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SECTAS RELIGIOSAS

EN EL CINE DE TERROR

(I)

 

Davo Valdés de la Campa

 

El horror del capitalismo.

Sectas políticamente incorrectas.

 

Siempre me ha resultado enigmático el hecho de que una persona pueda convencer a otra de que debe quitarse su propia vida. Quizá no sea tarea complicada. Sobre todo si pensamos en contextos propicios a la psicosis o a la desesperación. He leído noticias sobre personas que deciden terminar con su vida por el hostigamiento de otras, incluso a través de redes sociales. Pero, ¿qué pasa cuando no es el hostigamiento sino el consejo de un guía espiritual? ¿Qué deseos ocultos se despliegan en lograr que alguien se suicide? ¿Existe la genuina creencia de que el suicidio es la única salida digna? ¿O es una forma de poder que trasciende la espiritualidad para instalarse en el ámbito político?

Todo lo anterior surge de un hecho específico y real. El suicidio masivo que más de 900 personas perpetuaron en 1978, luego de que su líder, el reverendo Jim Jones, asegurara que la secta, El Pueblo de Dios, estaba siendo perseguida por el gobierno de los Estados Unidos y que sus miembros no encontrarían refugio ni lugar donde esconderse en ninguna parte salvo en la muerte. Para Jim Jones el suicidio era el último acto de revolución.

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The Sacrament, película más reciente de Ti West, explora precisamente este escenario. Inspirada en la comuna de tintes socialistas, Jonestown, que terminara en tragedia en la selva de Guyana a finales de los 70, la película se sumerge en lo más profundo de una secta llamada Eden Parish para desentrañar, por un lado, el efecto de la alienación, pero por otro, también la violencia ejercida desde el exterior contra los ideales de la congregación. La cinta se une a la enorme oferta de filmes que operan como falso documental. En esta ocasión, la revista estadounidense Vice conforma un pequeño equipo que se adentrará en la secta para contactar a la hermana de uno de los fotógrafos de la publicación, quien ha decidido aislarse del mundo y entregar su vida a los ideales de la secta liderada por un hombre que todos llaman Padre (Father).

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Siguiendo el espíritu irreverente de Vice, los jóvenes reporteros intentan -desde un inicio- mostrar la cara oculta de la secta. La película muestra los prejuicios occidentales-capitalistas en contra de proyectos autosustentables, aislados, anti-tecnología, multirraciales. Quizá porque no se acoplan a los ideales de las sociedades modernas y en último término porque es casi imposible abrazar los ideales de la utopía. Los protagonistas entrevistan a los habitantes de Eden Parish y poco a poco se convencen de que en realidad han llegado al paraíso terrenal. Una comuna que abraza a los desamparados, a los drogadictos, a los marginados de las grandes ciudades, en un sistema que se sirve de todos sus miembros para funcionar. Lo opuesto a lo que ocurren en las principales urbes estadounidenses.

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Una de las escenas claves de The Sacrement es, precisamente, la entrevista que los periodistas consiguen con el líder de la secta, que para sorpresa de los jóvenes no ocurre en la privacidad de una habitación, sino enfrente de todos los miembros de la congregación. Padre, el líder, se muestra como un hombre cariñoso, inteligente, carismático y sobre todo querido y respetado. Lo interesante de la entrevista es que la plática no transita hacia un terreno de lo espiritual. Padre no aboga por sus ideales religiosos, sino que revela que el fondo su tarea de amor es un acto político.

Cuando uno de los protagonistas le pregunta cómo inició su proyecto. Padre responde: “He recorrido (en Estados Unidos) todas las grandes ciudades y todos los pequeños pueblos. ¿Y sabes qué encontré? Pobreza, avaricia, violencia y racismo. Las bases de una sociedad cancerosa”. Padre habla desde la experiencia de la pobreza y la marginación. Pero habla aún más de su papel como proveedor de trabajo, casa, alimentación y hogar. Él es el nuevo Estado. El que no ve diferencias entre ciudadanos y el que vela por todos sus “hijos” por igual. Tras la pregunta de por qué todo ese modo de vida debe ocurrir en aislamiento, Padre expone su visión sobre Estados Unidos: “América se está deshilachando por la forma en cómo es gobernada y por los valores que tiene. Su gobierno está fallando”. Es justo a partir de ese momento que la conversación se intensifica. El ambiente se vuelve tenso por el enfrentamiento entre las ideas de los medios de comunicación, representadas por el periodista, y la visión del mundo del personaje del líder religioso. Padre vuelve al ataque: “No es tu culpa pensar así. Ni siquiera sabes lo que haces. Es sólo la forma en cómo has sido condicionado. Vienen aquí desde una sociedad enferma y violenta. Es natural que estén menos interesados en la belleza de nuestra comunidad y más interesados en las armas que usamos para proteger nuestras fronteras”. Agencias policíacas que vigilan a la secta y cuestionamientos en torno al dinero que se utiliza para costear la vida en el aislamiento son temas que también se tocan en la entrevista. Más que un posicionamiento religioso, la secta hace frente a menesteres políticos como el pago de impuestos. “No comulgamos con el capitalismo y el materialismo”, dice Padre. “Nosotros queremos trabajar la tierra”, concluye.

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Es fácil desde la perspectiva estadounidense-capitalista desenmascarar la agenda oculta de este tipo de sectas, porque en el fondo sus intereses son más radicales de lo que muestran. Pero en el fondo el gobierno estadounidense no teme que la gente pueda ser controlada, vigilada y alienada, sino que esté siendo vigilada, controlada y alienada por un discurso que no es el propio. Es entonces que la religión se vuelve peligrosa, y el control de armas y la evasión de impuestos se utilizan como señuelos perfectos para desmantelar esos pequeños grupos al margen de la Ley. Cuando las ideas dejan de comulgar con los valores estadounidenses la tragedia ocurre. No olvidemos que la película se inspira en hechos reales, y cómo la visita externa de un agente, que simboliza el interés del gobierno estadounidense, detona las debilidades de la secta.

En The Sacrament no se trata de la victoria del sistema socialista frente al capitalista, sino de la incapacidad de materializar este tipo de proyectos desde el liderazgo de un hombre falible. Como Jim Jones, Padre abusa de su poder y utiliza a las mujeres dentro de su congregación de forma sexual y también impide que aquellos que ya no desean continuar dentro de sus filas se marchen. El Estado proveedor se convierte en el Dictador. Cuando alguien cuestiona al Dictador el puño de acero atesta un golpe para acallar las voces inconformes.

 

 

Otro acercamiento al tema de las sectas con finales trágicos se vislumbra desde Red State, filme dirigido por Kevin Smith. La película sigue a un grupo fundamentalista en el sur de Estados Unidos que comente una serie de asesinatos por órdenes de su líder, un reverendo homófobo y violento, cuyos argumentos se centran en la figura de un Dios cruento y sanguinario.

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La película se inspira en la desgracia acontecida el 19 de abril de 1993 en un rancho del Estado de Texas, en el que tuvo lugar la Masacre de Waco, donde fallecieron de forma trágica 76 miembros de la secta de los Davidianos (21 de ellos niños), un grupo protestante y apocalíptico que había surgido de diversas escisiones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, comandados por David Koresh, quien tras 51 días de asedio y enfrentamientos con el FBI convenció a sus seguidores de inmolarse. Al parecer la mala actuación del FBI desencadenó un gran incendio que terminó con la vida de toda la congregación.

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¿Cuál fue el argumento que se utilizó para asaltar las instalaciones de los Davidianos? La posesión excesiva de armas y el supuesto abuso sexual por parte del líder a menores de edad. En Red State se explota no el contrapunto de argumentos del sistema capitalista sino la hipérbole de los valores conservadores que fundan Estados Unidos.

En una de las primeras escenas, tres jóvenes a través del internet contactan a una mujer adulta que acepta tener sexo con el trío. Después de beber cerveza y de pedirles que se desnuden caemos en la cuenta de que todo es una trampa

En la siguiente escena, los jóvenes están presos en lo que parece ser el interior de una iglesia. Un puñado de personas sentadas, incluidos niños pequeños, cantan frente al pastor, un hombre de mediana edad con barba poblada, ojos claros, mirada amable y vestimenta texana. Una toma más abierta muestra que la congregación está conformada por seis o siete familias: padre, madre e hijos. Al pastor todos lo llaman Abuelo, un hombre carismático cuyas palabras cautivan. Mientras uno de los jóvenes permanece cautivo en una jaula y otro, cubierto con una sábana, parece estar de pie amarrado sobre el altar, comienza un largo sermón cimentado en la ira de Dios. Abuelo usa su fe para predicar y habla de una verdad que otros predicadores no dicen porque sería políticamente incorrecto. “Otros dirán que esta nación y este mundo se irán al infierno, pero no les dirán por qué”. Basado en lo que él denomina Miedo a Dios (un ente que no perdona los pecados), el reverendo condena a la sociedad actual llamándola Gomorra moderna. Y es ahí donde su discurso político inicia. Habla de un país que se volvió malvado al permitir que Satán filtrara sus filas. ¿Su instrumento en Estados Unidos? Los homosexuales, según Abuelo.

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“Los homosexuales corren por toda esta nación desde hace 30 años y nos han traído fornicación latente, adulterios, abortos, sexualidad fragante en cada esquina, medios, televisión, películas, en las escuelas, en la música, en la ropa. ¡En todos lados! Todo esto es porque la espina dorsal de este país se ha debilitado por actitudes permisivas y una tolerancia desmedida”. El discurso es celebrado y secundado por las familias presentes. Acudimos a la representación de la ala más conservadora de la sociedad estadounidense. Aquella que justifica la inundación en Nueva Orleans por considerarla una ciudad pecaminosa. Hablamos de un sector que usa la violencia para protegerse de todo lo que considera una amenaza. Por eso critican la apertura del gobierno hacia ciertos temas, como lo es el matrimonio gay.

¿Cuál es entonces la razón que enfrenta a este pequeño grupo de fanáticos religiosos con las fuerzas del orden? En primera instancia, parece ser que la policía los considera peligrosos porque comulgan con sus ideas y actúan. Es decir, que toman la ley o lo que consideran ley bajo sus propias manos, y esto quiere decir la compra y posesión de armas de forma desmedida. Pero todo resulta contradictorio en una nación que permite la posesión de armas sin demasiadas regulaciones. ¿Cuál es entonces el argumento para considerarlos una amenaza?

Conforme el asedio avanza, parece ser que el gobierno estadounidense puede tolerar la libertad de pensamiento, siempre y cuando no evada el pago de impuestos bajo el pretexto de la fundación de una secta religiosa. Y es que, aunque existe una ley que exime de pago de impuestos a las iglesias, el gobierno ha decidido ser bastante exigente con esta ley, y si le es posible desmantelar una secta para obtener ganancias, lo hará. Como sucede en el caso de The Sacrament, el gobierno no se se enfrenta ante un escenario complicado en términos de exposición, porque las mismas sectas aportan los argumentos para ser atacadas. En este caso, el asesinato de jóvenes homosexuales que trasciende la intolerancia de pensamiento y se traduce en acciones que ponen en riesgo la imagen del gobierno estadounidense. Todo se traduce a “puedes tener armas de fuego, pero no puedes dejar de pagar impuestos”.

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El pretexto final, por supuesto, es desmantelar una célula terrorista. Bajo esta clasificación un tanto ambigua, el asedio se convierte en asalto letal. En la realidad el resultado lo conocemos bien. Un incendio de varios metros de alto que terminó con la vida de niños y mujeres. En la película se plantea la posibilidad de que la secta representa lo que es el gobierno de Estados Unidos en secreto. El reverendo tenía razón. Nunca lo dirán porque es políticamente incorrecto. No se pueden decir estas cosas en voz alta. Todo debe ocurrir bajo el agua. En la oscuridad. En la secrecía. A veces las sectas son muy escandalosas. Ese no es el estilo americano. Al menos no con su propia gente. El estruendo es para los extranjeros, para esas naciones que van en contra de los valores estadounidenses. Uno de los diálogos más reveladores de Red State ocurre al final, cuando un agente del orden testifica: “La gente hace cosas muy extrañas cuando cree que tienen derecho de hacerlas, pero hace cosas aun más raras cuando cree fielmente”. ¿Es, entonces, el gobierno de Estados Unidos la secta más grande y peligrosa de todas?

 

Segunda parte 

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davoDavo Valdés de la Campa / Cuernavaca, Morelos (1988)

Fanático del cine de terror. Estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma del estado de Morelos. Forma parte del Colectivo La Piedra. Beneficiario del Programa de Es­tímulos para el desarrollo y la cre­ación artística en 2009 y en 2011. En el 2010 publicó su primer libro de cuentos Relatos de un mundo depravado (EdicioneZetina). A finales de 2011 fue ganador de la convocatoria para publicación de obra inédita del Fondo Editorial del Instituto de Cultura de Morelos con su libro Ignoto (poesía). Forma parte del Grumo de Escritores de la Barba Naranja.