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EL LENGUAJE DE LA OBSIDIANA

Rubén Espinoza

 

Ojos de negro,

Bayas que arrojan oscuros

Ganchos –

Negras bocanadas de dulce sangre,

Sombras.

Y otra cosa

Sylvia Plath

La oscuridad y su encanto por absorber la luz, dioses desde tiempos inmemoriales que representan los contrarios, antípodas que se unen y que generan una roca capaz de hablar con los hombres.

Es una roca ígnea extrusiva, generalmente de carácter ácido, formada por el enfriamiento rápido de lavas riolíticas. El descenso abrupto de la temperatura de ese tipo de lavas provoca que no se formen estructuras interatómicas bien definidas, es decir, no se forman cristales y por esta razón se denominan mineraloides. En consecuencia, la obsidiana es considerada como un vidrio volcánico (Cruz, 2002).

«Obsidiana», Cavalcante Leo (2020)

H.P. Lovecraft, en el siglo XX con su cuento The Dunwich Horror, escribe sobre las traducciones de su famoso libro Necronómicon, mencionando que su protagonista tiene problemas intentando cotejar su versión incompleta traducida por el Dr. Dee.

Wilbur llevaba consigo el inapreciable, pero incompleto, ejemplar de la versión inglesa del Necronomicón del Dr. Dee que su abuelo le había legado, y nada más le permitieron acceder al ejemplar en latín se puso a cotejar los dos textos con el propósito de descubrir cierto pasaje que, de no hallarse en condiciones defectuosas, habría debido encontrarse en la página 751 del volumen de su propiedad (Lovecraft 1, 2007).

John Dee (julio 1527- diciembre 1608) fue científico, matemático, astrónomo, navegante, astrólogo, geógrafo, hermetista, neoplatonista, cabalista, espiritista, alquimista… que buscó desde joven un conocimiento superior de las cosas como lo hacen los personajes de Lovecraft, y según Lovecraft fue John Dee el que tradujo el Necronómicon; un personaje que escapa al plano de la realidad, existiendo múltiples tradiciones actuales que lo relacionan con la revelación de un lenguaje mágico, el enoquiano, la lengua de las aves, la lengua de los ángeles. Lengua que supuestamente fue revelada gracias a un poderoso objeto que en la realidad y hasta el día de hoy permanece en el museo británico: un espejo de obsidiana, de origen mexicano.

John Dee

En noviembre de ese mismo año de 1582, a través de Kelly y desde la primera sesión, el ángel Uriel se apareció a Dee. Le revelo su sello secreto y las instrucciones para fabricar dos talismanes: el Sigilium Aeifmeth (el Sello Divino de la Verdad), un pentáculo complicado, y la Tabula Sancta (la Tabla Santa), con letras enoquianas que, usados a la vez, permitían invocar a los espíritus. El arcángel también le entregó una piedra negra pulida, una obsidiana que, se decía, había pertenecido a los aztecas o los mayas. Mirándola fijamente, seres que se encontraban en otro plano de existencia aparecían en su superficie y predecían el futuro. Así mismo, Uriel les reveló las 21 letras del alfabeto enoquiano que les permitía comunicarse con los ángeles y les dictó el Liber Logoeth (Contreras, 2010).

Es de esta forma como entramos de lleno a lo que nos dicen los textos aztecas y mayas sobre el uso de estos espejos de obsidiana dentro de su cultura, un uso que llega hasta nuestros días mezclando el mito con la realidad a cada momento. Como ejemplo, el mago Aleister Crowley, que retomó el lenguaje enochiano y que disfrutaba de viajar por México cada que tenía oportunidad, una tierra propicia para la magia.

Aleister Crowley

Para las culturas azteca y maya la obsidiana era una piedra muy apreciada que servía tanto para el comercio como para hacer armas. Su uso estético es muy poco mencionado y se reserva si se refiere al uso para un plano principalmente ritualístico.

Existen para ellos dos dioses que estaban directamente asociados con el espejo de obsidiana: Tezcatlipoca, dios voluble y todo poderoso de los aztecas, alter ego y opositor de Quetzalcoatl, que otorgaba y quitaba prosperidades, relacionado con el destino, con la brujería y con los reyes, se caracteriza iconográficamente por la presencia de un espejo que emite humo de su sien y por la desaparición de una de sus piernas, la cual suele ser sustituida por otro espejo que humea, un jaguar, una serpiente, o simplemente muestra el hueso desnudo de la pierna; y K´awiill, dios maya ligado a la realeza y promotor de las transformaciones, se relaciona con el rayo y posiblemente con el sustento, presenta como principales características iconográficas un espejo en la frente, atravesado por un elemento humeante y una pierna sustituida por una serpiente (Rivera, 2006).

Estas culturas comparten un dios que se representa con un espejo negro en la frente, interpretado de manera frecuente como obsidiana. Gracias a ésta se puede mantener el contacto con el dios, ya que al surgir del fuego y de la tierra con un color que era para ambas culturas tan significativo, no se podía desprender de su relación con el inframundo.

Entre las palabras con las que se hacía referencia podemos encontrar (pochectic = negro como humo). De ahí que nos encontremos frente a un difrasismo que apunta a la brillantez del humo y de lo negro (peztic = negro brillante como espejo) tal y como reluce la obsidiana (iztic). Es el espejo de obsidiana un objeto que refleja la verdad, y permite conocer lo que el ojo no puede ver. Fue a la vez un espejo donde Moctezuma vio el cielo y las estrellas nombradas Mastelejos o mamalhuaztli, que quiere decir “palos con que se saca la lumbre”, y el arribo de una muchedumbre que venía armada encima de caballos (Sahagún 1975: 434 y 724). Tambien era el espejo, y el humo espejeante, lo que distinguía a Tezcatlipoca, dios de dioses, “invisible y como obscuridad y aire”, quien sabía los secretos de los hombres y cuando se les aparecía era como sombra (Sahagún 1975: 194) (Beyer, 2001).

En maya yucateco la palabra para espejo es nen… Pero seguramente más interesante resulta que en maya tzotzil se use la voz nen en el habla ritual para referirse a los escribas que tienen especiales poderes visuales, lo que puede estar en consonancia con que también en yucateco nen signifique «imaginar», «contemplar», «pensar» o «meditar», términos todos ellos adecuados para el ejercicio de los augurios, los vaticinios, la clarividencia y la comunicación con el más allá (Dorado, 1999).

La comunicación con el más allá, el espejo como aquello que nos muestra lo desconocido, en ocasiones el porvenir, en otras aquellas cosas secretas que el hombre aprende sólo por inteligencias superiores, todo a través de la obsidiana son tópicos que al parecer engendraron estas culturas y que llegaron para quedarse, sintiendo sus ecos en la literatura que se sigue creando.

Leyenda de la Tatuana (fragmento)

El Maestro Almendro tiene la barba rosada, fue uno de los sacerdotes que los hombres blancos tocaron creyéndoles de oro, tanta riqueza vestían, y sabe el secreto de las plantas que lo curan todo, el vocabulario de la obsidiana —piedra que habla— y leer los jeroglíficos de las constelaciones (Asturias, 1930).

«La Tatuana», Jorge Corleto (2010)

¿Hace cuánto que no hablas con la obsidiana?

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ALVARADO, J. C . (2012). “Obsidiana”. En Análisis de la obsidiana de los entierros 20, 31 y 32 del sitio arqueológico la cuchilla, chalchuapa (pp. 23-25). El Salvador: Universidad Tecnológica de El Salvador.

ASTURIAS, M. A. (1930). «Leyenda de la tatuana». Voces de Hispanoamérica: Antología Literaria.

BEYER, B. F. (2001). La representación de un cometa en la Tumba 2 de Mitla, Oaxaca, México. Indiana, 17, 189-208.

CONTRERAS ELVIRA (Julio-Agosto 2010) “John Dee, un mago en el teatro de Shakespeare”. ADETeatro nº131, pp.83-94.

CRUZ JIMÉNEZ, L., D. T. y M. J. (2002). Caracterización por ANN de muestras de yacimientos de obsidiana del Golfo de México. En Revista Ciencia, Vol. V, Nº 3. México: UANL.

DORADO, M. R. (1999). “Espejos mágicos en la cerámica maya”. Revista española de antropología americana, (29), 65-100.

HEYDEN, D. Tezcatlipoca en el mundo Nahuatl

LOVECRAFT, H.P. (2007). Narrativa completa Vol. 1. Madrid: Valdemar.

LOVECRAFT, H.P. 1 (2007). Narrativa completa Vol. 2. Madrid: Valdemar.

RIVERA, R. V. (2006). “Tezcatlipoca y K’awiill, algo más que un parecido”. En Anales del Museo de América (No. 14, pp. 45-59). Museo de América.

SAHAGÚN, FRAY BERNARDINO DE (1975) Historia general de las cosas de Nueva España. México: Editorial Porrúa.

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Carlos Rubén Espinoza Guerrero (1994)

Nació en Toluca. Becario para los talleres de la Fundación para las letras mexicanas del año 2013 y 2017, además de Interfaz 2017. Director de la editorial Manumisión. Corrector de estilo y ghostwriter. Parte de sus textos pueden encontrarse en las revistas digitales Círculo de poesía y Campos de plumas; además en las antologías En la Web y Jíbaros.

Fb: @Creg.1994

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