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EVERYTHING EVERYWHERE ALL AT ONCE

lazos afectivos del futuro

 

Miriam Gálvez

Definiría el guion de este largometraje como «ambivalente». Despertó confusos sentimientos encontrados, punzadas en el pecho, llanto, sonrisas y carcajadas exuberantes. Todo en ella es impoluto: actuaciones, diseño de producción, personajes, efectos especiales, la consistencia y grandilocuencia que —aunque a simple vista y conforme avanza parezca una historia inverosímil y disparatada— está en su lugar y encaja perfecto.

Crónica de ciencia ficción tan singular, original y discrepante de las clásicas narrativas del género y en momentos tan ridícula, impresionista y absurda en un multiverso variado en donde se manifiesta una  insondable meditación sobre las relaciones personales y su complejidad.  La cultura de tradición arraigada en las conductas de lo «políticamente correcto» en las familias sigue gobernando hasta nuestros tiempos y puede perjudicarlas hasta destruirlas. Demostrar los afectos debería ser una regla trascendental en cualquier vínculo, porque paradójicamente no lo es. En mi caso, la historia resultó radiográfica en muchas situaciones —principalmente con los lazos «madre e hija»—, convirtiéndola en una película de alto concepto íntimo.

Deudas fiscales, problemas maritales, parentales y personales ahogan a una familia china inmigrante (en los  Estados Unidos) a colapsar en el caos. Y aquí es donde entra la maravillosa Michelle Yeoh, quien interpreta a la madre de este clan: Evelyn. Mientras acude a una cita en las oficinas del fisco por una confusión en su declaración de impuestos, su esposo (que quiere divorciarse de ella) le entrega un artefacto, tratando de persuadir un factor trascendental en la trama en donde se encuentra a sí misma divagando sobre todas las decisiones que tomó a lo largo de su existencia, así como de unas hojas con indicaciones precisas. La exégesis alterna de él advierte sobre una calamidad monstruosa  extendiéndose por el múltiple universo, y esta versión fallida de Evelyn podría ser todo lo que se opone a la destrucción total.  Por lo tanto, deberá asumir el rol de heroína y elegida, viajando a diferentes espacios en los cuales se enfrentará y confluirá con personajes desdoblados que al mismo tiempo tendrá que unir —ya que son miembros de su propia familia y cercanos en un mundo fantástico—, con la finalidad de vivir todas la realidades existentes. El «todo a la vez en todas partes».

Michelle Yeoh como Evelyn.

Agujeros negros, escenarios fastuosos, peleas de kung fu, acción y diversión hilarante. Es una delicia encontrar a Jamie Lee Curtis en todos los mundos de las memorias, donde tiene un rol inusual (comenzando por su apariencia).

Jamie Lee Curtis entre los Daniels.

Hay una muy delgada línea entre el drama y la comedia, pero sobre todo en el multigénero que los Daniels (Scheinert y Kwan) realizan de una manera exquisitamente poética y magistral. Mezcla perversa de comedia irracional, drama familiar, película de artes marciales, introspección existencial. Con una estrambótica y surrealista cinematografía se interponen en un bebistrajo de atmósferas y estéticas. «Una fractura de la realidad humana». El sentimiento que produce el hastío por una variedad de decisiones y posibilidades para poder tener el control en nuestras vidas. Ad infinitum. Habrá que tener un criterio muy amplio para enfrentarse a más de dos horas de imágenes y exabruptos emocionales.

Emotividad, demencia, notoriedad y un extraño humor estridente es lo que logra esta pieza, que se ha colado rápidamente en el corazón de mis  películas contemporáneas. A24 lo hace una vez más.

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A partir de hoy (10 de junio) en cines.

 

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Miriam Gálvez

SuperHeroína coyoacanense. Pseudo aprendiz sibarita. Bakeadicta. Cazadora de imágenes. Pesadilla, malestar creado por la mente enferma de algún noctámbulo en insomnio desesperado.

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