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LA HERENCIA DE UNA MÁSCARA

Israel Montalvo

 

Siempre me he preguntado si los personajes de ficción derivados de un cómic, específicamente aquellos que engloban el género de superhéroes, pueden tener una representación real en el mundo que habitamos. Más allá de la idea de un poder superior o habilidad que los haga únicos, mi mayor intriga se basa en la idea de la dualidad entre el héroe y el hombre, aquel que habita debajo de la máscara

El uso de la máscara, el manto y la representación arquetípica que posee el héroe al usarla para enfrentar los horrores del mundo, enfundado en esta vestimenta/identidad, me hace preguntarme si este concepto como se aborda en las viñetas puede ser representado en el mundo que habitamos.

Buscando encontrar una respuesta a esta pregunta fue como me acerqué al mundo de la lucha libre mexicana. En específico a la forma y contexto en que se desarrolla en México, que difiere al de Estados Unido o Japón, países donde más arraigo y desarrollo tiene este deporte espectáculo. En la lucha libre encontré un paralelismo entre el uso de la máscara y la doble identidad. El uso de la máscara posee un carácter mítico y simbólico en ambos mundos: la lucha libre mexicana y el superhéroe de cómic. Es parte de su identidad y origen como personaje, un tótem en el cual derivan sus habilidades, llaves, técnicas de pelea, etc.

Unas de las formas de obtener la máscara y poseer la identidad de un personaje es a través de la herencia generacional. Un ejemplo muy representativo sería El Fantasma que camina, creado por el guionista Lee Falk y el dibujante Ray Moore en 1936, donde Sir Cristopher Standish, el comandante de un navío mercante el siglo XVII, jura sobre la calavera del asesino de su padre que él y sus descendientes combatirán la piratería. Dando inicio a un legado que se hereda sistemáticamente, donde la vestimenta como la caracterización del personaje van de padre a hijo hasta llegar al personaje principal de la tira de prensa de los años treinta: El Fantasma número XXI, que existe en el siglo XX y quien toma en su «personalidad civil» el nombre de Kit Walker, alter ego también heredado por sus antepasados.

En la lucha libre mexicana existe un personaje luchístico que adoptó a este personaje. El Fantasma es un luchador mexicano (nacido el 1 de noviembre de 1961 en Michoacán) que fue uno de los pilares en las carteleras estelares del elenco de los superlibres, quienes tenían su sede en el Pavillón Azteca: la casa de la lucha fantástica, ubicada a un costado del estadio Azteca. Su mayor auge se dio en los años ochenta. Este personaje vivió su mayor etapa de luchador como técnico (dentro de la lucha libre mexicana se representa la lucha arquetípica entre el bien y el mal dividiéndola en dos facciones; el rudo representa a los villanos, y su contraparte, los héroes, son representados como los técnicos).

Poseía una vestimenta similar al personaje de las tiras de periódico y, al igual que el personaje en que se inspiró, heredó su personaje a su hijo, que durante varios años se presentó como El hijo del Fantasma hasta perder la máscara en 2018 en el evento Triplemanía XXVI. Posteriormente se reenmascaró al ser parte de la empresa WWE, dentro de su programa NXT, donde se modificó el diseño original de la máscara y se conservó el nombre en español del personaje para alejarlo del personaje de ficción creado por Falk y Moore. Esta situación no tuvo una larga duración: a pesar de tener una buena aceptación con el público estadounidense, había una enorme molestia del aficionado mexicano. En México, la pérdida de una máscara es más que solo la culminación de una gran rivalidad, la última lucha entre dos personajes antagónicos, una tradición que no respetó con este nuevo enmascaramiento.

 Aun así, cabe destacar la similitud entre la herencia de personajes, el sucesor que ocupa el manto de su padre o su mentor. En los cómics podemos ver este hecho con el Fantasma o, en los noventas, durante la saga “La caída del murciélago”, Bruce Wayne (mentor) hereda el manto del murciélago a un joven Jean Paul Valley, quien hasta ese momento era “Azrael”, después de que Bane le rompiera la columna vertebral a Batman, paralizándolo de la cintura para abajo y obligándolo a usar una silla de ruedas.

Esta similitud del pupilo, heredando tanto el manto como el personaje y las características que lo identifican, lo podemos ver en el personaje de Blue Demon dentro de la lucha libre. Este luchador fue unos de los históricos en México, aunque más un antihéroe que héroe. A su muerte heredó su personaje a su hijo adoptivo, que en un inicio le costó adoptar este personaje por su peso histórico. Gradualmente fue dotando de una nueva vitalidad y nuevos rasgos de identidad al personaje heredado.

Una de las situaciones que más me ha llamado la atención en arcos argumentales de personajes como Spiderman o Batman, es que el manto a veces pareciera tener vida propia, incluso una conciencia, que se desata cuando el personaje se enmascara. La similitud con la lucha libre continúa en este apartado, ya que muchos luchadores que he conocido y tratado a lo largo de los años me han comentado una conexión similar con su máscara, algo parecido a un desdoblamiento de la personalidad que se manifiesta al ser usada.

La máscara es uno de los elementos determinantes de ambos conceptos y que ha adquirido una prioridad determinante para su ocupante. A la vez, son elementos de la cultura que los origina: en Estados Unidos los cómics de superhéroes tienen en la actualidad una vigencia absoluta con sus adaptaciones fílmicas y la lucha libre en México es parte determinante del folclor originado en el siglo XX en este país.

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Israel Montalvo

(CDMX, México)

Como escritor e ilustrador ha publicado en diversas revistas literarias, cómics y libros.

Ha participado en diversas antologías de cuento en México, España, Uruguay, Argentina, Perú, Chile, Guatemala, Venezuela y Colombia.

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