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LAS PELÍCULAS DEL MAL

II

Davo Valdés de la Campa

Primera parte

Your anger is a gift

“Freedom” / Rage Against the Machine

 

 

La serie de textos Las películas del Mal busca reflexionar sobre el cine de horror y algunos géneros cercanos y su impacto social, específicamente en temas como la violencia, el sexo y la política. Uno de los temas que más me interesan es entender si el poder de una película se encuentra en el acto de la creación o en la postura del espectador. El cine de explotación, por ejemplo, que brinda imágenes violentas sin un filtro crítico, ¿legitima la violencia?, ¿es posible hallar otras lecturas a esa violencia gratuita?, ¿qué alcance tiene el espectáculo de la violencia en el público? ¿Es posible -como propone John Carpenter en su filme Cigarette Burns- que una película vuelva loca a la audiencia?

 

La frontera entre la ficción y la realidad

Sólo bastaron 49 segundos de una imagen en movimiento para cambiar el curso de la historia. Llegada del tren (Hermanos Lumiere, 1895) no se pensó nunca como una película de horror, pero tampoco se consideró a priori como la génesis de un nuevo arte. Los creadores del cinematógrafo no previeron nunca la trascendencia que tendría su invento; ellos mismos creía que no era más que un atractivo de feria que pronto sería desplazado. En este primer filme se empleó la técnica del travelling inverso, que permite apreciar la profundidad de campo y la imagen en pantalla muestra la llegada de un tren a la estación La Ciotat. Si es verdad lo que cuenta la leyenda de que los espectadores de la primera función del cinematógrafo, en el Salon Indien Du Grand Café, en Paris, el 28 de diciembre de 1895, salieron huyendo del lugar porque pensaron que el tren los aplastaría, entonces, estamos ante la primera y la más grande película de horror de todos los tiempos. En este punto de la historia aún no se definía la frontera que dividía la ficción y la realidad. La gente no entendía la diferencia entre un tren real y la locomotora que se movía en lo que el escritor Maximo Gorki denominó “el reino de las sombras”: (…) un mundo sin sonido ni color (…) No es la vida sino su sombra, no es el movimiento sino su espectro silencioso, escribiría en una columna tras presenciar la primera función de cine en Rusia. Llegada del tren es una cinta que logró transgredir todas las premisas que el horror busca explotar en todos sus géneros, desde sus comienzos hasta sus más brutales límites.

 

La censura

Honi soit qui mal y pense

Pablo de Tarso

En el filme Hitchcock (Sacha Gervasi, 2012) hay una escena reveladora sobre la naturaleza de la censura. La película se centra en la filmación de Psycho, una cinta que causó polémica incluso desde antes de su estreno. Alfred Hitchcock muestra la mítica escena inicial de la cama con Janet Leigh y John Gavin. Los censores se rehusaban a otorgar el sello de aprobación justamente por la escena de la desnudez (que se insinuaba solamente) y la escena clásica del apuñalamiento en la bañera. Hitchcock intenta defender que su propuesta sólo funciona a través de lo que él denomina el “poder de la sugestión”, sin embargo, al percatarse de que no logrará convencerlos, recurre a una nueva estrategia. Habla en privado con el jefe del departamento y le propone que si respeta la escena del asesinato, él se compromete a filmar de nuevo la escena amorosa en la cama bajo la propia supervisión del burócrata y el mismo personal de la oficina. El jefe del departamento se muestra sorprendido y pregunta si se filmará bajo sus especificaciones, a lo que Hitchcock asiente asegurando que si tan sólo el público pudiera entender completamente cómo su trabajo los ayuda enteramente a entretenerlos mientras los protegen de la suciedad y la indecencia. Se dispone el set para repetir la escena, pero, por supuesto, el censor nunca se presenta y la película consigue el sello para proyectarse en público.

Hitch

Lo que hizo Hitchcock fue evidenciar que la insinuación en los filmes representaba una herramienta tan poderosa como peligrosa, pues cada quien podía representar en su mente lo que en pantalla se sugería. El censor debió haber imaginado algo tan perverso que tuvo miedo de su propia imaginación y por eso huyó de la propuesta de filmar su propia versión de la escena en la cama.

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Algo similar ocurrió con el director español Luis García Berlanga. Se cuenta que a finales de los años cincuenta el órgano de Censura le devolvió un guión sin leer con tan sólo la primera frase: “Plano general de la Gran Vía”, tachada en lápiz rojo. Desconcertado, fue a pedir una explicación, a lo que le dijeron: Nada, nada, conociéndole a usted, seguro que pone aquí a un Obispo entrando en Pasapoga (que era un puticlub que se encontraba en la misma calle). Se equivocaban ya que desde aquel día, según confesó el cineasta: siempre he lamentado no haber metido en ninguna de mis películas a un obispo saliendo de un puticlub. Berlanga fue uno de los directores más censurados durante la época del franquismo: Me censuraban estupideces, detalles mínimos, cosas que no me esperaba o que, además, en muchos cosas no pretendían decir nada, pero los censores leían más en ello… En cambio, otras líneas de diálogo o situaciones mucho más bestias a veces pasaban desapercibidas.

Luis García Berlanga

Luis García Berlanga

Los censores parece que se censuran a sí mismos. En la película Howl (Jeffrey Friedman, Rob Epstein, 2010), que aborda el juicio que enfrentó el célebre poema de Allen Ginsberg, el abogado defensor, en su discurso final, dice, contestando a los argumentos de que el libro representa una obra obscena que debe ser retirada de la venta del público: ¿Qué es «lascivo»? ¿Y para quién? El texto es peligroso para un lector susceptible no especificado. Es interesante que la persona que pone en práctica dichas reglas de censura rara vez siente como si su propia salud moral o física estuviera en peligro.

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Ray Bradbury, por otro lado, hablando sobre la censura que sufren las revistas de historietas, las novelas policíacas y las películas en Estados Unidos, declaró: Siempre habrá una minoría que tenga miedo de algo, y una gran mayoría que tenga miedo de la oscuridad, miedo del futuro, miedo del presente, miedo de ellos mismos y de las sombras de ellos mismos.

Ray Bradbury

Ray Bradbury

Muchas películas se han visto beneficiadas por la censura, no siempre en términos de ganancias económicas, pero sí en términos de importancia cultural. A veces la censura ha logrado sabotear algún filme, como el caso de fanáticos religiosos en contra de La última tentación de Cristo de Martin Scorsese, que pronto se convirtió en material de culto.

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Pero otras veces se ha convertido en un instrumento mucho más peligroso, como ocurrió con Saló o le 120 giornate di Sodoma (Pier Paolo Pasolin, 1975), que parece haber provocado el terrible asesinato del director y poeta italiano.

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En la siguiente entrega abordaremos de manera mucho más profunda los elementos detrás de estas dos películas y algunas más como El Exorcista y A Serbian Film, como prueba de esas películas que de cierto modo han enloquecido a las audiencias por ser consideradas Películas del Mal.

Continuará…

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davoDavo Valdés de la Campa / Cuernavaca, Morelos (1988)

Fanático del cine de terror. Estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma del estado de Morelos. Forma parte del Colectivo La Piedra. Beneficiario del Programa de Es­tímulos para el desarrollo y la cre­ación artística en 2009 y en 2011. En el 2010 publicó su primer libro de cuentos Relatos de un mundo depravado (EdicioneZetina). A finales de 2011 fue ganador de la convocatoria para publicación de obra inédita del Fondo Editorial del Instituto de Cultura de Morelos con su libro Ignoto (poesía). Forma parte del Grumo de Escritores de la Barba Naranja.

@Davovaldes