Alien, un perfecto capricho de…

 

¿la naturaleza?

 

Israel Yerena

 

La Ciencia ficción y el Terror suelen ir de la mano, aunque, por supuesto, en el cine suele recaer más uno de estos elementos sobre el otro. Sin embargo, en 1979 el mundo conoció el balance ideal entre estos dos géneros, encarnando la ficción con el terror en un ser como sólo el celuloide puede engendrar, su nombre: Xenomorpho, criatura mejor conocida como Alien.

 

De esta forma, el cineasta Ridley Scott junto con el artista y escultor H.R. Giger, dieron pie no sólo a una de las sagas más importantes en el género, sino que dotaron de vida a una criatura que, quizá, sea el organismo perfecto por naturaleza, una máquina de matar completamente sublime en todos y cada uno de sus aspectos. Además, gracias a todos los elementos conceptuales, escenográficos y visuales que contiene esta cinta, se ha creado todo un universo alrededor de ella que va desde comics hasta figuras de colección y, por si fuera poco, es tan vasta e importante la historia de trasfondo para la creación de este extraterrestre, que incluso su universo ha llegado a mezclarse con el de otros extraterrestres igual de relevantes como los Yautjas, que no son otros más que la raza llamada Depredadores.

 

Por supuesto podríamos hablar mucho más de la relación entre estas dos especies, pero por el momento esta vértebra tiene como finalidad explicar la letalidad del xenomorpho, dejando en claro por qué es, simplemente, una obra maestra de la naturaleza o, mejor dicho, de la ingeniería genética. Ahora bien, antes que nada, hay que aclarar que para disfrutar mejor el presente texto se recomienda tomar en cuenta todas las cintas en donde estos extraterrestres han aparecido. Así, entonces, hace siglos y siglos atrás, poco antes que la raza humana siquiera fuera contemplada para ser concebida, unos extraños personajes conocidos como Ingenieros -recordados por aparecer en la cinta Prometheus– crearon un organismo que, con el paso del tiempo, fue evolucionando y perfeccionándose hasta convertirse en el alien que conocemos hoy en día.

 

Así, casi sin quererlo, estos Ingenieros crearon una criatura con una letalidad sorprendente, tal como lo hemos visto en la cinta original, sus secuelas y los crossovers Alien vs Predator. En todas y cada una de ellas el xenomorpho da muestra de una magnífica fuerza y agilidad, capaz de trepar y correr sobre muros con extrema velocidad, lo cual hace que este ser se convierta en un enemigo que prácticamente puede atacar desde donde sea, en tierra o agua pues, como se recordará en Alien: Resurrection, incluso resulta ser un gran nadador. Es decir, no hay lugar donde se le pueda quitar ventaja a este ser.

 

Asimismo, aunque vulnerable a las armas de fuego, está dotado de un exoesqueleto capaz de soportar desde las temperaturas más bajas hasta las más elevadas. Por ejemplo, no sólo soporta los climas más fríos como el de la Antártida (AvP) sin la necesidad de contar con pelaje alguno, sino que también es capaz de soportar la temperatura del espacio exterior y, por si fuera poco, aun estando a la intemperie de éste, es incapaz de asfixiarse, tal como lo demuestra la Reina alien en Aliens; en el extremo opuesto, incluso tiene la fortaleza de seguir moviéndose aun si su cuerpo está cubierto de candente acero recién fundido (Alien 3), por lo que pareciera que tampoco existe elemento al que este ser no pueda adaptarse.

 

Hablando de adaptación, el xenomorpho también pudiera ser el perfecto organismo evolutivo, pues cabe recordar que una vez que éste se encuentra gestándose dentro de su huésped, cuando sale al reventarle el pecho, siempre “nace” con ciertos rasgos fisiológicos del ser donde fue incubado, como bien se puede observar en Alien 3 y Alien vs Predator: Requiem, cuando toma ciertas características físicas del perro y del Depredador en quienes incubó. Su letalidad natural se mezcla con las capacidades del huésped que ha elegido para nacer, logrando no sólo adaptarse, sino evolucionar a grandes pasos en periodos cortos de tiempo.

 

Ahora bien, aunque se le puede matar, qué mejor mecanismo de defensa que aquél que también daña a su cazador cuando éste lo lastima, pues no sólo ayuda al xenomorpho a mantenerlo alejado de él -y no sólo nos referimos a su mortífera cola terminada en una especie de lanza-, pues aun cuando ésta y todas sus habilidades fallen, la sustancia vital que mantiene con vida a este extraterrestre no es sino el más corrosivo ácido en lugar de sangre; de esta forma, ¿quién en su sano juicio se atrevería a dañarlo o, más aún, a devorarlo?

 

Y es que como bien lo dijera Ash -aquel primer androide de la cinta del 79-, el xenomorpho «es una criatura hermosa, libre de moral, un organismo cuya perfección sólo es igualada por su hostilidad». Ahora bien, si tomamos en cuenta que por sí sólo este ser es letal, en grupo serían prácticamente imparables, ya que, a pesar de ser hostiles, son completamente organizados, parecidos a una colonia de hormigas o una colmena de abejas, pues tienen, además, una “estructura social” entre ellos que va desde la clase guerrera hasta la incubadora y progenitora: son completamente sustentables. 

 

Así, es difícil creer que la naturaleza podría crear a un ser tan perfecto y a la vez tan peligroso, por lo que la trilogía de Prometheus (2012) intentará dar respuesta a la creación del alien pues, como ya lo mencionamos antes, fueron los Ingenieros -aunque los fanáticos preferirán el término Space Jockey– los responsables de su creación. Después de todo, no es coincidencia que en la original Alien la tripulación del Nostromo haya encontrado el cadáver fosilizado de uno de estos Jockeys. Ahora bien, los Jockeys, junto con los Depredadores, son el factor clave para la creación de los xenomorphos, ya que, en historias alternas, es gracias a estas tres especies que nació la raza humana, aunque, por supuesto, de eso hablaremos en la siguiente vértebra de esta columna.

 

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Carlos Israel Yerena Cruz, 24 años.

Egresado de la carrera de Comunicación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. 

Contribuyente de la revista electrónica «Encuadres», escribiendo reseñas y noticias acerca del género de terror.

Titulado mediante la tesis «La masacre de Texas: del asesino histórico al fílmico».

Amante de los temas tabúes, lo retorcido y lo bizarro, desde muy temprana edad -cuando apenas era un pequeño Ghoul– encontró en el género de terror un refugió en el cual depositar y liberar todos aquellos deseos perversos que crecen hasta en la mente más pura. Sin importar la vertiente, ya sea literaria o cinematográfica, el horror es un género que lo ha sumergido en un mundo que le ha enseñado que, a veces, la belleza más extrema se encuentra en las obras más grotescas.

De estómago curtido principalmente por los filmes slashers, el género de horror también le ha demostrado que la mente y la naturaleza del ser humano son, quizá, las fronteras más lejanas y oscuras que nunca terminarán de ser exploradas, pero que piden a gritos que alguien se adentre en ellas. En la literatura, gracias a Lovecraft, ha aprendido que, aunque sea en unas cuantas páginas y en breves oraciones –escritas a veces por las mentes más solitarias e incomprendidas– se alberga el horror más profundo de todos, aquel para el que ni siquiera se han creado las palabras ni ojos que sean dignos de describirlo.

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