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TODA LA SANGRE

o el caso del Asesino ritual

(Bernardo Esquinca, Almadía, 2013)

 

Pok Manero

 

Dentro de la línea Negra de Editorial Almadía, el año pasado llegó a las librerías la segunda entrega en la saga Casasola. Al igual que en La octava plaga, Esquinca juega con los subgéneros del horror y la novela negra, brindándonos una ficción emocionante que, a la vez, desafía las convenciones.

La historia comienza justo donde terminó la novela anterior (advertencia: si no la han leído y no les gustan los spoilers, deténganse de inmediato: es imposible hablar de esta nueva entrega sin revelar puntos importantes de la previa), con Casasola trabajando de lleno en la nota roja para el Semanario Sensacional y viviendo como indigente para realizar un reportaje especial sobre la gente en situación de calle, aquellos menesterosos que parecen ser los verdaderos dueños de la ciudad. Mas debe interrumpir su investigación de campo para atender un asunto más urgente: han aparecido tres corazones humanos en las ruinas del Templo Mayor. Con este incidente inicia una serie de asesinatos que involucran sitios prehispánicos y parecen emular los antiguos rituales de nuestros ancestros. Es así que Casasola se pone a averiguar la identidad del elusivo y astuto asesino.

Regresan a la historia algunos personajes de la anterior, como el Griego (a pesar de estar internado en un manicomio, como resultado de lo ocurrido en el primer libro) y Verduzco (a pesar de estar muerto y gracias a la habilidad de Casasola para comunicarse con el más allá en sus sueños). Es gracias a ellos que la historia avanza, pues nuestro protagonista no es muy buen detective que digamos. De hecho, él parece ser más bien un espectador durante la mayor parte de la trama, lo cual se utiliza para hacernos reflexionar sobre los distintos niveles en que podemos involucrarnos con las historias. También regresan en este libro las referencias literarias y culturales, así como las menciones a insectos para hacer guiños al anterior. Lo que sí se extraña es la rica vida emocional de Casasola, pues a pesar de tener una especie de interés amoroso, no deja de sentirse un poquito forzado y definitivamente no llega a las alturas del tórrido sentimiento post divorcio previamente vivido por él.

Si bien la revelación de quién comete los crímenes es un tanto predecible –al menos así me lo pareció a mí- y ciertos desarrollos caen en el terreno del cliché,  el desenlace es bastante atípico. En esta ocasión se deja a un lado el tono decididamente sobrenatural para meterse en los intrincados recovecos del mundo de los asesinos seriales y el ocultismo prehispánico modernizado, dejándonos con la duda de si lo paranormal tiene o no cabida en este mundo ficticio (y en el nuestro, de paso). El tema de un asesino que intenta reescribir la realidad por medio de tradiciones precolombinas dentro de una novela policiaca me recordó un poco a Gun machine de Warren Ellis (Mullholand Books, 2013), lo cual es bueno, pues esa fue una de las novelas que más me gustaron de las que leí el año pasado. Pero en ésta, el hecho de que se dé una mirada tan profunda a las ancestrales religiones politeístas de nuestro país le da un sabor especial.

Con un coqueto formato de bolsillo, tenemos una novela con mayor extensión que la anterior en esta segunda entrega de una saga que, esperemos, nos dé muchas más. Y el final, nuevamente, apunta con certeza hacia lo que será el principio de la tercera. Sólo nos resta tener paciencia hasta que el señor Esquinca pueda publicarla.

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pokAdrián “Pok” Manero, tras años como lector asiduo, decidió que el siguiente paso en su manía consistía en elaborar sus propias ficciones. Se dedica compulsivamente a leer comics y libros y a ver películas, quisiera ser como los gatos y disfruta escribiendo sobre sí mismo en tercera persona.  vinetaspalabrasyfotogramas.blogspot.com