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LOS PERFUMES DE ARABIA

Bernardo Monroy

 

Here’s the smell of the blood still. All the perfumes

of Arabia will not sweeten this little hand.

William Shakespeare / Macbeth. Act V, Scene I

 

 

 

3.- ANDRES Y VIRGILIO

 

La casa perteneció a una pareja de ancianos que murieron o quizá estaban buscando comer carne humana en algún lugar del mundo. Tenían un video formato VHS (sólo unos ancianos podían ver películas en videocasetera) de “El Mercader de Venecia” que Virgilio descubrió con regocijo. Por su parte, Andrés tomó una peluca rubia de la anciana que se puso en la cabeza, después sostuvo el bastón del anciano y comenzó a cantar a su amigo, tapándole la pantalla del televisor justo cuando Shylock pide una libra de carne:

¿Por qué encerrarte en la habitación? Ven y decídete, La vida es un cabaret, oh sí. Vamos al cabaret…

—Si lo que quieres —dijo Virgilio de mala gana— es que vayamos a buscar comida y medicina, sólo dilo: “vamos a buscar comida y medicina”. No hay por qué imitar a Liza Minelli.

Los dos salieron de la casa. A lo lejos, un auto chocado. Un incendio, el cadáver de una madre abrazando a su bebé. Su cuerpecito estaba repleto de mordidas. Basura, excremento, perros muertos, sangre embarrada en las paredes, entrañas esparcidas por la acera, gritos humanos se escuchaban a lo lejos, y gruñidos de zombies que alguna vez lo fueron.

Llegaron a un hospital. Antes de buscar comida, tenían una prioridad: Andres, insulina. Virgilio, medicamentos antirretrovirales. Después de buscar por el hospital encontraron lo que buscaban. Andrés se sentó en el suelo de linóleo del hospital. Y de nuevo volvió a llorar.

—Virgilio… ¿Sabes que algún día se acabarán nuestros medicamentos? Ya no hay quien produzca lo que necesitamos para nuestras enfermedades no avancen…

—Por eso se llaman “enfermedades crónico degenerativas”, güey.

—Nos podemos salvar del virus zombie —prosiguió—. Pero no del sida y la diabetes… te aseguro que esto jamás lo contemplo George Romero ni Robert Kirman.

—Es lo que nos dejaron nuestros seres queridos. Y es un duelo que debemos enfrentar.

—¿Hablas del duelo por la pérdida o del duelo contra un mundo infectado de zombies?

—Ambos —susurró, mientras daba una palmada a Andrés—. Es la muerte. Tenemos que vivir enfrentando la muerte. Enfrentar en nuestro interior lo de tu madre y mi esposa, y enfrentar a los muertos ambulantes. Y no podemos huir. Recuerda lo que dice Lady Macbeth a su esposo: Aún queda olor a sangre. Todos los perfumes de Arabia no darán fragancia a esta mano mía. Tenemos que soportar el olor de la sangre. Creo que Shakespeare se aplica para todo, y tanto enfrentar el duelo como vivir en el Apocalipsis Zombie no es la excepción.

—Pinche Virgi. Tan mamón y tan rollero.

Caminaron por el hospital hasta llegar a la sala de urgencias. Estaba repleta de cadáveres. Aparentemente, antes de que empezara el fin del mundo, antes de que la epidemia se extendiera, los hospitales estaban repletos de infectados. Los hospitales fueron, paradójicamente, los mayores focos de infección. “Al menos ya sabemos que todo empezó así”, pensó Andrés, quien estaba tan concentrado, que ni siquiera se dio cuenta que el zombie de una enfermera estuvo a punto de morderle el cuello… pero como era usual, Virgilio le salvó la vida, enterrando una jeringa en el ojo de la muerta viviente, que convirtió su constante y monótono gruñido en un alarido.

—¡Enfermera zombie! ¡Como en Resident Evil!

—¡Corre, Andrés! —gritó Virgilio—. ¡Corre por tu puta vida!

Salieron del hospital mientras la enfermera los perseguía. Virgilio estaba aterrado, con el rostro blanco, mientras que Andrés corría extendiendo las manos, mientras cantaba con un tono de Stacee Jaxx en “La Era del Rock”:

Strangers waiting, up and down the boulevard / Their shadows searching in the night / Streetlights people, living just to find emotion…

A final de cuentas, ese era el tema musical perfecto para que cayera el telón.

BERNARDO MONROY

Bernardo Monroy nació en 1982 en México D.F. y actualmente vive en León, Guanajuato. Es periodista y ha publicado el libro de cuentos “El Gato con Converse” y la novela “La Liga Latinoamericana”, así como la novela electrónica “Slasher”, disponible gratuitamente en el portal Zona Literatura. Es aficionado a los videojuegos, los cómics y los géneros de terror, fantasía y ciencia ficción, y escribe porque está frustrado, ya que nunca pudo ingresar a la Escuela de Jóvenes Dotados del Profesor Xavier. Sus textos han sido traducidos al klingon y al élfico.