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APÓCRIFA

el tornado de gusano

 

Enrique Urbina

 

Hay Historia. Hay historia. Hay historias. Hay formas, discursos, medios, canales. Hay lenguaje. Y no hay nada: el vacío que el tiempo supone sobre la acción. Termina en pérdida. Entonces quedan restos: lo contado y su potencia de sobrevivir y multiplicarse. De abrir caminos y mundos y realidades. ¿Pero qué se cuenta en esos fragmentos que quedan después de la certeza de la nada? ¿Para qué? ¿Y qué es esa narración? ¿Qué implicaciones tiene? No efectos, no repercusiones. Implicaciones. Tal vez una mezcla de la enumeración inicial (de este texto y de todos) que crea memoria y porvenir. Entonces todo sería un vórtice, un tornado que engulle lo que produce y así hasta el infinito hasta llegar al silencio total del ruido que causa la voz/escritura que cuenta algo.

Pero la memoria es un montaje y el porvenir un espejo. Ambos son ficción. Y volvemos a lo mismo.

Rafael Villegas, autor de Apócrifa (Paraíso Perdido, 2017) explora y se sumerge y entra en esta cuestión de lo que queda y lo que precede al acto de narrar.

¿Qué es Apócrifa? Un asombro, una grieta en la literatura mexicana del país. Es un proyecto como pocos por su ambición con el lenguaje y con las historias que contienen (y que se complementan).

Apócrifa es casi un libro de cuentos fantásticos.  Es Legión. Son varios, dos, libros, que son uno: el Libro Negro y el Blanco. Se empieza y termina por ambos. Hay un orden pero sólo se adivina cuando se lee la totalidad de la obra. O al menos la que está contenida en esas páginas. ¿Y qué hay en ellas? Una colección de historias que podrían ser narraciones totales hechas pedazos. O narraciones fragmentarias hechas una total. Apócrifa es una serie de textos que son unidos por una voluntad que está más allá del autor. Apócrifa es una puesta en tensión de lo que entendemos por fantástico y sus géneros autoflagelantes (cómo les encanta hacerse los sufridos en este país) como el horror, la ciencia ficción, el relato mitológico, el weird

¿Cómo lo logró Villegas? Con un estilo propio para cada historia. Porque su voz es una que permanece, pero tiene también la capacidad de mimetizarse con su entorno, con lo que necesita la narración. “Polifonía” es un término que normalmente se escucha o se lee en textos críticos sobre novelas; sin embargo, sucede con el libro(s) en cuestión: el autor en Apócrifa cede su voz y así construye una realidad rica y diferente, con sus necesarios claroscuros, ambigüedades y, sobre todo, espacios de incertidumbre. Materia negra.

Rafael Villegas

Villegas es historiador de profesión. Investigador. ¿Ahí estará el secreto de su estilo y objetivo de escritura? Una capa, al menos, como en las que se mueve su libro. Creo que se necesita de alguien que conozca la Historia (o historias, en el caso de un archivo) para modificarla, intervenirla como sucede en Apócrifa. La mayoría de las narraciones se instalan en un espacio “real” en donde hay fuentes -citadas en el libro- que lo comprueban. De ahí parten hacia la ruptura de lo real. O el ordenamiento de ello en una trama más grande pero de la que no se habla, está presente siempre en silencio. Como el margen. Y es que las historias recopiladas por el autor (o el editor dentro de la ficción del libro) tienen también una cosa en común: suceden en las afueras, en la lejanía. Pasaron en la Historia, pero no porque se les tuvo que rescatar de quién sabe dónde para que se contaran y existieran. Todo lo narrado en el libro es una modificación sobre la modificación. Un espiral anti áureo.

Podríamos leer Apócrifa como un documento, un testimonio de lo que pasó y sigue pasando: aquello de lo que no se habla porque no hay nadie para contarlo. Es un rescate, sí, que muestra una condena: somos ficción.

Ojalá este libro llegue a los lectores necesarios, gente hambrienta de historias y viajes y horror y ciencia ficción y humor y, a pesar de los mecanismos-laberinto que he intentado describir, literatura sin pretensiones. Alerta cursi: en las páginas se nota la pasión del narrador por lo que cuenta y lo que lo precede y lo que significa contar y ser leído. Es un pulso.

Apócrifa es una guerra contra la hegemonía, contra el uno total, contra el centro, contra lo que debe y no ser contado, contra la calma y la forma y las convenciones de género y tema.

Por eso todo se pierde y el intento de hablar sobre Apócrifa resulta en algo tan caótico.

 

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AQUÍ lo pueden conseguir.

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Portadas por Aricollage.

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Enrique Urbina Jiménez (Ciudad de México, 1993) cursa la licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana. Textos suyos han sido publicados en las revistas electrónicas PenumbriaScifi TerrorYerba Fanzine y Fantasía Austral. Ha sido incluido en las antologías Penumbria Año I Microhorror. Autor de Raíces (Paraíso Perdido).

@DoctorPeste

 

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