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Entre la mirada del asesino y la víctima:

DEL METRAJE ENCONTRADO AL FALSO DOCUMENTAL

 

Israel Yerena

 

¿Has mirado una cinta de terror que te advierte que lo que estás a punto de ver es completamente real? ¿Alguna película te ha recibido con la leyenda “lo siguiente es un registro de lo que grabaron las cámaras, los jóvenes que aparecen en dicho material continúan desaparecidos”? ¿Te has recostado en la cama o en el sofá mirando una cinta que muestra los desafortunados -y a veces sangrientos- destinos de un grupo de personas que se enfrentaron a lo desconocido y lo grabaron todo con una vieja videocámara?

Estas películas cada vez son más prolíficas, aunque repetitivas, pues el argumento entre una y otra suele ser el mismo o, por lo menos, bastante parecido. Sin embargo, otras, aunque muy pocas, logran generar una tensión y ambiente no sólo de terror, sino de gran realismo, logrando que el espectador se pregunte si lo que está mirando en pantalla es mera ficción o si se trata de trágicos eventos que ocurrieron en realidad y, ahora, morbosamente se presentan en la pantalla.

En el cine de terror a estas cintas se les llama metraje encontrado (found footage) y falso documental (mockumentary), los cuales fungen a manera de registros en video de los hechos a los que se enfrentan los protagonistas de la cinta, sucesos que van desde eventos sobrenaturales como abducciones extraterrestres, apariciones fantasmales o incluso una cacería de trolls, hasta videos de torturas y asesinatos. Por supuesto, ya se trate de metrajes encontrados o falsos documentales, ninguna de las situaciones que ambas cintas presentan son reales, sin importar qué tan convincentes sean éstas. Existe una diferencia muy grande entre el found footage y el mockumentary, pues aunque muchas veces la idea o el objetivo de ambos subgéneros es engañar al espectador, la diferencia está en cómo abordan la situación.

Como su nombre lo dice, el found footage es un supuesto metraje “encontrado”. Su idea es hacer creer que todo lo que se muestra en la grabación fue completamente real y grabado con el recurso de cámara en mano. La premisa de este subgénero es simple: un grupo de personas -por lo regular jóvenes- se adentra en locaciones o terrenos desconocidos, tales como bosques, cuevas o edificios abandonados, en los cuales se enfrentarán a situaciones peligrosas, ya sea sobrevivir y enfrentarse a monstruos, fantasmas o cualquier otro fenómeno sobrenatural o, en el caso más simple, un asesino serial.

Los cintas de vídeo que estas personas hayan grabado, siempre, pero absolutamente siempre, se dirá que fueron encontradas cerca de donde ocurrieron los hechos o en algún otro lugar con relación a las víctimas, ya sea en su hogar, la escuela, enviados por correo o, en muchas ocasiones, la supuesta cinta es encontrada por un curioso que tropezó con ella (de ahí el nombre “metraje encontrado”), quien al ver el contenido de la grabación, acudió directamente a la policía, la cual “investigó” el caso y decidió proyectarla al público en “homenaje” a las víctimas o con la intención de que quien la mire otorgue un poco de información para resolver tan extraña situación. Por supuesto, ninguna de estas cintas es real, y tampoco es de sorprender que en estas obras nunca quede algún sobreviviente.

El ejemplo por excelencia de los metrajes encontrados es El proyecto de la bruja de Blair (1999), la cual muestra todos y cada uno de los elementos ya mencionados. Incluso, mucha gente llegó a creer que los jóvenes actores de la película en verdad habían desaparecido.

Otro suceso similar ocurrió con Holocausto caníbal (1980), filmada casi de la misma manera; la cual casi ocasiona que su director, Ruggero Deodato, fuera a la cárcel, pues hubo quienes creyeron que los actores en verdad habían sido canibalizados.

En la actualidad, quizás Actividad paranormal (2007) sea la obra más limpia en representación del found footage.

En cambio, el mockumentary o falso documental es un poco más complejo, mejor estructurado y ordenado en su narrativa. Este tipo de grabaciones, además, otorgan supuestas bases y fuentes para lograr su objetivo; es decir, no se limitan a dar unas cuantas cámaras a los actores y que éstos se pongan a grabar lo que se les ocurra, sino que suelen presentar una investigación más profunda del tema, así como opiniones y entrevistas a médicos, policías, personas trastornadas, sacerdotes, víctimas, asesinos, locutores o cualquier otro especialista que se acople a la historia que presentan pues, como su nombre lo dice, se trata de un documental y debe tener bases “sólidas”; aunque, claro, todos y cada uno de ellos también son actores.

Aunque hay varios ejemplos de estas cintas, dos de los que -y si bien son muy diferentes uno de otro- estructuralmente son idóneos para entender la diferencia entre el metraje encontrado y el falso documental son What We Do in the Shadows (2014) que, si bien es una comedia de terror que muestra la vida de cuatro vampiros, está filmado a manera de un documental que explora la rutina diaria de estos personajes mediante entrevistas que se les realizan.

Ahora bien, en un extremo completamente aterrador y sombrío, tenemos la cinta The Poughkeepsie Tapes (2007), la cual documenta la travesía de la policía para atrapar a un asesino en serie, de quien encontraron cerca de 800 videocasetes en los que grabó sus crímenes. Para esto, se muestran entrevistas a forenses, víctimas, psicólogos, criminólogos, policías y doctores.

Entonces, podría decirse que la diferencia entre el falso documental y el metraje encontrado no es otra más que la manera en que están filmados. Sin embargo, podemos ver que más allá de ello también muestran dos miradas diferentes, pues mientras el found footage nos acerca más al sufrimiento de las víctimas, el mockumentary nos adentra en la mente del asesino. No se trata sólo de dos maneras distintas de grabar, sino de dos visiones diferentes que experimentan con el morbo y la credulidad del espectador.

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Carlos Israel Yerena Cruz, 24 años.

Egresado de la carrera de Comunicación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. 

Contribuyente de la revista electrónica “Encuadres”, escribiendo reseñas y noticias acerca del género de terror.

Titulado mediante la tesis “La masacre de Texas: del asesino histórico al fílmico”.

Amante de los temas tabúes, lo retorcido y lo bizarro, desde muy temprana edad -cuando apenas era un pequeño Ghoul– encontró en el género de terror un refugió en el cual depositar y liberar todos aquellos deseos perversos que crecen hasta en la mente más pura. Sin importar la vertiente, ya sea literaria o cinematográfica, el horror es un género que lo ha sumergido en un mundo que le ha enseñado que, a veces, la belleza más extrema se encuentra en las obras más grotescas.

De estómago curtido principalmente por los filmes slashers, el género de horror también le ha demostrado que la mente y la naturaleza del ser humano son, quizá, las fronteras más lejanas y oscuras que nunca terminarán de ser exploradas, pero que piden a gritos que alguien se adentre en ellas. En la literatura, gracias a Lovecraft, ha aprendido que, aunque sea en unas cuantas páginas y en breves oracionesescritas a veces por las mentes más solitarias e incomprendidas se alberga el horror más profundo de todos, aquel para el que ni siquiera se han creado las palabras ni ojos que sean dignos de describirlo.

¡, ! ¡Cthulhu fhtagn!

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