LAS EDADES DEL CINÉFILO
Ana Paula
Cinéfilo
Especie que ama el cine. Lo analiza, se divierte, reflexiona, se ve a sí mismo y/o a los demás a través del celuloide. Lo vive y respira: no podría hacer otra cosa. Tarde o temprano se dará cuenta que, como decía Tarkovski, está experimentando el privilegio de sentir como vida propia lo que se está desarrollando en la pantalla.
Ese amor será la constante durante las etapas que logre atravesar, entre las que encontramos:
Cinéfilo infante
Se echa casi todo lo que hay en cartelera. Su principal misión es pasar un buen rato. Se deja guiar por los actores que aparecen en los pósters. Lo puedes identificar por frases como: “¿Ya viste la nueva de Sandra Bullock?”, “La nueva de Brad Pitt.” Es un entusiasta.
Alguna vez, por recomendación de un cinéfilo adolescente, entró a ver una película “de arte”. Salió echando maldiciones, y a partir de entonces prefiere ir a lo seguro (según) con producciones hollywoodenses.
Cinéfilo adolescente
El día que vio el trabajo de algún gigante del cine, como Kubrick o Bergman, sintió la luz de la verdad frente a sus ojos… pero ahí se quedó.
Desprecia profundamente las porquerías que hace Hollywood y en general todo lo comercial, prefiere ver cine para gente culta y entendida.
Aunque ha visto una o dos películas de los mencionados directores, no pierde oportunidad para mencionarlas en reuniones. Es el rey del bluff y alaba hasta lo que no entiende, hasta lo que de plano es malo.
El cine francés lo vuelve loco, pero no por su contenido o por la nueva ola, sino porque en su planeta la francófila le otorga pedigree. Si no encuentra el boleto en su bolsillo dirá en voz MUY alta: “òu set le billet?” (claro, vivió en París dos semanas y se le quedó la costumbre).
Si alguien le recomienda alguna película, preguntará: “¿Dónde la están pasando?” Si la respuesta es Cinépolis o Cinemex, dirá que no ve “cartelera comercial”.
Lo reconocerás por frases como: “Sólo veo cine de arte”.
En contraste con el cinéfilo infante, esta subespecie ama las películas de ritmo lento, independientemente de su calidad.
Cinéfilo adultescente
Se siente en la cúspide de la pirámide intelectual. Puede ser muy arrogante al grado de auto denominarse orgullosamente snob. A diferencia del cinéfilo adolescente, sí ha visto las películas que presume. Lo malo es que, a la menor provocación, vomita sus amplísimos conocimientos. No se cansa de contar que desde muy niño comenzó a ver todo Fellini o que vio El discreto encanto de la burguesía cuando iba en la primaria y le encantó.
Nada le sorprende porque lo ha visto todo.
La adolescencia y adultescencia son etapas en que muchos cinéfilos se estancan hasta el fin de sus días.
Cinéfilo chavorruco
Si conoce toda la obra de uno o más directores, va por el mundo presumiéndolo; si no, dice que no lo necesita. Lo que une a esta subespecie es la tolerancia cero. Si difieres de sus opiniones, dirán simplemente que no sabes, porque después de todo, ¿quién eres tú para opinar? No dan razones sólidas para desacreditarte o defender su punto de vista, pero se aferran a él. Claro que si estás de acuerdo con ellos puedes hablar todo lo que quieras.
Es imposible tener una plática con esta especie porque es capaz de darse la vuelta si le llevas la contraria. Son los berrinchudos por excelencia.
A diferencia del resto de los cinéfilos, no causa ni tantita gracia.
Lema: Si sabes, estarás de acuerdo conmigo.
Cinéfilo maduro
Es un verdadero devora cine. Se esfuerza por conocer el trabajo completo de los directores que le gustan, para tener la satisfacción de conocer sus distintas etapas. No presume ni busca lucirse ante nadie. Cuando le preguntan, responde sin arrogancia. Invariablemente, su interlocutor notará el gran amor que tiene por el celuloide.
Ve todo lo que se le antoja y no le apena decirlo. El qué dirán le vale madres. Es honesto, por lo que cuando algo no le gusta lo dice y lo sostiene con fundamentos. No alaba por seguir a la manada. Está abierto a ver todo tipo cine.
Lo malo: sabes que si no formas parte de su madura jauría, se estará riendo de ti.
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Ana Paula Rumualdo
Nacida el año en que se estrenó Blade Runner, esta abogada especialista en contrataciones públicas analiza las intersecciones entre leyes, terror y ciencia ficción. Gusta del combate cara a cara respecto de los prejuicios en contra de la mujer. Lectora constante, cinéfila voraz y neurótica. Cofundadora de Penumbria.