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LA MIERDA

Y

LA EMPERATRIZ DE LOS INSECTOS

Miguel Lupián

 

 

 

 

ADVERTENCIA:

Esta obra puede – y debe – ofender la sensibilidad del lector. Su intención es provocar, asustar, incomodar. Sus páginas no escatiman en sexo, en violencia, en experiencias duras y salvajes. Si desean evitar esa clase de estímulos, aún están a tiempo de cerrar este libro.

Esa es la leyenda que puedes leer en la cuarta de forros de La mierda y La emperatriz de los insectos, novelas de Juanjo Ramírez Mascaró.

Sé que este tipo de leyendas (al igual que la de “Basada en hechos reales” de las películas) ha perdido su fuerza y convertido en un mero truco publicitario. Los que tenemos la suerte de seguir a Juanjo en redes sociales sabemos que no es su caso, que no es una pose. ¡El tío está retorcido de verdad!

Seguramente te estás preguntando ¿quién diablos es este Juanjo? Pues se trata del creador de esta maravilla y, si eres visitante asiduo de esta página, recordarás que lo mencionamos aquí, en uno de los proyectos en los que ha hecho mancuerna con César del Álamo. Y por si fuera poco, le gusta dibujar dinosaurios.

Al principio creí que las dos novelas estaban vinculadas: se publicaron al mismo tiempo y las portadas, al juntarlas, forman una sola imagen (que me hizo recordar el Hypnotize/Mesmerize de System of a Down). Pero no, son totalmente independientes, vinculadas sólo por eso que se nos advierte en la cuarta de forros.

No. No sólo por eso. Además del género, estás obras están hermanadas por la brevedad/concisión, por un ritmo frenético, por la pericia para describir situaciones y ambientes, por un lenguaje sucio pero limpio, por una búsqueda… (siempre he sostenido que si una obra no propone una búsqueda no es literatura).

Precisamente, contrario a lo que la mayoría de los lectores comerciales piensan del género, Juanjo nos presenta dos obras literarias. Sí, retorcidas y perturbadoras, pero literatura al fin.

Por un lado, La mierda trata de la vida de Vincent Lira, un pintor que recobra su toque cuando presencia una tragedia. El éxito y la fortuna le llegan a raudales, pero desafortunadamente no puede superar este primer chispazo. Hasta que conoce a Paula Solves, una extraordinaria mujer, mezcla de sensualidad e inocencia. Pero todo se va a la mierda.

Por el otro lado, La emperatriz de los insectos trata de Samanta, otra chica guapa que, buscándose a sí misma, decide enrolarse en una ONG que habría de llevarla a África para ayudar a los necesitados. En esa ONG conoce a Arturo. Se enamoran y, sí, de nueva cuenta, todo se va a la mierda.

Si utilizamos la clasificación de lo fantástico propuesta por Todorov, La mierda pertenece a lo extraño y La emperatriz de los insectos a lo maravilloso.

La mierda es la infatigable búsqueda del artista (aunque Vincent es pintor, bien podría ser escritor o músico) por encontrar dentro de sí mismo la quintaesencia que le dará vida a sus creaciones, que lo justificará. Lo preocupante es que ese algo generalmente suele ser perverso, perturbador, incorrecto.

A pesar del título, la novela no trata de la mierda literal, bueno, sí (y es muy explícita esa parte), pero el verdadero tema es la otra mierda, esa que corre por tus venas, esa que tienes en la cabeza, esa que te obliga a mancillar lo inocente, lo perfecto, lo que no eres tú, lo otro.

La emperatriz de los insectos bien podría ser el guión de una película de terror de los setenta. De las grandes. De las clásicas (si tuviera dinero ahora mismo le propondría a Juanjo producirla).

El tema es también la mierda que tienen ciertos individuos en la cabeza. Mierda que los lleva a cometer actos grotescos, que te hacen cerrar los ojos y maldecir a la madre que los parió. Pero de entre toda esa mierda Samanta resiste dignamente, como una emperatriz, como una diosa. Lo fantástico (como debe de ser) se va presentando poco a poco, sin desacomodar los muebles de tu cabeza, hasta llegar al punto en que exiges, en que gritas que se presente lo maravilloso (esta parte me hizo pensar en Su nombre era muerte de Rafael Bernal).

Es un lugar común (más que un baño de Sanborns) alabar que una obra sea “muy visual”. Digo, si no eres capaz de provocar imágenes en tus lectores mejor dedícate a otra cosa. Pero resulta evidente que Juanjo, al ser guionista, utiliza las herramientas precisas para enriquecer visualmente su historia.

Sin más, dos obras totalmente disfrutables que, además de perturbarte, te dejarán una pregunta (con forma de ojo de cristal) que rodará en tu cabeza por varios días.

AQUÍ para conseguirlas.

 

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Miguel Antonio Lupián Soto 

Ex alumno de la Universidad de Miskatonic, feligrés de la iglesia Cthulhiana y devoto de San Lemmy.

www.mortinatos.blogspot.mx

http://www.mortinatos.tumblr.com