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SURREALISMO Y CIENCIA-FICCIÓN

I

Emiliano González

 

 

La futura armonización de sueño y vigilia implicará “una especie de realidad absoluta, super-realidad o surrealidad, si es que así puede llamarse”, nos dice André Breton. En la novela El monje (1796) de Lewis no hay explicación racional de los fantasmas; éstos son lógicos: tienen la lógica de un sueño. En “Prolegómenos a un tercer manifiesto” (1942), Breton observa que podemos llegar a pensar que por encima del hombre, en la escala animal, existen unos seres cuyo comportamiento parece al hombre tan ajeno al suyo como éste pueda serlo con respecto al de la efímera o al de la ballena.

La concepción pesadillesca de estos seres, opuesta a la flor azul del sueño, hace decir a Novalis que en realidad vivimos en un animal del que somos parásitos; la constitución de ese animal determina la nuestra, y viceversa. William James se pregunta si los humanos no ocupan un lugar tan insignificante con respecto a unos seres cuya existencia ni siquiera sospechamos, cual el lugar que gatos y perros ocupan en nuestras casas.

Breton se pregunta si esos seres son “un nuevo mito” y si es preciso convencer a esos seres de que son “el resultado de un espejismo” o bien debemos “darles ocasión de manifestarse”. Sin duda no es como Maupassant, que confunde, en su locura, un paso involutivo con uno evolutivo, pues ese paso implica una impiedad, propia de seres muy primitivos, anteriores a la verdadera civilización, de una época en que el sacrificio humano era la ley. El Horla es un dios, un ser sobrenatural que exige sacrificios humanos, pues la muerte de los hombres determina la vida del Horla. El ritual dionisiaco, como el teatro tibetano, se opone a él, pues niega los sacrificios humanos.

André Breton

André Breton

El sacrificio humano, por más que implique la ejecución de un criminal, es manifestación de Sabazius, no de Zagreus, ya que la locura profana de la multitud es estimulada.

En sus comienzos la escritura automática, lejos de la estética y de la ética, tiene algo anti-social, como si parte del programa surrealista fuera destruir, no crear algo. En la actualidad la escritura automática puede servir para desinhibir al poeta y hacerlo escribir desprejuiciadamente. La vieja foto surreal de la colegiala sensual escribiendo, titulada “La escritura automática”, es adelantada porque tiene humor y poesía. Me hace pensar en Dafne, la colegiala de mi texto sobre el Marqués Invisible, texto en que intervino bastante la escritura automática. A continuación transcribo un fragmento de un diario íntimo:

Cuando fue publicado mi ensayo sobre Machen, Alicia y Melusina –en Revista de la Universidad– el 12 de enero de 2013, mientras desayunaba recordé dos sueños en que había carreteras bordeadas de palmeras. En el primer sueño, la carretera me llevaba a una fiesta, en la noche, con música tropical de tipo muy raro. En el segundo sueño, veía yo desde cierta altura una carretera que terminaba en un restaurante moderno y blanco, de día, y una selva tupida de palmeras. Fui a la exposición de mujeres surrealistas y vi el filme de Maya Deren, Mallas de una tarde (Meshes of the afternoon, 1943), en que una mujer con rostro de espejo ascendía un camino bordeado de palmeras, con música de jazz, y en que destacaban la pérdida y recuperación de la llave de los sueños. Poco tiempo después, una pintora, Estela Villaseñor, me confesó haber hecho un cuadro con una mujer con rostro de espejo. En la exposición había fotos de Francesca Woodman, estudiante en Providence, la ciudad de Lovecraft, autor del cuento “La llave de plata”, en que está perdida la llave de los sueños, y de otros cuentos que han inspirado a autores de imaginación y horror cósmico.

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Para Belknap Long, la ironía de Novalis ante el universo, ironía en que los humanos son parásitos de un animal enorme, es una ficción comparable con la metáfora taoísta del universo visto como un gran animal, cada una de cuyas partes debe ser armoniosa, y debido a esto Belknap Long concibe para su cuento “Los perros de Tíndalos” un monstruo “recostado, inmóvil, que contiene en su enorme cuerpo todos los mundos de nuestro universo, el pasado, el presente y el futuro”. Del cuento de Belknap Long proviene “El Aleph” de Borges. En el cuento “Los perros de Tíndalos”, el humano que sólo puede ver porciones del gran monstruo a través de una ranura, usa una droga, Liao, para ensanchar la ranura y ver la figura de la vida, “la gran bestia reclinada en su integridad”. Gracias a la conciencia expandida, todo el tiempo y todo el espacio se vuelven visibles. Sin embargo, la droga Liao sirve también para atraer a los perros de Tíndalos, que entre curvas buenas y ángulos malos han olfateado al humano, y éste sucumbe como Acteón, cazador cruel ante los perros de la justiciera Diana cazadora. El cadáver del usuario de la droga Liao (especie de opio) queda cubierto por un pus azulado (símbolo del adicto desgraciado). Los perros son malos para el humano pero en sus propias esferas están situados “más allá del bien y del mal”. Son invisibles e indescriptibles y tienen hambre y sed, quieren comer y beber lo que es bueno en el humano. En el cuento el usuario de Liao muestra signos de cinantropía como Maupassant o como el personaje imaginario Pride de la novela La cámara oscura de Cline, que inspira el cuento de Belknap Long. Los perros “están simbolizados vagamente en el mito de la Caída, en una forma obscena grabada en tablillas antiguas”. El árbol, la serpiente y la manzana son para Belknap Long símbolos de un misterio horrendo. El hashish y el opio son mencionados juntos. Cline en La cámara oscura se refiere a la mezcla de hashish mexicano con opio y otras drogas peligrosas. Esta mezcla vuelve al hashish una especie de Marifasa lupina, la flor azul del filme El hombre-lobo de Londres (1935). Derleth se refiere a la mezcla de cannabis y otras drogas en el cuento “El ancestro”. La idea de una droga para viajar al pasado le inspira al grupo musical H. P. Lovecraft la canción “La máquina del tiempo”, pero en este caso la alusión es a la inofensiva cannabis y a una experiencia gozosa, con música de los 20’s, época de las variaciones de Cline y de Belknap Long.

El argumento del cuento “Viaje a la semilla” de Alejo Carpentier se ve anticipado por Belknap Long en el cuento “Agujero en el tiempo” («A stitch in time», 1940): un hombre, apellidado Carruthers, retrocede en el tiempo hacia su juventud e infancia (junto con la casa de los reptiles del zoológico), debido a la intrusión, en nuestra realidad, de un universo no-euclidiano. El apellido Carruthers nos recuerda a Carpentier. El cuento de Belknap Long se inspira –como “Los perros de Tíndalos”– en la novela La cámara oscura, en que el héroe retrocede en el tiempo e involuciona hasta volverse un monstruo salvaje, víctima de los atavismos o recuerdos ancestrales, pues ha viajado hacia su infancia y hacia los abismos de la memoria hereditaria. Cline se inspira en Proust y en Huysmans, cuyos personajes evocan la infancia, pero es aún más científico y fantástico. En “Viaje a la semilla”, un marqués, Don Marcial, va de la muerte y la ancianidad hasta la madre y la nada, mientras los relojes funcionan al revés. Negando a la naturaleza, el tiempo se dirige hacia atrás, desde que un anciano negro, al principio del cuento, presencia la destrucción de la casa, basada en la destrucción de la casa de los reptiles en el cuento de Belknap Long.

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En su libro Ficciones, publicado en el mismo año en que Carpentier publica su cuento (1944), Borges describe en «Examen de la obra de Quain Herbert» una novela imaginaria, “regresiva y ramificada”, April March, del imaginario Herbert Quain. El título no significa Marcha de abril sino literalmente Abril marzo. Borges observa que en el prólogo para la novela Quain ha preferido evocar “aquel inverso mundo de Bradley, en que la muerte precede al nacimiento y la cicatriz a la herida y la herida al golpe”, y nos lleva al Político de Platón en que los Hijos de la Tierra o Autóctonos, “sometidos al influjo de una rotación inversa del cosmos, pasaron de la vejez a la madurez, de la madurez a la niñez, de la niñez a la desaparición y a la nada”. Borges añade que Teopompo, en su Filípica, habla de “ciertas frutas boreales que originan, en quien las come, el mismo proceso retrógrado”.

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Borges y Carpentier son escritores del realismo mágico; Belknap Long puede ser llamado surrealista.

Continuará…

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Imagen de cabecera: «Mona and the metal men» de Mark Bryan.

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EGPenEmiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).