HIERBAS VENENOSAS, PLANTAS MÁGICAS Y FLORES FÚNEBRES

Mariana Esquivel

 

En el pasado, ingerir la planta incorrecta o no encontrar la adecuada para tratar una enfermedad, podía significar la muerte. De la importancia de los seres del reino vegetal en la vida de nuestros antepasados se desprende una enorme cantidad de mitos, leyendas e historias que han permeado en la literatura y que las convierten, en ocasiones, en verdaderos elementos de terror o, en su defecto, en las únicas capaces de salvarnos.

La conexión existente entre las plantas y lo divino o lo mágico puede encontrarse en muchas civilizaciones. En el caso del mundo grecorromano, sabemos que se atribuye al centauro Quirón el título del primer herbolario, famoso por su minuciosa comprensión de las propiedades curativas de las hierbas, y quien pasaría su sabiduría a Asclepio e incluso al mismo Aquiles. El hecho de que el conocimiento de las plantas se relacione con un ser fantástico, nos habla ya de la percepción existente sobre un poder oculto, sobrenatural y misterioso en ellas. Sin embargo, Quirón y Asclepio se relacionan también con el nacimiento de la medicina, lo cual ilustra la relevancia de las mismas en el desarrollo de esta ciencia, que hoy en día, representa lo opuesto a la superstición.

En algún punto durante la Edad Media ocurrió, precisamente, este divorcio entre las propiedades medicinales de las plantas y sus propiedades sobrenaturales. Así, si uno necesitaba curarse de un malestar estomacal, acudía con el apotecario; pero si quería una mezcla de hierbas para atraer la fortuna, había de recurrir a una ensalmadora o hechicera.

Es por demás sabido que la Inquisición se encargaría de perseguir y torturar a las personas consagradas al estudio de las propiedades mágicas de las plantas. Sin embargo, estos conocimientos o “supersticiones” quedaron tan arraigados en la cultura popular que muchas plantas reciben sus nombres por asociaciones fantásticas. Pensemos, por ejemplo, en la albahaca: su nombre en inglés es basil, relacionado directamente con la criatura mítica conocida como basilisco. Se decía que esta hierba tenía el poder de reanimar a aquel pobre que quedara petrificado como resultado de la mirada del rey de las serpientes.

Otras hierbas toman su nombre de mitos más antiguos. Tal es el caso de la menta, cuyo nombre deriva de la ninfa Minte, quien fuera amante de Hades. La consorte del dios del inframundo, Perséfone, al enterarse del romance, se desquitó con la ninfa, quien terminó convertida en planta; por dicha razón, la menta fue una de los elementos más comunes en las ofrendas funerarias de los griegos.

Del mismo modo, la artemisia, hierba utilizada por los cazadores para mantener alejados a los animales salvajes y por sus propiedades curativas, tomó su nombre de la diosa Artemisa, patrona de la cacería.

Existen otras hierbas que han sido elementos centrales de mitos y leyendas, piénsese por ejemplo en el muérdago. En la tradición nórdica, el dios Balder, el más bello y noble del panteón, era tan amado por su madre Frigg que ésta recorrió el mundo entero haciendo que cada persona, animal y hasta piedra jurara jamás lastimarlo. Sin embargo, el siempre tramposo Loki se percató de que Frigg había olvidado pedirle al muérdago que respetara al dios. Así, mediante una treta convenció a Hödr, hermano del dios, de dispararle a Balder con una flecha hecha de la planta que provocó su muerte. No queda muy claro como esta trágica historia está conectada con la tradición anglosajona que supone que una pareja debe besarse al encontrarse debajo del muérdago. Algunas versiones suponen que Frigg perdonó al muérdago por su terrible ofensa y lo convirtió en una planta relacionada con el amor, sin embargo, parece estar más relacionado con antiguas creencias celtas.

La lista de este tipo de leyendas en el mundo antiguo es extremadamente extensa y fascinante. Sin embargo, la influencia de las plantas en la fantasía no se limita a la historia antigua. Hoy en día, en múltiples obras literarias y películas encontramos ecos o nuevas adaptaciones de estas creencias.

Desde “Los Sauces” de Algernon Blackwood…

…pasando por la planta carnívora de Roger Corman en La tiendita del horror…

…El día de los Trífidos de John Wyndham…

…y llegando hasta la mandrágora que el fauno le entrega a Ofelia en la película de Guillermo del Toro…

…las plantas siguen siendo fuente de misterio, una muestra de esa naturaleza que no acabamos de comprender.

Lo cierto es que hoy en día cuando alguien recurre a la herbolaria en lugar de a la medicina alópata, no deja de parecernos una decisión fundada en la superstición y -más increíble aun-, si el tratamiento resulta exitoso, lo platicamos casi como un relato fantástico, sin dejar de dudar de la efectividad del curandero.

Otra conexión que permanece vigente desde la antigüedad es la de las flores y árboles con el inframundo. En la actualidad continuamos ofrendando arreglos florales a los difuntos y, aunque hoy nos parezca meramente un gesto de remembranza hacia la persona fallecida, lo cierto es que hay una fuerte carga simbólica e histórica en dicho acto. Las flores en los ritos funerarios pueden significar renacimiento, fungir como protección y guía del espíritu o, para fines más prácticos, estar presentes para combatir el olor que produce un cuerpo en descomposición. En Gales, las flores se utilizaban para simbolizar el momento de la vida en que una persona había perecido: violetas para la infancia, rosas para la juventud y romero para la vejez. Incluso los árboles que plantamos en los cementerios responden a antiguas creencias. Por ejemplo, se dice que el tejo hace crecer sus raíces en la boca de los muertos de modo que éstos no puedan hablar o bien que las raíces del ciprés crecen tan profundo que llegan al inframundo.

Las estadísticas demográficas muestran que la mayor parte de la población vive hoy en día en ciudades, cada vez más ajena y alejada de la naturaleza. Hemos perdido la capacidad de observación y de asombro; sin embargo, las plantas permanecen como un constante recordatorio de todo aquello que a pesar de encontrarse tan cercano y en apariencia tan inofensivo, contiene un vínculo con ese poder inexplicable de la naturaleza. Es en ese preciso hecho en el que reside la magia de las plantas.

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Mariana Esquivel (Vikinga)

Tesista de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Perito técnico en Criminalística. Estudio ruso, alemán y francés. Historiadora frustrada. Apasionada del cine y la literatura de horror. El folk metal es lo mío. Valkyria que lleva a los guerreros caídos al Valhalla.

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@Marian890

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