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LA LOCURA DE LLAMARSE

HERBERT WEST

 

Concepción Figueroa

 

El horror cósmico es para muchos la más grande aportación que H. P. Lovecraft hizo a la literatura universal, específicamente a la de horror y ciencia ficción, aunque a últimas fechas incluso se le asocia con lo fantástico. Sin embargo, en pleno 1922 le fue imposible abstraerse de la gran revolución de ideas que permeaba el mundo entero. Sólo por mencionar algunos hechos trascendentes, recordemos que el Partido Obrero Socialista chileno se adhería a la Internacional Comunista; se publicaba, por primera vez, el Ulises de James Joyce y se estrenaba Nosferatu en las salas de cine.

La influencia del modernismo y su interpretación ideológica de las ciencias, seguras reminiscencias del positivismo, se pueden ver claramente en el cuento titulado “Herbert West: Reanimador”, sin duda, una de sus más profundas reflexiones sobre la naturaleza humana.

«Herbert West_Reanimator», por Felix Chmura

Nacido en el siglo donde la ciencia se instaura como promesa de salvación y presenciando hallazgos como el uso de la penicilina y la experimentación con insulina, Lovecraft introduce la visión macabra de lo que este nuevo poder podría desencadenar en el hombre.

“Por lo que a mí respecta, aún conservaba una curiosa noción tradicional del «alma » humana, y sentía cierto temor ante los secretos que podía revelar alguien que regresaba desde el reino de los muertos”.

«Herbert West: Re-Animator», por Christopher Jones.

Así, nos relata las aventuras del recién graduado en medicina Herbert West, quien tras desarrollar una fórmula química capaz de regresar la vida a los muertos y por sus continuos experimentos con animales pequeños, es enviado a consultar fuera de la Universidad de Miskatonic, en Arkham, encontrándose en posibilidades de probar su teoría, de manera encubierta, con seres humanos.

“Seguíamos las noticias necrológicas locales como vampiros, ya que nuestros ejemplares requerían condiciones determinadas. Lo que queríamos era cadáveres enterrados poco después de morir y sin preservación artificial alguna; preferiblemente, exentos de malformaciones morbosas y, desde luego, con todos los órganos”.

Si te gusta el terror, tienes que dejarte llevar por las palabras del amigo y colaborador de West quien, desde el manicomio donde lo han encerrado y en el más profundo terror, describe de manera minuciosa la creación de un laboratorio clandestino, el robo de cadáveres frescos y la desaparición de West tras los horripilantes resultados obtenidos al experimentar con seres que, alguna vez, fueron humanos.

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AQUÍ puedes leer el cuento.

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Concepción Figueroa, mujer, literata y profe.

 

 

 

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