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THE RED WING

la guerra contra el futuro

(Jonathan Hickman & Nick Pitarra, Image, 2011)

Pok Manero

 

 

Según yo, siempre ha habido tercias de escritores que definen las tendencias en el mundo del comic. En los años 80, quienes marcaban la pauta eran Alan Moore, Neil Gaiman y Frank Miller. Otra tercia que de algún modo complementa el trabajo de ellos es la conformada por Grant Morrison, Warren Ellis y Garth Ennis. La década pasada fue marcada por los trabajos de Brian K. Vaughan, Robert Kirkman y Bill Willingham. Y, a mi parecer, en la actual década hay tres -o cuatro- autores a los que hay que prestar especial atención: Jeff Lemire, Nick Spencer y Jonathan Hickman (el cuarto que podemos considerar, a pesar de romper el bonito patrón de tercias, es Scott Snyder). Tal vez la idea de formar estos grupos de tres carece por completo de validez, pero a mí me ha servido en mi búsqueda de buenos comics. Procuro seleccionar un grupo limitado de escritores para dedicarme a seguir sus proyectos, escogiendo a los que tienen muchas obras buenas y que casi nunca decepcionan. Es así como recientemente he enfocado mi interés en el trabajo de Hickman.

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El año pasado apenas tuve la oportunidad de leer su debut, The Nightly News, un comic lleno de ira e ideas peligrosas sobre una secta de gente que mata periodistas como venganza por la manipulación impune que hacen de la verdad. Ahora pude leer un trabajo más reciente de él al cual desde hace tiempo había querido echarle un ojo: The Red Wing. Con tan solo cuatro números, esta miniserie entra de lleno y sin tapujos al reino de la ficción especulativa o, como se le conoce en nuestro idioma, Ciencia Ficción.

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La historia transcurre en tres tiempos: then, now y tomorrow (uso los términos en inglés para evitar confusiones). Nos cuenta sobre una guerra que se lleva a cabo a través del tiempo, con naves “temporales” (en lugar de espaciales) que viajan de época en época para llevar a cabo sus batallas. En el “pasado”, Robert Dorne es atacado junto con su escuadrón y, al ser destruidas sus naves, la energía cronal los reduce a polvo. En el “presente”, su hijo Dominic se enlista para luchar contra los mismos atacantes del “futuro” con la esperanza de algún día encontrar a su padre con vida en otra era. Ambas historias se van desarrollando, la del crono-náufrago y la de su descendiente, tramando una red de arrepentimientos y responsabilidades que sólo al final queda claro cómo entran en juego y se interrelacionan.

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Hickman nos plantea algunos conceptos interesantes, como que el tiempo no es lineal sino elíptico. Más aún, el “disco” que es el tiempo está compuesto de varias “rebanadas” y cada una de estas es un momento que vibra a una frecuencia distinta a los demás, haciendo del tiempo una acumulación de momentos que ocurren simultáneamente, pero a diferentes frecuencias. Así, viajar en el tiempo es atravesar esta pila de momentos, yendo no de un punto a otro sino de frecuencia en frecuencia. Pero también se puede viajar horizontalmente, de una pila de momentos a otra, y si se viaja a una tan apartada que al mismo tiempo se cambia de ciclo, creamos una realidad divergente.

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Todo esto -sin duda muestra de la influencia de Warren Ellis en el escritor- puede resultar muy confuso, pero simplemente ayuda a cimentar la noción de que no hay paradojas al viajar por el tiempo. De este modo, se puede combatir contra residentes de nuestro propio futuro, quienes se empeñan en robar recursos naturales de otras épocas como parte de su proyecto por crear el mejor futuro posible. Así tenemos una historia con grandes sacrificios, actos heroicos, acción, reproches, tragedia y la inevitabilidad del destino, con una visita a la América prehispánica y muchas teorías que hacen volar la imaginación.

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El arte de Nick Pitarra -quien también colabora con Hickman en The Manhattan Projects– es reminiscente al estilo grotesco-estético de Frank Quitely pero con su propia voz, se siente menos una copia que los dibujos de Chris Burnham en Batman Incorporated. Sus diseños de naves son sobrios y sencillos, su manejo de viñetas es excepcional al momento de ilustrar el paso entre épocas y su forma de retratar la violencia es al mismo tiempo gráfica y elegante. Todo esto hace de The Red Wing un comic digno de revisar y confirma que Jonathan Hickman es un autor a quien hay que seguirle la pista, en particular si se trata de sus proyectos con editoriales independientes.

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pokAdrián “Pok” Manero, tras años como lector asiduo, decidió que el siguiente paso en su manía consistía en elaborar sus propias ficciones. Se dedica compulsivamente a leer comics y libros y a ver películas, quisiera ser como los gatos y disfruta escribiendo sobre sí mismo en tercera persona.  vinetaspalabrasyfotogramas.blogspot.com