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EL SEÑOR DE LOS CEMENTERIOS

Bernardo Monroy

 

I- DIMANCHE

II- LUNDI

III- MARDI

IV- MERCREDI

V

JEUDI

 

 

La gente piensa que el Barón Samedí es una entidad tan oscura que ni siquiera la conocen, pero en realidad aparece en más películas de las que creen. El Dr. Facilier, villano principal de La princesa y el sapo, viste como él. También un enemigo de James Bond lo representa en Vive y deja Morir. Al principio de la película La serpiente y el arcoíris un actor viste como él, y el dictador haitiano Duvalier usaba su atuendo para inspirar miedo y respeto entre sus enemigos políticos. Hablando de enemigos, el Hombre Obeah, uno de los rivales de Batman, también es su representación.

Pensaba en ello mientras conducía rumbo al rastro municipal. El Barón me dijo que el lugar había sido comprado por el cártel para torturar a sus enemigos rivales. ¡Perfecto! El nivel de sangre iba a ponerse bueno, mejor que todas las sagas de Saw y Hostel juntas. Preparé mi cámara, mi libreta y mi grabadora. La puerta de cortina del rastro estaba cerrada, de modo que le pedí ayuda a mi Santo Patrono para abrirla. Sin esfuerzo la levanté e ingresé al lugar.

La primera sección del rastro era una serie de oficinas. Al fondo, había dos altares: uno a la Santa Muerte y otro a los orishas de la santería. Imágenes de Eleggua, Ifá, Changó y Oshun descansaban en unas repisas.

—¡Qué bien, es un creyente el dueño de este lugar! —dijo el Barón Samedí, consciente de que la santería, el vudú y el Palo Mayombe son religiones hermanas.

Los alaridos de dolor me guiaron al fondo del edificio, donde empezaba el rastro. Entré a un inmenso congelador. Era como cualquier otro lugar de su estilo… salvo por la pequeña diferencia que lo que colgaba de los ganchos no eran reses sino seres humanos.

Al fondo del congelador se encontraba un hombre desnudo encadenado, pendiendo de un gancho. Su cuerpo estaba repleto de cortadas tan profundas que había un charco de sangre a sus pies. Tres tipos, cuyas edades rondaban los cuarenta, sostenían cuchillos, machetes y sierras. Frente a ellos, un obeso supervisaba la tortura. En cuanto reparó mi presencia desenfundó su pistola y me apuntó, pero antes de disparar pudo ver a mi acompañante. Arrojó el arma al suelo y se arrodilló. Los tres hombres, que intuyo eran sus subordinados, no entendían qué pasaba… pero yo lo comprendía a la perfección: él podía ver al Barón, precisamente por eso era un creyente.

Para demostrar que estábamos en serio, El Barón Samedí revivió a los cadáveres colgantes. Todos ellos arremetieron con insultos y ofensas hacia los cuatro hombres.

El hombre arrodillado parecía estar en un éxtasis gozoso de esos que sólo sienten los santos y mártires. Yo me acerqué al lado del Barón Samedí y le dije que era periodista, pero que no lo delataría ante las autoridades. Por el contrario, quería que me hiciera un favor.

El hombre asintió y susurró un “lo que quieras”.

El Barón Samedí rió con esa carcajada intimidatoria, gélida, pero al mismo tiempo infantil.

Continuará…

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MonroyBernardo Monroy nació en 1982 en México D.F. y actualmente vive en León, Guanajuato. Es periodista y ha publicado el libro de cuentos “El Gato con Converse” y la novela “La Liga Latinoamericana”; así como la novela electrónica “Slasher”, disponible gratuitamente en el portal Zona Literatura. Es aficionado a los videojuegos, los cómics y los géneros de terror, fantasía y ciencia ficción, y escribe porque está frustrado, ya que nunca pudo ingresar a la Escuela de Jóvenes Dotados del Profesor Xavier. Sus textos han sido traducidos al klingon y al élfico.