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EL PROTAGONISMO FEMENINO

EN EL CINE DE TABOADA

II

 

Eduardo Hennings

Primera parte

 

 

La tercera parte de esta tetralogía intensificó tanto el color y los elementos góticos, que termina por definir la estética deseada de Taboada. Más negro que la noche se hace en 1975. La prospectiva y el modo nuevos en que la sociedad empezaba a funcionar se plasmaron de nuevo en el cine del creador. Esta obra habla de un grupo de mujeres con dificultades económicas y personales, pero que se solucionan a partir de la muerte de la desconocida tía de Ofelia. La difunta tía Susana, mujer elegante que había disfrutado de la alta sociedad, deja de herencia una vieja casona con servidumbre, determinando que todo pertenecerá a su sobrina si es capaz de cuidar de su amado gato Becker.

Dentro de esta historia no solamente se repiten los ineludibles roces vejez-juventud/pasado-vanguardia, sino que se traspasa a las también muchas diferencias de los estatus sociales: el ama de llaves, habituada a la finura de su fallecida patrona con gustos parisinos y costumbres mesuradas, delante de un grupo de desconocidas muchachas de clase media baja con hábitos poco discretos, carente de prudencia y gustos modernos. Una realidad social mundial de todas las épocas que —hablando en este caso exclusivamente de México— no se tomaba como parte de una trama en el género de terror.

El motivo que en este filme horroriza es el apego, pues la tía Susana se obstina en vagar en el espacio físico de la que fue su casa, para vigilar si cuidan bien a Becker y para descargar su ira contra quien lo maltrate. Si en la primera película gótica de Taboada fue la pasión de la venganza, en esta tercera es la negación, el rechazo y la rabiosa voluntad en exceso lo que motivan la existencia y acciones de los personajes, llevando también a, sí: muerte con muerte.

Este filme tiene la misma cualidad que Hasta el viento tiene miedo: la aproximación al entendimiento del vasto e inclasificable carácter femenino y la poca presencia masculina, que aparece nomás como uno de los varios contextos de algún personaje secundario. Aquí Taboada, como en su incursión al terror, no representa a la mujer como un pecado o como la perdición de un hombre, ni siquiera la malvada culpable de nada con respecto a cuestiones de género o sexualidad, sino como un ente libre, múltiple y con mucha capacidad de resolución.

El final de «la tetralogía del terror» fue a mitad de los 80, con Taboada retornando a las sensaciones tétricas que irrevocablemente se tienen cuando el horror toma niñas. Veneno para las hadas es su obra más apreciada por la crítica y la única premiada. Este filme habla de dos niñas, estudiantes de primaria, que tienen una extraña relación. De vida y personalidades absolutamente distintas, Verónica y Flavia se tienen solamente una a la otra en algo cercano a una desigual amistad. Verónica vive con su abuela y es atendida por la empleada de la casa, que le cuenta historias de fantasía. Flavia, en cambio, tiene dos padres amorosos y una mejor educación; ella es la nueva alumna del colegio donde estudia Verónica. El caos vendrá a partir de una afición peligrosa que desarrolla Verónica por los cuentos que la empleada le lee a diario. Flavia pronto se ve sometida por su quijotesca —en versión desquiciada— amiga, quien se ve atraída por el poder mágico y la aventura que parece brindar lo que ella mal entiende como brujería.

Evitando en todo momento darle rostro a los apenas necesarios adultos que intervienen, pone (sin tregua) a los espectadores en un mundo de niñas, con la perspectiva de ellas, limitada y por una parte incluso saboteada, donde los adultos no tienen control ni una consciencia de lo que a ellas les sucede realmente. En esta última película de la tetralogía se expone un horror con más relación a lo humano, en el sentido de lo físico.

En Veneno para las hadas Taboada retoma los puntos con los que partió en su segundo filme, pero con más contenido y consistencia, con más forma y frialdad. Las niñas (o niños) son poseedoras de una capacidad nata para engañar y, por otra parte, siguiendo su más cuerdo instinto, también poseedoras de una capacidad (adquirida por la desesperación) para asesinar. Sin embargo, lo son desde la ignorancia y la fantasía, en un entorno que funciona a pesar de que ellas no tengan un mínimo conocimiento de nada.

El conjunto de sus películas encierra todas estas características por venir de una misma mente, de un mismo ideal que evolucionaba. Pero he aquí la ventaja mayor de esta tetralogía: la unidad estética, intensa y simbolista nos contiene en una sola visión siempre mejorada, nos atrapa en un único mundo a lo largo de los años y de los metrajes. La estética de Taboada no concuerda con los motivos ni las inclinaciones por las que avanzan sus argumentos cinematográficos, puesto que, si bien su tétrica concepción de belleza coincide íntegramente con lo gótico, los personajes que contienen sus historias no son ingenuos o complacientes, y en cambio van a un ritmo acorde a los nuevos tiempos.

Taboada supo anteponerse a la cultura estereotipada que el cine de oro ayudó a consolidar, consiguiendo, entretanto, tomar sin excesos los valores de la sociedad que brotaba a gritos de libertad en México y en el mundo occidental, adentrándose, experimentándola. En suma, esta tetralogía del terror es una creación realista y maliciosa, conscientemente alejada de las más ínfimas referencias nacionalistas, otorgándole, de esta forma, la belleza de la universalidad.

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Criollo, R., y Caballero, J. (2020). El estante de lo insólito. Recuperado de: https://www.jornada.com.mx/2020/08/21/opinion/a12o1esp

Hueso P., C. (2012). El cine de terror de los años 60 y su relación con los nuevos cines. Universidad Politécnica de Valencia. https://www.ucentral.edu.co/sites/default/files/inline-files/cine-terror-annos-60-relacion-nuevos-cines-cineclub-septiembre.pdf

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Eduardo Hennings es un estudiante de Letras Hispánicas en la UANL. Escribe narrativa, poesía e incursiona en la crítica de cine.

Ha sido publicado en antologías físicas en México y Argentina; también ha colaborado en revistas tanto digitales como físicas (LIJ Ibero y Revista Icónica, entre otras).

Fue editor de la Revista Latinoamericana de ciencia ficción Espejo humeante y participó en la redacción y difusión del 17° Festival Internacional de Cinematografía de Monterrey.

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