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LOS DETECTIVES Y EL MAL

I

 

Rodolfo JM

 

El problema del mal

¿Qué es el mal?, se pregunta Patrick Bateman, protagonista de American Psycho, la novela de Bret Easton Ellis que escandalizó a la sociedad norteamericana con el comportamiento de su personaje principal, un joven y adinerado ejecutivo de Wall Street que durante su tiempo libre es también asesino en serie.

El malcontinúa Bateman ¿es algo que uno hace, o algo que uno es?

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No se trata de una pregunta ociosa. De hecho, es una de las problemas clave de la filosofía: El problema del mal, también conocido como La paradoja de Epicuro, plantea lo siguiente: ¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces no sería omnipotente. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces la maldad? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?

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Los detectives duros

Para la literatura policíaca, cuyas raíces se asientan en el relato jurídico y el relato enigma, el asunto del mal es también el de la misma ejecución del crimen. Es decir: alguien transgrede los valores sociales y a cambio recibe el castigo de la sociedad, o se parte de un misterio inaccesible para los métodos policíacos a la orden, salvo para la superlativa capacidad de observación de un detective.

La novela hard boiled norteamericana y sus principales representantes, los desiguales Dashiell Hammet y Raymond Chandler, sabían perfectamente que las cosas no son tan simples, que ni los sistemas políticos de los países más poderosos han encontrado la manera de garantizar a todos sus ciudadanos un mínimo de bienestar social, con trabajo digno, alimentación, atención médica y educación básica. Sabían muy bien que la opresión de las grandes ciudades favorece la depredación humana, la corrupción de las instituciones; y sobre todo sabían que un simple acto, e incluso un accidente, bastan para convertir en criminal a una persona honorable. Sin embargo los detectives icónicos del hard boiled: Sam Spade y Phillip Marlowe, (curiosamente ambos interpretados en el cine por Humphrey Bogart), hombres que acostumbraban caminar sobre la cuerda floja, solitarios bebedores, tipos duros, desencantados pesimistas que personificaban la lucha del individuo contra la sociedad, eran al mismo tiempo unos románticos que conservaban la fe en el sueño americano y sus instituciones.

Sam Spade

Sam Spade

Philip Marlowe

Phillip Marlowe

Para ellos, y para la literatura policiaca tradicional, quien hace el mal lo hace siempre motivado por motivos externos, políticos, geográficos, económicos y, sobre todo, sociales: el desempleo, las adicciones, la enfermedad, la miseria.

El mal es provocado, viene de afuera.

El mal es algo que uno hace.

Los detectives ocultos

Resulta cuando menos lógico que a mediados del siglo XVIII, en pleno siglo de las luces, la época de la Ilustración y el enciclopedismo, la literatura adoptara como suyos los relatos de terror sobrenatural. Todas esas historias que se contaban a la luz de las velas de pronto se convirtieron en elementos de la literatura fantástica. Se les etiquetó como folklor, pero no por ello perdieron su misterio ni su fascinación. Por el contrario, la literatura gótica era uno de los entretenimientos más populares de la época, el equivalente a las telenovelas y series de hoy en día. La época era una de grandes descubrimientos y avances científicos, sí; pero también del auge de los espiritistas, adivinadores, magnetistas, y magos; la era dorada de las sociedades herméticas.

Auguste Dupin

Auguste Dupin

Si bien Edgar Allan Poe, con sus relatos protagonizados por Auguste Dupin, sienta las bases de la literatura de investigación (recordemos que en ese entonces no existía la palabra detective, que proviene del latín detectare: descubrir.), quien la perfecciona es Arthur Conan Doyle.

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Sherlock Holmes, al igual que Auguste Dupin, no es un policía, sino un aristócrata de formación científica y, sobre todo, un gran observador. Los misterios que se le ponen en frente, algunos, en apariencia inexplicables e incluso sobrenaturales, resultan transparentes a la luz de su lógica. Tendrían que pasar casi diez años después de la primera aventura publicada de Sherlock Holmes para que encontremos en la literatura a un investigador enfrentado a lo sobrenatural: el doctor Abraham Van Helsing, quien apareciera en la novela de Bram Stoker, Drácula, publicada en 1897.

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Abraham Van Helsing

En 1908, Algernon Blackwood publica la primera aventura del Dr. John Silence, un psíquico aristócrata que al igual que sus contemporáneos aplica en sus casos el método científico basado en la observación y la lógica, pero a diferencia de esos mismos contemporáneos, John Silence cree firmemente en un más allá separado del nuestro por líneas apenas definidas. Así, al final, la lógica detectivesca cede ante la innegable presencia de lo sobrenatural y lo oculto. No es gratuito que Blackwood, considerado uno de los autores más reconocidos y consistentes de la literatura fantástica y de terror, fuese miembro de la Orden Hermética de la Golden Dawn, al igual que Arthur Machen.

John Silence

John Silence

Entre 1910 y 1912 el escritor inglés William Hope Hodgson publicaría seis historias cortas cuyo protagonista, Thomas Carnacki, sería conocido como “el cazafantasmas”. Carnacki no es un policía ni un detective, sino un hombre con amplio conocimiento del mundo paranormal. Sus métodos incluyen el científico, pero también rituales antiguos, y en particular un artefacto de su propia invención llamado el pentágono eléctrico, que le sirve para protegerse de entidades malignas. Si bien el estilo de Hodgson se aprecia recargado y poco ágil, su imaginación y su capacidad para retratar la época victoriana hicieron de Carnacki un personaje tan popular que es posible encontrarlo en obras posteriores, como la novela gráfica La liga de los caballeros extraordinarios, el ciclo de Los mitos de Cthulhu y la serie de televisión Dr. Who.

Thomas Carnacki

Thomas Carnacki

Contemporáneo de Lovecraft, y fuertemente influido por las creaciones de Blackwood y Hodgson, Seabury Quinn crea al detective francés Jules de Grandin, quien comparte formación científica con Silence y Carnacki, pero además se trata de un ex agente de la Sureté francesa, acostumbrado a la acción física más que a la observación. Alguien que se dedica a la investigación policíaca como actividad profesional. Las aventuras de Jules de Grandin se publicaron en la revista pulp norteamericana Weird tales entre 1925 y 1951, y el personaje llegó a ser tan popular que al igual que le sucediera a Conan Doyle con su Sherlock, opacó en vida la figura de Quinn.

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A diferencia de Van Helsing, un cazador con formación científica, John Silence, Thomas Carnacki y, sobre todo, Jules de Grandini, se ajustan más al modelo del detective moderno, aunque no representan el triunfo de la ilustración, la lógica y la ciencia; por el contrario, representan el conflicto de éstas con lo antiguo, con lo oculto, con aquello cuya naturaleza resulta inexplicable. Para ellos el mal también es algo que uno hace, pero, sobre todo, algo que pertenece a un orden inhumano, es decir: algo que viene de fuera.

El hombre no es malo, convive con el mal.

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Continuará…

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jmRodolfo JM (Ciudad de México, 1973)

Ha obtenido el Premio Nacional de Cuento Julio Torri en 2007-2008, el Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción en 2011, así como mención honorífica en el Premio Nacional de Literatura Policiaca en 2007. Ha publicado los libros de cuento: Todo esto sucede bajo el agua (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2009); Negras intenciones (Jus, 2010); El abismo: asomos al terror hecho en México (Ediciones SM, 2012); y La vida amorosa de las cigarras (Conaculta, 2013).