USA, donde es un escritor apenas reconocido, a diferencia de lo que pasa en países como Japón, Inglaterra, Alemania y, sobre todo, Polonia, que reciben con entusiasmo cada uno de sus libros. Actualmente vive en la ciudad de Viena, donde trabaja como profesor. Cuenta con las alabanzas de gente como Neil Gaiman, Stephen King, Sting y Juliette Binoche, que suelen mencionarlo dentro de sus escritores favoritos, y aunque la crítica literaria suele calificar su trabajo de literatura fantástica e incluso de realismo mágico, él considera que nunca ha escrito una sola novela de fantasía ni de ciencia ficción.

Por supuesto, quien haya leído al menos uno de los libros de Jonathan Carroll, por ejemplo El mar de madera, puede no estar de acuerdo, y con toda razón. ¿Cómo calificar una novela en la que el protagonista, haciendo equipo con su yo de diecisiete años, viaja al futuro, se enfrenta a alienígenas, detiene una conspiración que busca destruir el mundo y asiste, aunque sólo por un instante, a un concierto de los Beatles?

O qué decir de El país de las risas (catalogada como terror o fantasía, según el reseñista), que cuenta la historia de una biografía monstruosa, un escritor de libros infantiles capaz de dar vida a sus personajes y un pueblo maldito. No hay libro suyo que no incluya apariciones sobrenaturales, perros que hablan o viajes en el tiempo, sin embargo la marca de la casa son los personajes, complejos, familiares y, sobre todo, el realismo.

Jonathan Carroll escribe historias de núcleo duro, toma como modelo el mundo de todos los días, y después, a la manera de Hawthorne, lo hace girar unos cuantos grados a la izquierda. El resultado suele ser fantástico, en el más amplio sentido de la palabra, así que ¿qué demonios pretende Carroll cuando dice que lo suyo no es la literatura fantástica? ¿Busca llamar la atención, quiere ser un provocador, se trata de marketing?

Lo cierto es que, independientemente de lo que digan los críticos o de lo que diga el propio Carroll, no es común verlo en antologías de “género”, ni siquiera en una tan incluyente como la exhaustiva The Weird, compilada por Ann y Jeff VanderMeer, y que recopila trabajos de gente tan disímil como Haruki Murakami, Laird Barron, China Mieville, Julio Cortázar y Augusto Monterroso, entre muchos más. The Weird es un muestrario de lo que los VanderMeer han llamado weird fiction, literalmente “ficción extraña”, es decir, el tipo de ficción que escapa a las clasificaciones facilonas y es capaz de provocar nuestro extrañamiento, razón por la que al menos yo hubiera esperado encontrar a Carroll en ella. Pero las antologías son incompletas por definición y en el caso de una familia tan numerosa y variada como la de la “ficción extraña”, incluso un ladrillo como The Weird se antoja insuficiente, así que tampoco es para tanto.

A propósito, Julio Cortázar llama a ese extrañamiento: “sentimiento de lo fantástico”, y lo explica de la siguiente forma en su ensayo El sentimiento de lo fantástico:

Yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentí siempre, que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos, pasaba, se colaba, un elemento, que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía explicarse con la inteligencia razonante.

Pero volvamos a Jonathan Carroll, a los dolores de cabeza que sin duda ha provocado su obra en decenas de editores, publicistas y críticos y libreros, que no han sabido cómo etiquetarlo. ¿Literatura fantástica, realismo mágico, YAF, weird fiction? Etiquetas, etiquetas. ¿De verdad son tan importantes? Un especialista en inventarios nos explicaría que las etiquetas permiten establecer cierto nivel de control, es decir: nos permiten agrupar, clasificar y elaborar estadísticas, herramientas que cualquiera que haya hecho una tesis académica sabe apreciar con justicia, pero, insisto: ¿al lector deberían importarle?, ¿al autor deberían importarle?

Carroll no niega el uso de elementos fantásticos en sus libros, pero dice:

El hecho de que mi obra contenga esos elementos ocasionalmente, no significa que sean obras de género. Simplemente significa que la historia contiene un perro que habla, o lo que sea. Si una ensalada contiene tomates no la llamamos ensalada de tomates, porque contiene además otras cosas, y una descripción semejante sería simplemente falsa.[i]

Yo agregaría que a un lector/comensal lo que debería interesarle en primera instancia, más allá de los géneros/ingredientes que lo componen, es el resultado final: el sabor, la textura, la frescura, y no la etiqueta que el restaurante pone en el libro/ensalada.

Jonathan Carroll es el tipo de escritor que nos recuerda lo ridículos que pueden ser nuestros prejuicios literarios, nos recuerda el placer de la libertad creativa, de la escritura que no se limita a un sólo género (o artificio, como decía Jorge Luis Borges para referirse al realismo) y se convierte en poética personal, pero sobre todo es el tipo de autor que nos recuerda el placer de la lectura sin etiquetas y el valor que tiene la imaginación incluso en un mundo en el que tantos editores, críticos y escritores se dedican a mirarse el ombligo.

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[i] “Hollywood, Viena, Buñuel y perros que hablan: una entrevista con Jonathan Carroll” (https://arturovillarrubia.wordpress.com/2014/04/11/hollywoodvienabunuel-y-peros-que-hablan-una-entrevista-con-jonathan-carroll/)

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Rodolfo JM

(Ciudad de México, 1973)

Ha obtenido el Premio Nacional de Cuento Julio Torri en 2007-2008, el Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción en 2011, así como mención honorífica en el Premio Nacional de Literatura Policiaca en 2007. Ha publicado los libros de cuento: Todo esto sucede bajo el agua (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2009); Negras intenciones (Jus, 2010); El abismo: asomos al terror hecho en México (Ediciones SM, 2012); y La vida amorosa de las cigarras (Conaculta, 2013).