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LOS MONSTRUOS DE LA NAVIDAD

II

Macarena Muñoz Ramos

Primera parte

 

 

Las regiones central y este de los Alpes en Europa son ricas en tradiciones folclóricas que datan de tiempos pre-cristianos, donde han sobrevivido elementos amalgamados tanto alemanes como galos y eslavos, principalmente. Antiguas costumbres sobreviven en zonas rurales de Austria, Suiza, Bavaria, Eslovenia, oeste de Croacia e Italia en forma de danzas, arte, procesiones, rituales y juegos. La diversidad es resultado del aislamiento de estas comunidades. En los Alpes, la relación entre la Iglesia Romana Católica y el paganismo fue ambivalente. Mientras algunas costumbres sólo sobrevivieron en remotos valles inaccesibles a la influencia de la Iglesia, otras se asimilaron a través de los siglos.

La temporada conocida como Midwinter pasó de mediados de enero, como se hacía antes del Cristianismo, a celebrarse bajo el nombre de 12 días de Navidad. En algunos lugares se trataba de la época entre Navidad y Epifanía (6 de enero), donde también se mezcló la veneración a la Diosa del Invierno. Se le daban varios nombres como Frau Huda, Frau Holda, Frau Perchta o Frau Berchta y variados también eran los ‘rituales’ que atendían estas celebraciones: en ciertas regiones se dejaba comida fuera de las casas para la diosa y su comitiva de criaturas fantasmales, en otras, se preparaba un banquete especial para que todos comieran en honor a ella.

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Como Frau Holle, es mencionada en la historia de “Goldmary y Pitchmary” dentro de la recopilación Kinder-und Hausmärchen (1812) de los Hermanos Grimm. En este contexto, parecido a la Cenicienta por su “actuación” como hada madrina, ella aparece como una anciana que premia a la chica trabajadora con oro y castiga a la hermanastra perezosa. En las Eddas (colecciones de historias de la mitología nórdica) es descrita como Hlodyny, que da regalos a las mujeres en la época del solsticio de invierno. A veces se le asocia con los copos de nieve porque se dice que Frau Holle sacude sus colchones y las plumas caen a la Tierra.

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Algunos estudiosos parten de la idea de que Frau Holle es una evolución de una deidad pre-cristiana conocida como Hulda (alternativamente Holle o Holla), quien precede al propio panteón nórdico. Hulda es conocida como una diosa de las mujeres y está conectada con las cosas del hogar, en particular con tejer e hilar en la rueca. Por eso está relaciona con la brujería y la magia, según el folclor católico alemán.

A esta deidad se le conoce más como Perchta, y hasta muy avanzado el siglo XV la gente todavía le dejaba comida (huevos y empanadas) con la esperanza de conseguir prosperidad el año entrante. La noche de Perchta era la víspera de Epifanía y con el paso del tiempo, se popularizó la creencia de que vigilaba que todo estuviese en orden como que los sirvientes cumplieran con sus labores, los niños se portasen bien y las chicas usasen bien la rueca durante los 12 días de Navidad. Cuando a ella le satisfacía lo que encontraba en esa casa, dejaba regalos para todos o una moneda de oro. Por el contrario, si algo le disgustaba, podía abrir a los niños por el ombligo, sacarles las vísceras y rellenar sus estómagos con piedras o con paja. Esta deidad que aparecía regularmente en forma de anciana andrajosa fue una de las primeras representaciones del “coco” en regiones alemanas y austríacas. Se nota, al leer las crónicas y los testimonios, que las secuelas que dejó la imposición del Cristianismo crearon a lo largo de los siglos toda una variedad de figuras siniestras con la que se amenazaba a los niños para que se portasen bien.

"Frau Perchta", por Riana-art.

«Frau Perchta», por Riana-art.

Quizá porque las creencias cristianas no podían aceptar la idea de que fuese una deidad o quizá porque los convencionalismos sociales no aceptaban la idea de una mujer con poder, Perchta empezó a ser tomada como una bruja o un espíritu malévolo. Y gradualmente cambió de protectora contra los demonios del invierno a ser la personificación de éstos. Sí, protectora. Perchta vigilaba que todo estuviera en orden y en paz en las montañas nevadas y en los valles. También protegía a los aldeanos contra los espíritus malos del invierno. Y esto dio origen a uno de los festivales más curiosos que durante dos siglos estuvieron prohibidos por la Iglesia: en las regiones alpinas de Austria, según cuentan las crónicas del siglo XVI, aparecieron grupos de Pertchen (los Perchta) que iban en procesión (Perchtenläufe) por los pueblos. Unos eran los Schönperchten (hermosos Perchten), que aparecían durante las 12 Noches de Invierno y en festivales “brindando suerte y salud a la gente”. Los otros eran los Schlachpetchen (feos Perchten), quienes llevaban máscaras peludas con grandes colmillos y colas de caballo que usaban para conducir a los demonios y fantasmas del invierno. Iban de casa en casa ahuyentando a los malos espíritus.

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Los juicios de brujas, la Reforma y el Puritanismo intentaron “purificar” al Cristianismo y expulsar todas las prácticas paganas. Vestida como un demonio, aun en las festividades, Perchta fue vista como una prueba de brujería castigada con la muerte en Austria durante la Inquisición. Un manuscrito bávaro del siglo XV mostraba que algunas mujeres bajo el mandato de Perchta asolaban las casas de los vecinos durante la época de Navidad. Un sermón censuraba a aquellos que seguían creyendo en Fraw Percht, que viajaba en la oscuridad con su multitud de seguidores (semejante a la Cacería Salvaje). Se malinterpretaron las procesiones de los Perchten al considerar sus disfraces como representaciones demoníacas. Durante los siglos XVII y XVIII la Iglesia Católica trató de desaparecerlos, aunque con escaso éxito.

Varios testimonios medievales oficiales de la Iglesia Católica mencionan una tradición severamente castigada que se llevaba a cabo durante los días de Navidad: procesiones de hombres enmascarados vestidos con pieles de cabra. Los disfraces están registrados en varios documentos que registran que ocurría los mismo entre los celtas y los germanos, así que se asumió como una tradición arraigada del norte y del noroeste de Europa.

Krampus, ese “viejo conocido nuestro” gracias a la globalización que brinda la red, es una derivado de estas procesiones, que, como ya hemos visto, se trataba de rituales para ahuyentar a los malos espíritus del invierno. Fue la Iglesia quien le impuso la “labor” de castigador, de coco, para que los niños se portasen bien. El nombre de Krampus no es individual. Se entiende como una derivación del alemán medieval “kralle” (garra) o del bávaro “krampn”, referente a algo sin vida, seco o marchito. Y su leyenda realmente pertenece más a Austria que a Alemania, donde la tradición se practica en el sur como Bavaria. Estas regiones están culturalmente relacionadas y se distinguen del resto de las alemanas, además de que comparten dialectos similares e incomprensibles para los estados de Alemania del norte.

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En algunos lugares católicos, donde la iconografía era más fuerte, la apariencia del Krampus podía ser más cercana a la del Diablo “tradicional” con cuernos y pezuñas de cabra y de piel color rojo o con un traje de ese color. Originalmente el disfraz con cuernos y piel auténticos de cabra se usaba por todo Austria, pero fue prohibido por la Iglesia Católica durante la época de la Inquisición. Así que sólo sobrevivió en las regiones difíciles, remotas y poco accesibles de los Alpes, donde poco a poco se extendió otra vez en las regiones del oeste de Austria.

A Krampus actualmente se le relaciona con San Nicolás, el santo protector de los niños. Es su “acompañante oscuro” más conocido. Krampus lleva una cesta en su espalda donde “guarda” a los niños que se han portado mal, además de un ramo de varas con las que azota. San Nicolás, vestido con hábito blanco, capa roja, mitra de obispo y larga barba blanca, premia a los niños que se han portado bien con caramelos, galletas o chocolates. Esto ocurre el 6 de diciembre, día de San Nicolás (según la Iglesia de Occidente), en regiones de Austria y el sur de Alemania. En Holanda la tradición también es muy fuerte, pero ahí ha ido desapareciendo la compañía del Krampus. Sin embargo, su influencia ha llegado más allá de las fronteras alcanzando Hungría, Eslovenia, República Checa, Eslovaquia y Croacia.

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Junto con los regionalismos, la división entre protestantes y católicos ha sido un factor histórico en la diversificación de estas tradiciones en Alemania y Austria. En tierras protestantes, Nicolás fue transformado de una figura eclesiástica a un dador de regalos anual y a estar continuamente acompañado por un grupo de diferentes personajes que son conocidos como los “acompañantes oscuros”. En Alemania, se les llama Knecht Ruprecht (Sirviente Ruprecht). Este personaje viste con túnica negra con capucha o simplemente pieles de animales como cabras, barba prominente y lleva un saco que se decía que era para guardar ahí a los niños que se portan mal, aunque ahora lleva regalos. Ocasionalmente, Knecht Ruprecht luce la cara tiznada con ceniza. Algunos dicen que era para hacer más impresionante su presencia, pero otros consideran que lo hacía para mantener su anonimato. Los rostros oscurecidos eran la característica más común entre los “mummers” (enmascarados que actuaban y cantaban de pueblo en pueblo) durante Navidad en la Europa medieval. Y en el caso de la tradición inglesa, el anonimato de los actuantes se consideraba esencial para poder brindar suerte cuando visitaban las casas. Otras teorías sugieren que los rostros oscurecidos representaban a la muerte viajando a través de las noches de invierno.

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A pesar de que la mayor parte de Austria es católica, Alemania está dividida entre protestantes y católicos (junto con otras religiones minoritarias). Cuando Martin Lutero hizo la Reforma decidió deshacerse de la simbología católica de las Navidades. Así que reemplazó a Sankt Nikolaus introduciendo a Der Heiligechrdt (después llamado Das Christ Kindl), una especie de ángel-niñito-Jesús que en Navidad daba regalos. Después esta figura sería reemplazada por Der Weihnachtsmann (Padre Navidad) en las regiones protestantes. Irónicamente, en la actualidad el original Christkindl ahora predomina en las regiones católicas de Alemania (Bavaria) y Suiza, lo mismo que en Austria.

Fue hasta mediados del siglo XIX que las “presencias monstruosas” se recuperaron tras varios años de prohibición y de considerarse creencias no precisamente paganas, sino de gente del campo. Quizás el Romanticismo influyó en el redescubrimiento de mitos y leyendas, del folclor que se había olvidado debido a las imposiciones del Cristianismo. La naturaleza había dejado de asustar debido a la industrialización, a la “modernidad”. Sin embargo, los bosques, las montañas y el mar seguían siendo vistos como extraños, oscuros y mágicos. Las procesiones de hombres vestidos con cornamentas y pieles de animales regresaron a los grandes centros de población y la figura que hoy conocemos del Krampus proviene de ese tiempo.

Las fechas navideñas comenzaron a celebrarse como algo familiar. La Reina Victoria y el Príncipe Alberto fueron los mayores causantes de este cambio. Popularizaron los árboles de Navidad y las felicitaciones vía correo. Tarjetas con la figura de Krampus comenzaron a cruzar el Atlántico. Y muchos inmigrantes europeos asentados ya en Estados Unidos dieron forma a lo que hoy conocemos como la presencia clásica de Santa Claus. Fue tal el impacto y la popularización, que aproximadamente en la década de 1870 el barrigón vestido de rojo se mezcló con figuras europeas como San Nicolás o Joulupukki.

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Cuesta imaginar, en pleno siglo XXI, lo que habría sido vivir en esos largos inviernos de la antigüedad. Soportar, como medianamente se podía, las treinta noches eternas que asolan cada invierno las regiones cercanas al Ártico. Vivir al calor de la chimenea e imaginar mil cosas debido a las tormentas de nieve y a los vientos. Dudar si se podría sobrevivir a ese tiempo oscuro y marchito. Es por eso que fue necesario crear figuras que pudieran ahuyentar a los malos espíritus y fortalecer la esperanza de que habría un renacimiento.

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Imagen de cabecera: «I Believe in Krampus 2», por atomagedevilman.

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macarMacarena Muñoz

Vampira estudiosa de su especie. Cazadora de los alientos de la noche para construir

historias de un mundo distinto al que habita.

macvamp.blogspot.com

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