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15 DATOS DE LA ÉPOCA VICTORIANA

para impresionar a tu pareja y amigos 

Bernardo Monroy

 

 

1

Las agrupaciones criminales que describe Charles Dickens en Oliver Twist son bastante reales. Una de ellas fue “The High Rip Gang”, que tenía por costumbre esperar en las esquinas a las victimas que iban a asaltar, por lo que también se les llamó “The cornerers”, es decir, “los esquineros”. Otra de ellas fue “The Peaky Blinders”, cuya arma principal era esconder cuchillos curvos en las viseras de sus boinas.

2

Uno de los trabajos menos gratificantes en la época era el de los “Hombres de la Resurrección”, que se dedicaban a desenterrar cadáveres para vendérselos a estudiantes de medicina. La clandestina labor de estos tipos eran tan grande, que junto con el ataúd las funerarias vendían las “mortsafes”, que eran jaulas que rodeaban la tumba para así impedir la profanación.

3

La egiptología era una obsesión y una moda en la época victoriana. La afición entre la clase alta era tal, que celebraban fiestas de “desvendados” en las que se compraba una momia egipcia y se contrataba a un egiptólogo o un médico para ir abriendo el cuerpo y ver qué tesoros se encontraba. Uno de los diseccionadores más famosos fue el experto en anatomía del Hospital Charing Cross, Thomas Pettigrew.

4

La Inglaterra del siglo XIX se caracterizó por ofrecer empleos que hoy en día resultarían inverosímiles. Uno de ellos era el de “cazador de ratas”. Se trataba de personas que se dedicaban única y exclusivamente a atrapar a esos animales en las mansiones de la clase alta. Incluso la Reina Victoria tuvo su “ratcatcher” particular, de nombre Jack Black.

5

Los pasatiempos de la clase alta en el Londres victoriano pasaban de lo excéntrico a lo grotesco. Uno de ellos era el “memento mori”, que en latín significa “recuerda que morirás”: tomar fotografías de los familiares recientemente fallecidos, porque en la época la fotografía era costosísima.

6

La creencia en la magia y el espiritismo era parte de la cotidianidad. Sir Arthur Conan Doyle cayó en la farsa montada por unas niñas que juraban tener contacto con hadas. A este caso se le llamó “Las hadas de Cottingley”. La reina Victoria tenía contacto con espiritistas y Charles Dickens creía en doctrinas como el mesmerismo.

7

Uno de los géneros literarios más célebres fue el de las “school stories”, cuya trama principal se centra en la vida de un grupo de muchachos (as) en escuelas o en internados. “Viceversa” de F. Ansey es un buen ejemplo: trata de un padre y un hijo que, tras tocar una piedra mágica, se cambian de cuerpos. La historia fue adaptada en una versión contemporánea. Las “school stories” evolucionaron hasta convertirse en novelas como la saga de Harry Potter.

8

Uno de los géneros literarios más populares fueron los “Penny Dreadfuls”. Se trataba de publicaciones serializadas que recopilaban crónicas extremadamente sangrientas y morbosas y que se vendían a precio de penique, de allí su nombre. Entre las historias narradas destacó la del caso verídico de Benjamin Baker, mejor conocido como Sweeney Todd, el barbero demoníaco de Fleet Street.

9

La homosexualidad era un tema tabú en la época. Tan vetado estaba que Oscar Wilde lo llamaba “el amor que no puede decir su nombre”. Incluso se sospechaba de la heterosexualidad del genial poeta Lord Tennyson. Con respecto a Sherlock Holmes y el Dr. Watson, se han levantado especulaciones que rayan en lo absurdo: en el relato “La aventura de los tres estudiantes” Watson señala que en 1895 dejaron Londres, él y su amigo el detective, debido a “una combinación de eventos que no profundizaré”… Curiosamente fue el año que, tras los juicios a Oscar Wilde por sodomía, hubo en Londres una caza de brujas de homosexuales. ¿Bien raro, no?

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No todos los libros que destacaron en la época victoriana eran de literatura. También estuvieron manuales de moral y buenas costumbres, como The child companion and juvenile instructor, y El libro de etiqueta de Lady Gough, que alcanzaban niveles de moral que hoy en día rayarían en lo ridículo, como no ordenar los libros en tu librero mezclando hombres y mujeres, a no ser que estuvieran casados.

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Pese a que el sexo era un tema muy vetado, había pornografía y erotismo al por mayor, aunque se vendía en la clandestinidad. Uno de los editores más destacados de libros pornográficos fue William Lazenby, quien fue algo así como el Hugh Heffner de la época victoriana.

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Pese a que fue una época de fecundidad literaria, no todas las manifestaciones literarias estaban en los libros. Existían las baladas callejeras, que a manera de los juglares y trovadores de la edad media, contaban historias tanto ficticias como verídicas de la época.

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La clase media y baja también tenía sus hobbies y formas de entretenerse. Una de ellas eran las peleas clandestinas (una escena de cómo eran la vemos en la película Sherlock Holmes de Guy Ritchie), que a veces no terminaban hasta que uno de los dos peleadores moría; otra, visitar los “freakshows” o espectáculos de fenómenos, donde uno gozaba viendo personas con deformidades físicas.

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Así como proliferaban las ciencias ocultas, la creencia en magia negra y el espiritismo, también hubo su contraparte: investigadores de lo oculto en el más puro estilo de John Constantine o Los Cazafantasmas. Uno de los más famosos fue Harry Price, quien se dedicó a desenmascarar fraudes paranormales. Fallidamente intentó comunicarse con el fantasma del escritor J.W. Goethe. En su autobiografía Búsqueda de la verdad (Search for Truth), narra sus intentos de encontrar el mundo sobrenatural.

15

No todos los detectives eran el ficticio Sherlock Holmes. También destacaron el inspector Frederick Amberline, famoso por seguir la pista a Jack el Destripador, y Robert Peel, quien fue el primer ministro de Reino Unido y desarrolló principios policiales basados en la confianza y en que la efectividad de la corporación no se mide en el número de arrestos, sino en la confianza que genera y en la aniquialción del crimen… aunque parecen obvios, muchos policías del siglo XXI parecen hacer caso omiso.

 

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MonroyBernardo Monroy nació en 1982 en México D.F. y actualmente vive en León, Guanajuato. Es periodista y ha publicado el libro de cuentos El Gato con Converse y la novela La Liga Latinoamericana; así como la novela electrónica Slasher, disponible gratuitamente en el portal Zona Literatura, y W.M.D. y Segunda Temporada, aquí, en Penumbria. Es aficionado a los videojuegos, los cómics y los géneros de terror, fantasía y ciencia ficción, y escribe porque está frustrado, ya que nunca pudo ingresar a la Escuela de Jóvenes Dotados del Profesor Xavier. Sus textos han sido traducidos al klingon y al élfico.