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APUNTES SOBRE EL REY OSCURO DE LAS MANDRÁGORAS:

RICARDO BERNAL

 

Rodrigo Ayala

 

Lo conocí gracias al curso “El asesino serial en la literatura y el cine”, impartido hace ya bastantes ayeres en el Claustro de Sor Juana cuando yo llevaba cabello largo y apenas me abría paso en el mundo laboral. Esa tarde me encontré con un profesor fuera de toda nota y norma, como jamás había tenido. No sólo era su manera de hablar, la forma de desenvolverse en el aula, la peculiar naturaleza en su mirada o el curso tan peculiar que dictaba, sino lo que dejaba en ti a los pocos minutos de escucharlo: la curiosidad por descubrir de qué está compuesta la fantasía y la certeza de que después de atender su clase no volverías a ser el mismo. Me convertí en uno de los privilegiados de estar ante un mago que te hace sentirte hechizado por las páginas de los libros.

Gracias a Ricardo Bernal no sólo aprendí todo acerca de la mente criminal y las perturbadoras historias acerca de Ed Gein y Ted Bundy, sino que también vi la cinta Helter Skelter (2004), protagonizada por el gran Jeremy Davies, y leí por primera vez en mi vida Cien años de soledad cuando en un arranque de justificado enojo Bernal nos gritó en medio de una de las sesiones: “¿Han leído todo Stephen King, pero nunca Cien años de soledad? ¡No me chinguen!”. Esa noche, al llegar a casa, de inmediato saqué la novela de Márquez y comencé a leerla, profundamente maravillado ante semejante belleza y, al mismo tiempo, profundamente avergonzado por no haberla leído desde antes cuando mi madre me la recomendaba una y otra vez.

Pero a veces se necesita que alguien te humille para hacer ciertas cosas, y así pasó cuando conocí a Ricardo Bernal, un tipo que te pone de cara a la lectura y te hace enamorarte de la magia que hay detrás de ella. No sólo leí la gran novela de Márquez sino que también descubrí a uno de mis autores predilectos, el gran Paul Auster, cuando en ese mismo curso Bernal nos mostró lo que era el American Gothic.

La semilla de la lectura germina cuando Bernal te sumerge en toda esa montaña de historias que han desfilado ante sus ojos y que generosamente comparte con los demás.

Una muestra de la desbordante imaginación de Ricardo Bernal (el texto fue tomado del blog El callejón de la carne, con permiso del autor):

INVITADOS A CENAR

—Creo que los amigos terrícolas todavía no se acostumbran a nuestros hábitos alimenticios —dice el ñumonita a su esposa.

—Ya se acostumbrarán —contesta ella, mientras abre sus enormes muslos verdes, y desova un viscoso coágulo en la boca de cada uno de los comensales atados que se retuercen alrededor de la mesa.

Hay algo en este hombre, erudito del rock progresivo, tarotista, escritor y experto en los géneros fantásticos, que te conduce a leer como una necesidad y un placer descomunales de tu día a día. Es quizá la manera en que te habla, la manera en que levanta los libros cuando te habla de uno de ellos, o quizás simplemente la soltura con que despliega sus conocimientos, lo que te lleva a ello. Como sea, se trata de una especie de mago que, al compartir su amor por la lectura y el lado oscuro de la realidad, te lleva de la mano para que la fantasía se vuelva parte de tu misma piel.

Cualquiera que esté familiarizado con el ámbito de la enseñanza de lo fantástico en México ha escuchado alguna vez en su vida hablar de Bernal y sus míticos cursos de tarot, vampiros, animaciones del mundo, cuento policiaco, horror cósmico, introducción a la literatura de horror, serial killers, ciencia ficción, desarmando a Paul Auster, Carlos Castaneda o Borges, o su laboratorio de cuento fantástico que coordina junto con su esposa Doris Camarena, ya sea en alguna escuela, instituto o en su propio terreno: La Biblioteca de la Mandrágora, que no es otra cosa que su propia casa. Un sitio donde se respira el aroma a otra dimensión habitada por simpáticos perros, libreros atestados de volúmenes que serían la envidia de Lovecraft, una foto de Freddy Krueger y sillones negros de piel donde se reúnen sus alumnos para atender a las palabras de uno de los auténticos gurús de lo siniestro, maravilloso y aterrador en la literatura.

Por fortuna he podido ser uno de sus alumnos; he tenido el privilegio de entrar a la exquisita Biblioteca de la Mandrágora y la experiencia siempre ha sido tan fascinante como un relato de Francisco Tario o Arthur Machen.

Un fragmento de un sueño de Ricardo Bernal (tomado del blog Bitácora de Sueños, con permiso del autor):

Descubro que sólo hay dos títulos diferentes, repetidos decenas de veces: El retorno de los brujos y Los albañiles de Leñero. Decido comprarlos todos, pero entonces Gilberto me dice que le deje la mitad para venderlos. Luego todo cambia: estoy yo solo frente a un puestito de pelis piratas. En una pantalla están pasando un corto animado que nunca he visto: se trata de un extraño video musical donde una mujer negra baila y toca las maracas; junto a ella cantan unas jirafas. El estilo de los dibujos me recuerda al de Sylvain Chomet. Veo que el corto dura menos de dos minutos y decido ponérselos a mis alumnos de Narrativas en una clase sorpresa. Luego estoy tras mi lap grabando un dvd con varias animaciones musicales en miniatura: ninguna pasa de dos minutos. Al tratar de agregar el corto que acabo de ver, noto que hay un segundo que se pierde: en el sueño ese segundo es una rayita de colores que parece una aguja de hielo, lo cual me parece muy extraño. Sigo intentando que el corto quede completo, pero entonces todo cambia y estoy en el comedor de la casa donde viví de niño, acomodando en una caja de cartón las hojas onduladas de un horrible adorno navideño viejísimo… Despierto.

No sólo he sido parte del alumnado que ha rodeado a Ricardo Bernal en su biblioteca personal y centro de ceremonias para invocar a lo fantástico, sino que también viví la grata experiencia de recorrer su enigmática casa acompañado de sus perros (¿acaso alienígenas disfrazados de mascotas? Cualquier cosa es posible en el extraño mundo del tío Bernal) para conocer su universo. Me sentía un arqueólogo que penetra por vez primera en una cámara prohibida para descubrir pasillos, escaleras y habitaciones donde el sabor a lo irreal se percibe en cada detalle.

Bernal me enseñó su colección de libros, sus selectos discos de progresivo, la recámara donde al lado de su esposa devora series de detectives y el comedor donde se reúne con sus amistades para llevar a cabo tertulias donde seguramente acude el Pueblo Blanco de Machen al caer la noche. Antes de subir las escaleras para conocer la otra mitad de su casa, me obsequió dos hermosos ejemplares de aquel famoso fanzine del underground literario mexicano, editado por Doris Camarena: La Mandrágora.

En mi buró descansan aquellos volúmenes que guardan joyas de lo grotesco, lo horripilante y lo fantástico. Cuando el oscuro rey de las mandrágoras te abre las puertas de su templo las maravillas salen expulsadas y no tienes otro remedio que admirar su vuelo.

Ricardo Bernal en frases tomadas de una entrevista ofrecida por él en La Biblioteca de la Mandrágora):

“Doris y yo somos como Lennon y McCartney, así que hacemos todo juntos”.

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“Creo que el éxito de mis cursos es que se dan temas poco comunes”.

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“No me imagino dando curso de algo que no me guste. Dar un curso es hacer que otros vean lo que tú ves para ver si les gusta”.

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“Lo que me gusta de dar cursos es que puedo vivir de lo que estoy descubriendo. Puedo seguir investigando de lo que me interesa y vivir de ello”.

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“Otra de las cosas que me gusta de los cursos es que hago amistad con personas con las que comparto los mismos gustos. Yo soy de ‘Fresolandia’, de Satélite, un lugar donde la gente no estaba interesada en la lectura, así que yo era un bicho raro entre los bichos raros. Así que en mis cursos tengo la oportunidad de conocer gente que se vuelve mi amigo, lo cual es un privilegio”.

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“Casi no escribo. En lugar de entregarme a la escritura de una novela, que te lleva muchas horas, prefiero dedicar ese tiempo a ver series, animaciones, leer libros, estudiar astrología, hacer lo que me gusta. No digo que no me gustaría tener mis libros publicados en Valdemar Gótica, por ejemplo, pero tú sabes: hagas lo que hagas el tiempo es limitado, entonces mi decisión fue seguirme dedicando a lo que me gusta”.

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“El género narrativo más antiguo son los sueños: antes de inventar cosas los hombres se contaban sus sueños alrededor de la fogata”.

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“Siempre sueño caricaturas”.

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“Un libro que me marcó fue El otoño del patriarca de García Márquez. Cuando lo estaba leyendo yo me preguntaba cómo es que alguien podía escribir de esa manera tan barroca mediante su prosa”.

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Ya sea a través de sus cursos impartidos en La Biblioteca de la Mandrágora, sus alucinantes posts en la Bitácora de Sueños —donde hace de sus imaginaciones nocturnas un subgénero literario por sí mismo—, sus eruditas publicaciones en Facebook sobre rock progresivo en Radio Fú Manchú, un mensaje Inbox de Messenger, o la oportunidad de charlar con él, la experiencia de estar unas horas junto a las alfombras mágicas del profesor Bernal es un deleite. Casi como estar leyendo un cuento de Arreola mientras por los altavoces suena un disco de Supersister y el mundo queda misteriosamente eclipsado por una nube negra. Despierto…

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Fotos de Ángeles J. Martínez.

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El curso más reciente de Ricardo Bernal:

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Rodrigo Ayala Cárdenas

Apasionado de todo lo raro, terrorífico, fantástico y que se salga de lo considerado normal en las vertientes del cine, las letras y la música. Redactor y corrector de estilo desde hace varios años, dedica su tiempo al ejercicio de la libre imagina.

 

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