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CORNELIA FUNKE

de la tinta al espejo

 

Vanessa Puga

 

 

Muchas veces he pensado que el que me guste tanto la fantasía es porque se trata de un escape seguro en los momentos más tristes o de mayor soledad. Nunca me he considerado extrovertida (más bien pienso en mí como una introvertida funcional: con los años aprendí a relacionarme con los que me rodean con una aparente actitud outgoing cuando francamente prefiero guardar mi mundo interior para mí). Mi infancia la pasé metida en la biblioteca de la primaria leyendo cuanto libro pudiera. Amaba los libros, las historias que guardaban entre sus páginas y, ante todo, a los personajes que se volvían entrañables.

Más adelante, en mi adolescencia, descubrí la lectura conjunta. Es curioso pensar que antaño, cuando inició el lenguaje escrito y el hábito de la lectura, eran pocos los que leían así que se reunían en grupos para que el lector leyera en voz alta al grupo lo que estaba en los textos. Pero no me refiero a ese tipo de lectura conjunta.

Con el fenómeno de Harry Potter, mi familia, un amigo de mi papá y yo nos embarcamos en la aventura de leer todos el mismo libro para luego irlo discutiendo. A veces era complicado porque sólo existía un ejemplar del libro en la casa para que mi hermana, mi padre, mi madre y yo lo leyéramos por turnos. Era una lectura enriquecida (y alentada) por la interpretación de los otros. Se volvió muy común la pregunta “¿En qué vas?”, cuestión recurrente por parte de quien ya había acabado el libro hacia quien apenas lo estaba leyendo. Ya que todos acabábamos, mi papá invitaba a su amigo a cenar y charlábamos sobre la historia. Así leímos los siete libros.

Esa forma de leer se hizo común en casa, particularmente entre mi hermana, mi padre y yo (así leyeron mi hermana y mi padre la saga de Millenium, por ejemplo). Supongo que así han de funcionar, en cierto nivel, los círculos de lectura, aunque no lo sé de cierto pues nunca he participado en uno [deberíamos armar uno virtual, queridos lectores].

En mis andanzas entre libros he encontrado autores entrañables, que generan personajes con los que me identifico por completo. A veces, incluso, han causado que tenga un severo crush intelectual con sus mentes (las de los autores).

Alguien que ha estado para mí en momentos de tristeza y que fue el eje de la última lectura conjunta que hubo en mi casa es la alemana Cornelia Funke. De ella deben saber que estudió Pedagogía, ama escribir historias clasificadas como LIJ y, además, a veces ilustra sus historias (digo a veces pues, aunque se volvió ilustradora, varios de sus libros son trabajo conjunto con otros ilustradores).

Cornelia Funke

Los mundos que ha creado Cornelia son muchos, vastos y mágicos. Un solo post no acabaría de abarcar lo que hay entre la tinta y el espejo. Es por ello que hoy les traigo un recorrido por dos de mis historias consentidas de esta autora.

La Tinta que cobra vida

Justamente el que me encariñara o, de menos, me identificara con algún personaje, fue lo que me hizo acercarme a la Saga de Tinta. Quizás ustedes saben de la existencia de una infame película llamada Corazón de tinta protagonizada por Brenda Fraser. Digo “infame” porque trataron de condensar 3 libros (rápido y mal) en una película.

Dato curioso: cuando Funke empezó a escribir la historia de la Saga de Tinta, se imaginó a Mo, uno de los protagonistas, como el actor que lo interpretara en la desatinada película.

Dejando de lado el mundo cinematográfico, veamos lo que es el Mundo de Tinta. ¿Les ha pasado que se clavan tanto en la historia de un libro que sienten que se meten en ella? Seguro que sí. Y partiendo de esa sensación surge el Mundo de Tinta.

Meggie es una chica de 13 años, que vive sola con su padre, Mo. Meggie ama los libros; su padre se dedica a repararlos: les cambia las pastas, los cura de problemas como termitas, polvo y años acumulados en sus páginas y los trata con tanto cariño como a su propia hija.

Una noche, un ser extravagante llega a buscar a Mo y le dice que es necesario que lo ayude. Ese ser es Dedo Polvoriento, alguien que viene del pasado de él. Así arranca una aventura que lleva a Meggie a descubrir parte de su pasado. Su padre posee el poder de traer algo a este mundo cuando lee en voz alta. Puede ser un objeto de la historia o un ser vivo. Muchos años atrás, justo al leerle en voz alta a su esposa Resa, ella desapareció. Dedo Polvoriento es uno de los seres que han sido arrancados de un libro por el poder de la voz de Mo. Sin embargo, es el menor de los problemas: Capricornio también ha salido y sólo Mo puede hacer algo para evitar la catástrofe.

Meggie es llevada por su padre a casa de su tía abuela Elinor, una bibliófila obsesionada con tener los libros más hermosos. Capricornio y sus secuaces van en busca de Mo y de Meggie y la persecución se complica cuando topan con el autor del libro de donde salieron estos maleantes (libro que Capricornio se ha dedicado a quemar metódicamente).

En el primer libro, Corazón de tinta, Funke nos despliega lo que puede ser el sueño de cualquier lector: sacar cosas de los libros y traerlas a nuestro mundo simplemente con el poder de nuestra lectura en voz alta. Además, entre sus personajes podemos ver varias caras de los diferentes tipos de lectores, desde los que aman leer como sea hasta los que aman el libro como objeto. Aquí la autora nos introduce al mundo complejo de la tinta, aunque termina de forma tal que bien podrían quedarse ahí… o podrían conseguir Sangre de tinta, el segundo tomo de la trilogía.

Aquí es cuando las cosas se complican porque el poder de Mo resulta que no sólo funciona para sacar cosas de los libros, sino para meterlas. Nuestros personajes acaban dentro del que puede ser el último libro que queda de la historia originaria de Dedo Polvoriento, Capricornio y compañía. ¿Encontrarán a la mamá de Meggie? ¿Podrán detener a la malvada madre de Capricornio? Este libro culmina en absoluto suspenso. Imaginen que cuando lo terminé de leer busqué hacerme del tercer tomo cuanto antes (y me lo devoré en dos días).

Muerte de tinta es la conclusión de la saga. Cada personaje tiene su propia historia que se ha ido construyendo a lo largo de los tres libros, y cada uno tiene una conclusión. Algo que me impactó de esta saga fue el cómo Funke supo mantenerme angustiada por los personajes en varios momentos. Temía por el bienestar de Mo, de Meggie, incluso de Elinor y de Dedo Polvoriento. Ésta es la única historia en donde verdaderamente celebré la muerte de uno de los antagonistas. Creo que jamás me había dado tanto gusto ver al malvado no sólo fuera del camino, sino del mundo (¿real?, ¿entre las páginas? Ustedes tendrán que averiguarlo).

Un plus bello que tiene esta saga es que cada capítulo inicia con un epígrafe de algún libro infantil o juvenil: les dará una gran cantidad de títulos para buscar y leer después.

El Espejo que oculta los cuentos que no nos contaron

 

Mi verdadero amor por lo creepy creo que inició con los cuentos de los Hermanos Grimm y los cuentos de Hans Christian Andersen. Y hablo de los reales, no las versiones endulzadas de Disney y otras cadenas de animación.

Se me hacía fascinante que alguien escribiera “para niños” y no tuviera ningún recato en hablar de una niña desobediente que muere de cansancio por culpa de unas zapatillas rojas encantadas, o unas hermanastras cortándose pedazos de los pies para poder meterlos en la codiciada zapatilla. Años después sabría que en gran medida la “crudeza” de los cuentos se debía a que el concepto de “niñez” o “infancia” que tenemos hoy en día es muy reciente, y cuando escribieron esos cuentos se pensaba en los niños como “adultos chiquitos”.

Dejando de lado los debates sobre si esos cuentos son o no aptos para niños, no es de extrañar que dado mi amor por esas historias (¡horrendas!, ¡fascinantes! Son crudas, pero mágicas) hiciera que la premisa del Mundo del Espejo me cautivara.

Existe un espejo en algún hogar que se puede cruzar. Y al cruzarlo, se llega a un mundo donde todo eso que nos contaron los hermanos Grimm existe: ogros, brujas, zapatillas mágicas, husos encantados. Y no sólo existen: hay recompensas por encontrarlos. En ese mundo, el mundo que está detrás del espejo, Jacob Reckless deja de ser un humano promedio y es un cazarecompensas.

Desde que su padre desapareció, Jacob lleva una doble vida: una en la que cuida de su madre y de Will, su hermano menor; otra donde al lado de la hermosa y reservada Fux, recorre ese mundo buscando tesoros y vendiéndolos al mejor postor. Es una buena vida. De hecho, es una vida mucho mejor que la que tiene en el mundo real. Sólo que Will y su madre lo hacen volver a la realidad (para envidia y desasosiego de Fux). La vida de Jacob da un vuelco cuando Will lo sigue a través del espejo y, por un embrujo del Hada Negra, es transformado en un goyl.

Ahora Jacob, con la ayuda de Fux y de Clara, la prometida de Will, debe intentar rescatar a su hermano a como dé lugar, poniendo en riesgo no sólo esa vida que ama del otro lado del espejo, sino su propia existencia. Así inicia la Saga del Espejo, con Reckless: el goyl de jade (o corazón de piedra)

De nueva cuenta, Funke nos plantea un mundo trazado a partir de la imaginación que convive con el mundo que conocemos. La Saga del Mundo del Espejo consta actualmente de tres libros y estamos a la espera de que salga el cuarto.

Como pasa con la Saga de Tinta, el primer tomo puede leerse sin necesidad de brincar al segundo de inmediato: hay lazos por atar (uno crucial para el desarrollo del segundo libro), pero no se queda en suspenso.

Sin embargo, a partir del segundo tomo se empieza a poner más cardiaco. En el segundo tomo, Reckless: Sombras vivientes (o sombras vivas), Jacob se enfrenta al Hada Roja, a una maldición que le está arrancando la vida a (dolorosas) mordidas de polilla y a un temible Barba Azul que podría quitarle a la persona que más le importa en esta vida.

En el tercer tomo, Reckless: El hilo de oro, Will es obligado a volver al mundo del espejo y un misterioso duende aparece, lo que podría significar el retorno de una especie que parecía extinta en el Mundo del Espejo –y que podría poner en riesgo ese mundo y el nuestro.

Aún no conozco el título del cuarto tomo, pero puedo decirles que lo espero con ansias. El giro e interpretación que Funke les da a los cuentos clásicos no deja de ser ingenioso (podría ser una oda al fanfiction y la reinterpretación literaria), dejando ver que ella y Lionel Wigram, su co-autor, le han dado muchas vueltas a los cuentos de nuestras infancias.

Estos libros son editados por el Fondo de Cultura Económica, dentro de su colección A la orilla del viento.

 

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Vanessa Puga

También responde al nombre de Nerea o al apelativo de bruja. Dicen que nació en la Ciudad de México, pero ella sospecha que la inventaron las novelas de fantasía y aventura y la aventaron en un mundo que no le corresponde. Tiene un serio crush con lo creepy. Ávida lectora y escritora —de preferencia a mano, con letra cursiva y tintas de colores—, es imán de geeks aunque no entienda todos los fandoms. Hornea panqués cuando está excesivamente estresada.

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Twitter: @Nereavpv

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