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ENTRE EL ARQUETIPO Y EL ESTEREOTIPO DEL SLASHER

DE LEATHERFACE A FREDDY KRUEGER

 

Israel Yerena

 

Una de las grandes características del cine de terror es que muta conforme la sociedad evoluciona, pues, como es sabido, las cintas de este género se nutren del horror del vivir diario.

Gracias a la vida y obra de la sociedad, pero también a su insensibilidad y gusto por lo mórbido y grotesco, es posible ver cada vez más películas que se arriesgan a llevar al límite al espectador, ya sea tanto en lo anímico como en los visual. Tales como el remake de I Spit on Your Grave, The Human Centepede 2 y A Serbian Film, cintas que se caracterizan por un alto grado de sangre, excremento, violaciones y torturas.

Sin embargo, si bien estas características entran en aquella categoría llamada gore, existió una época en que este elemento tuvo su auge en una sociedad masoquista que, si bien disfrutaba de ver masacres, también necesitaba ser flagelada mediante un nuevo subgénero. Nos referimos al bello cine slasher y sus principales (pero no únicos) exponentes, como Leatherface (The Texas Chainsaw Massacre, 1974), Michael Myers (Halloween, 1978), Jason Voorhees (Friday the 13, 1980) y Freddy Krueger (A Nightmare on Elm Steet, 1984).

Si bien el slasher surgió con el estreno en cines de The Texas Chainsaw Massacre, podría decirse que fue con Psycho (1960) de Alfred Hitchcock y Peeping Tom (1960) de Michael Powell que tuvo sus antecedentes. Para entender esto, debemos saber ciertos elementos con las que una cinta de terror debe contar para ser considerada slasher.

El slasher, en cuanto a lo visual se refiere, recurre principalmente a dos elementos: un gore con una cantidad inconmensurable de sangre y torturas, pero, sobre todo, a la figura del monstruo encarnada en el psicópata, personaje tan más exquisito, sádico, perverso y sexual cuanto más humano es. Estos antagonistas no son más que el receptáculo de todas las emociones y sentimientos primarios que alberga la naturaleza humana (aunque sobre este tema ya profundizamos en una vértebra anterior de esta columna).

De hecho, estos psicópatas son la esencia del slasher. Cintas que también son conocidas como cine de destazamiento o psycho-movies. Por supuesto, no podían tener un nombre más acorde, pues son precisamente hombres trastornados y sádicos quienes llevan a cabo tales matanzas que, en la mayoría de los casos, terminan en un baño de sangre por demás catártico para el espectador.

Así, si bien el slasher nació en los 70, fue en 1960 con los personajes de Norman Bates en Psycho y con Mark Lewis en Peeping Tom que la figura del psicópata y el cine slasher comienzan a formarse -más no a consolidarse-, pues tenemos ya a la figura de un ser humano trastornado y furioso ante una sociedad que no hace nada más que pervertirlo. Pero todavía harían falta unos cuantos elementos para que este subgénero tomara forma.

 

Años más tarde, el director Tobe Hooper estrenaría una de las cintas más importantes en toda la historia del cine de terror: La masacre de Texas.

En esta historia se muestra a una familia caníbal llevada al límite por los estragos de una sociedad norteamericana en decadencia, al grado de que la opción más viable para sobrevivir es la deliciosa carne humana. Este filme muestra ya los elementos esenciales del slasher: un asesino enmascarado (Leatherface), el arma que no sólo está hecha para asesinar sino para mutilar (la motosierra), el grupo de jóvenes que sufrirá un terrible destino, la regla de la única mujer sobreviviente y la violencia casi injustificada que ejercen los antagonistas para con sus víctimas.

Así, el primero de octubre de 1974 nació el cine slasher con el estreno de TheTexas Chainsaw Massacre. No obstante, esta cinta sólo fue el arquetipo del género.

Fue hasta 1978, cuando John Carpenter estrenó Halloween, que el cine de destazamiento llegó a su punto máximo y alcanzó la nota perfecta: más importante que el gore y las torturas, tenemos ya a la figura del psicópata 100% consolidada. Es decir, el asesino de esta película no es un simple hombre llamado Michael Myers. No, es una máquina de matar, un monstruo cuyo único sentimiento que puede experimentar es el de la sed de sangre y que no se detendrá ante nada ni nadie.

Myers es, simplemente, maldad pura, antigua, imparable y eterna. De esta forma, Halloween se convirtió en el prototipo del slasher.

No obstante, a partir de esta cinta las psycho-movies tuvieron un auge increíble con filmes como Friday the 13 o A Nightmare on Elm Street, pero son también estas dos y sus numerosas secuelas las que terminaron por hacer del slasher un estereotipo que terminó por crear los mayores clichés del género.

Por un lado, en Viernes 13 vemos a un gran niño de mamá llamado Jason, otra máquina de torturas cuyo móvil es la venganza y la promiscuidad de los jóvenes.

Por otro, en Pesadilla en la calle del infierno vemos a Freddy Krueger, un sádico pervertido que, de igual forma, busca vengarse de los hijos de aquellos padres que terminaron con su vida mortal.

Sin embargo, en las tantas secuelas de estas cintas se presenta ya no una crítica a una sociedad y su falta de valores morales, así como el frenesí sexual de aquella época. Estos elementos son tomados como meras excusas y no como medios para mostrar una cantidad de violencia justificada; se convirtieron en violencia sin razón, cuya única finalidad es el morbo. Eso sí, terminan siendo filmes por demás divertidos.

Sabemos que estos no son los únicos slashers, pero sí los más representativos y, si bien pueden ser por demás clichés, no queda más que disfrutarlos. A fin de cuentas, lo único malo del morbo es no gozarlo en exceso.

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Carlos Israel Yerena Cruz, 24 años.

Egresado de la carrera de Comunicación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. 

Contribuyente de la revista electrónica “Encuadres”, escribiendo reseñas y noticias acerca del género de terror.

Titulado mediante la tesis “La masacre de Texas: del asesino histórico al fílmico”.

Amante de los temas tabúes, lo retorcido y lo bizarro, desde muy temprana edad -cuando apenas era un pequeño Ghoul– encontró en el género de terror un refugió en el cual depositar y liberar todos aquellos deseos perversos que crecen hasta en la mente más pura. Sin importar la vertiente, ya sea literaria o cinematográfica, el horror es un género que lo ha sumergido en un mundo que le ha enseñado que, a veces, la belleza más extrema se encuentra en las obras más grotescas.

De estómago curtido principalmente por los filmes slashersel género de horror también le ha demostrado que la mente y la naturaleza del ser humano son, quizá, las fronteras más lejanas y oscuras que nunca terminarán de ser exploradas, pero que piden a gritos que alguien se adentre en ellas. En la literatura, gracias a Lovecraft, ha aprendido que, aunque sea en unas cuantas páginas y en breves oraciones –escritas a veces por las mentes más solitarias e incomprendidas se alberga el horror más profundo de todos, aquel para el que ni siquiera se han creado las palabras ni ojos que sean dignos de describirlo.

¡! ¡Cthulhu fhtagn!

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