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LA OFICINA DE LA MUERTE

 

Miguel Lupián

 

 

No hay nada más satisfactorio que leer un libro de literatura fantástica, sobre todo si el autor es mexicano, y lo conoces, y lo has visto crecer literariamente, y es un autómata de Penumbria.

Afortunadamente lo anterior está ocurriendo cada vez con más frecuencia, haciéndome sentir (y a todo el equipo editorial) como papá cuervo, pues uno de nuestros propósitos es que Penumbria sea un semillero de escritores fantásticos.

El 13 de mayo, Ediciones y Punto presentó los primero cuatro títulos de su colección Averno, ideas oscuras; de los cuáles, tres pertenecen a escritores autómatas:

Magnetofónica de Iliana Vargas

(aquí puedes leer mi reseña)

La muerte es sueño de Paulina Monroy

La oficina del olvido de Andrés Galindo

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LA MUERTE ES SUEÑO

Paulina Monroy

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Una de las muchas cualidades de Ediciones y Punto es el trabajo minucioso que le dedican a cada uno de los libros para entregarnos un objeto único. La muerte es sueño es un féretro donde se asoma una bella durmiente que te guiará por el laberinto de los sueños de Paulina. Esto, aunado a la saturación de símbolos y al uso de un lenguaje perfectamente cuidado, te provocará una sensación de claustrofobia y de empequeñecimiento hasta el punto en que el libro/féretro quede a tu medida. A pesar de esta atmósfera mortuoria, las palabras de Paulina están vivas, temiendo/deseando que de un momento a otro se liberen de su prisión de celulosa y las veas correr de aquí para allá, desacomodando los muebles de tu cordura.

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LA OFICINA DEL OLVIDO

Andrés Galindo

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Cincuenta cuentos de cincuenta palabras por cincuenta días. Este es un reto que sólo un amante de la minificción podría lograr. José Eutanasio, perdón, Andrés Galindo, previo registro en la bitácora de entrada, nos da un recorrido por la oficina kafkiana que ha construido en la parte más recóndita de su mente. En algunos cubículos te sorprenderás, horrorizarás y reirás de tu propia desgracia. En otros, encontrarás a Dick, Monterroso, Cortázar y, por supuesto, a Kafka. Al registrar la hora de salida te darás cuenta, con cierta perturbación, que el recorrido sólo duró quince minutos y que los guardias están muertos… ¿Será que, como apunta Galindo/Eutanasio/Samsa, el viaje en el tiempo no es otra cosa que una colección de muertos con tu rostro?

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yo-cobraMiguel Antonio Lupián Soto

Ex alumno de la Universidad de Miskatonic, feligrés de la iglesia Cthulhiana y devoto de San Lemmy.

mortinatos.blogspot.mx

@mortinatos