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¡HOLA, MONSTRUOS, BUENOS DÍAS!

análisis de la serie Eric bajo una perspectiva fuera de lo fantástico

 

Lord Crawen

A Edgar, mi papá, Crawen, Shadow y V, mis monstruos.

 

Vincent Anderson, nuestro personaje principal y el ejecutor de las acciones durante esta serie de seis episodios, menciona una frase en el fondo de su abismo, al igual que en el fondo de los túneles de la ciudad de Nueva York: “el único trabajo que tenemos con los hijos es cuidarlos y que nada les suceda”.

El hombre suele entrar en razón una vez que las consecuencias lo han llevado a su autodestrucción, un tanto nihilista y prepotente, bebiéndose la última gota de alcohol o descendiendo aún más en el consumo de otras sustancias, esperando en algún momento que algo pueda terminar con su sufrimiento en este mundo.

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Mas la esperanza es una fortaleza fundamental que queda grabada en nuestras mentes, siempre en la cabeza aquella frase donde recalcan que “la esperanza muere al último”.

Este hombre llamado Vincent Anderson está sacado de cualquier ejemplar destinado a la destrucción en la vida real. Es un prodigio artístico, creador de un show de marionetas comparado al de la genialidad creativa de Jim Henson. La vida le ha dado éxitos en la pantalla chica y su trabajo ha sido muy bien remunerado por el público infantil que lo respalda.

¿Qué sucede, entonces, cuando una alteración llega a la vida de un hombre que ha trazado correctamente su camino al éxito?

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Otro de los autores que ha utilizado la figura del monstruo como una manera de curarse es Patrick Ness, autor del libro Un monstruo viene a verme, donde un pequeño niño debe lidiar con la enfermedad de su madre. El monstruo lo invita a crecer, soltar y afrontarse a un futuro donde él seguirá viviendo. El pequeño niño, al igual que el personaje de Vincent, crea un monstruo imaginario que estará con él, en las malas y en su intento de recuperación; en la sanidad el individuo en cuestión se encontrará en su zona segura, la imaginación aquí juega un papel más que importante en el desarrollo de ambos personajes:

“Tu vida no la escribes con palabras —dijo el monstruo—. La escribes con acciones. Lo que piensas no es importante. Lo único importante es lo que haces”.

Aunque en la serie es Edgar quien, dando vuelo a su creatividad, crea a Eric como una forma de aquejarle todos los problemas a su padre. Es Vincent quien está convencido de que ese mismo monstruo lo va a llevar a donde su hijo Edgar se encuentra.

La serie nos plantea problemas de las grandes ciudades: las desapariciones de niños, el incremento de las personas sin hogar, la indigencia, la corrupción policial, la segregación, el racismo y el más oscuro de todos: la trata de personas de cualquier edad.

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Vincent trata de aceptar su destino, pero a costa de ello ha alejado a su esposa y a su hijo, confía más en su imaginación que en sus compañeros de trabajo, no quiere una sola alteración en su mundo creativo. Y es entonces cuando se destruye.

A la par de Vincent está su esposa Cassie, una mujer que ama a su hijo y ha olvidado amar a Vincent, buscando de alguna forma ese amor que ambos necesitan en otro sitio.

El detective Ledroit, un policía entregado a su labor, es quien lleva el caso de la desaparición de Edgar, así como una pesada carga de una desaparición anterior de un joven de 14 años, la cual ha sido relegada por su color de piel. Su lucha por su trabajo es un estigma total ante su posición en contra de los estatus de la sociedad, por su color de piel y su orientación sexual.

Los tres son monstruos visibles ante una sociedad que los juzgará por cada una de sus acciones.

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Pero Vincent, aun en su terrible pérdida de conciencia, es padre; un padre que ama a su hijo reconoce sus talentos, pero no los premia. Ensimismado en su pérdida total una vez que su hijo se extravía, su esposa no lo ama, sus padres no lo consideran un hijo ejemplar, pierde su trabajo y su creación, Eric, el monstruo imaginario, lo acompaña en su descenso y ascenso.

Un padre, en toda la extensión de la palabra, debe cumplir con ciertos estatutos ante la sociedad. No sólo implica casarse y tener hijos, solventar los gastos familiares y ayudar al niño a llegar al mismo pedestal para embarcarse en la carrera de la paternidad. Actualmente la figura del padre está teniendo una conversión bastante interesante que podemos tomar de la serie y lo que desemboca en cada uno de los personajes: el amor propio.

Ante la creciente demanda laboral, las crisis económicas y las consecuencias de estrés y problemas psicológicos, las familias suelen separarse por cualquiera de estos factores al no tener la capacidad de resolver sus problemas.

“Los verdaderos monstruos no están bajo la cama”, le menciona el monstruo Eric a Vincent.

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Lidiamos actualmente con monstruos que caminan a nuestros costados, con total desconfianza, cegados en un mundo inmersivo en aparatos celulares donde se ha perdido el contacto social y, sobre todo, la imaginación.

Cuando aparece algún defecto que rompe nuestras actividades diarias, la capacidad de discernir una solución nos arroja hacia el circulo de monstruos reales que nos devoran. Pero siempre existe una solución a todo.

Desde niños nos presentaron a monstruos comunes debajo de la cama, dentro del armario, entre el montón de ropa apilada, fuera de la ventana, entre la oscuridad, en la esquina con un enorme saco; mas nunca los vimos haciendo algún daño físico o mental. Tal vez sea porque nos han mentido todo este tiempo, tal vez son ellos quienes velan nuestros sueños de una aterradora realidad que viven muchas personas día a día.

Al final de la serie, Vincent y Eric deben pelear por el control de la situación, una lucha entre su triste realidad y su enorme imaginación. Cassie deberá apelar al amor de una madre y el detective Ledroit a saber, la posición que debe ocupar en su trabajo y la diferencia en su vida cotidiana.

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Todos tenemos una entidad detrás de nosotros, con buenos argumentos, que nos ayuda a salir adelante. Deberíamos escucharla más a menudo.

“Sean buenos, por sus hijos…”

Quisiera contarles mucho más sobre esta serie, pero es mejor que ustedes echen un vistazo y comparen las pocas líneas de diferencia que tiene con la realidad y lo duro que es el día a día para muchas personas que lidian con monstruos reales. Por mi parte, tengo una tarde que pasar con mi hijo, justo como lo hacía mi padre, y abrazar a mis tres monstruos fantásticos, hoy más unidos que nunca, para entregarles redacciones fantásticas, que es lo que nos convoca desde hace un mundo de tiempo.

Y como decía Tolstoi: “todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”.

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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México.

Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional.

Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía.

Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet.

Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.

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