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LOS QUE SUSURRAN EN EL CINE

monstruos lovecraftianos

Miguel Lupián

 

 

Jamás permitiré que nada con mi firma sea banalizado y

 vulgarizado hasta convertirlo en la clase de tontería infantil

que se ofrece a los públicos de la radio o el cine

 con la etiqueta «historias de terror”.

Lovecraft

 

A pesar de esa declaración, Lovecraft, a setenta y cinco años de su muerte, es una referencia obligada en el cine de horror.

Sus atmósferas cargadas de misterio, sus historias de locura con un pie en la ciencia ficción y con el otro en el horror y sus monstruos -sobre todo sus monstruos- han llenado la pupila de directores y guionistas.

Lamentablemente, el 90% -si no es que más- de las versiones cinematográficas lovecraftianas se ha quedado sólo en un buen intento (por decir lo menos). Películas de bajo presupuesto a las que perdonamos sus deficiencias con tal de que sigan manteniendo vivo al “abuelo”.

Su principal deficiencia es que le dan prioridad a los monstruos en lugar de a la atmósfera. Es decir, al terror en lugar de al horror.

El panorama no sería tan abominable si, al menos, los monstruos estuvieran bien hechos. El (grave) problema es que los monstruos de Lovecraft no son cualquier tipo de monstruos.

Veamos algunos:

YOG-SOTHOTH

Es un conglomerado de esferas iridiscentes, pero también puede adoptar formas sólidas, líquidas o gaseosas. Existe en todo tiempo y en todo espacio. Es conocido como El Que Acecha en el Umbral.

Yog-Sothoth conoce la puerta. Yog-Sothoth es la puerta. Yog-Sothoth es la llave y el guardián de la puerta. Pasado, presente y futuro, todo es uno en Yog-Sothoth. Él sabe por dónde entraron los Grandes Antiguos en el pasado, y por dónde volverán a irrumpir otra vez. («El horror de Dunwich», 1928)

CTHULHU

Suele recordar a un humanoide con garras, cabeza de pulpo y enormes alas de murciélago. Duerme en R´lyeh, pero un día despertará (cuando las estrellas estén alineadas) para dominar al mundo.

Lentamente, entre los horrores distorsionados de aquella escena indescriptible, la hélice empezó a  golpear las aguas letales, mientras en el osario que era la costa, sobre las construcciones que no eran de este mundo, la Cosa titánica venida de las estrellas babeaba y gemía como Polifemo maldiciendo la nave en fuga de Odiseo. Después, más audaz que los cíclopes de la leyenda, el gran Cthulhu se deslizó grasiento en el agua y dio comienzo a la persecución con unos golpes que alzaron olas de potencia cósmica. («La llamada de Cthulhu», 1932)

ANTIGUOS

Sus rasgos incluyen elementos tanto del reino animal como del vegetal. Prefieren vivir bajo las aguas, pero pueden volar y morar sobre la tierra sin ningún problema. También se les conoce como Primordiales.

Los objetos tienen ocho pies de largo en total. Torso cilíndrico de seis pies, con cinco protuberancias… Alas membranosas de siete pies… En el ecuador, en el ápice central de cada una de las protuberancias verticales con forma de duelas, hay cinco sistemas de brazos o tentáculos flexibles… En la parte superior del torso, cuello romo y bulboso, de color gris más claro, con primordios de branquias; sostiene una cabeza amarillenta, con forma de estrella de cinco puntas… («En las montañas de la locura», 1931)

 

SHUB-NIGGURATH

Cuando se le convoca aparece como una nube nociva de la que continuamente emanan (y son después reabsorbidos) zarcillos y patas con pezuñas. Se le conoce como La cabra negra de los bosques con el millar de retoños.

Que se canten sus alabanzas, / y que se recuerde la abundancia / al Chivo Negro de los Bosques. / ¡Iä! ¡Shub-Niggurath! / ¡El Chivo de Mil Descendientes! («El que susurra en la oscuridad», 1930)

Resulta evidente que trasladar a estas criaturas fantásticas del papel a la gran pantalla -sin que pierdan su majestuosidad y misticismo- es una tarea casi imposible. Afortunadamente, contamos con el otro 10%, al que pertenecen películas con las que el propio Lovecraft se sentiría satisfecho. La más reciente de ellas es El que susurra en la oscuridad (The whisperer in darkness, Sean Branney, 2011).

Filmada en blanco y negro y con toda la estética de las películas de monstruos de los años treinta, esta película, mezcla perfecta de horror y ciencia ficción, utiliza uno de los monstruos menos utilizados o referidos en el cine lovecraftiano: el Mi-Go.

MI-GO

Se parecen a crustáceos con alas y cabezas ovaladas, que cambian de color continuamente. Habitan en muchos planetas y tienen un puesto avanzado en Plutón (conocido como Yuggoth). Mediante cirugía, pueden extirpar el cerebro de cualquier criatura y trasplantarlo a un cilindro metálico y transportarlo a Yuggoth.

…las criaturas eran una especie de enormes cangrejos rosados con varios pares de patas y con dos grandes alas membranosas en medio de la espalda. A veces caminaban sobre todas las patas, y a veces sólo sobre el par trasero, utilizando los demás para transportar objetos de naturaleza indeterminada. («El que susurra en la oscuridad», 1930)

El cuento sufrió ajustes mínimos -como el recorte de la parte epistolar y la adición de nuevos personajes- para agilizar y refrescar la historia. Recordemos que Branney y Leman son los responsables de otra maravillosa aportación al 10%: La llamada de Cthulhu (The call of Cthulhu, Andrew Leman, 2005).

El resultado es sencillamente espectacular, y estoy seguro que, tanto la cinta como el monstruoso Mi-Go, se convertirán en clásicos del género.

Afortunadamente, los monstruos lovecraftianos seguirán susurrando en las salas de cine.

 

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Miguel Antonio Lupián Soto 

Ex alumno de la Universidad de Miskatonic, feligrés de la iglesia Cthulhiana y devoto de San Lemmy.

www.mortinatos.blogspot.mx

http://www.mortinatos.tumblr.com