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LA LITERATURA LIBRE Y SUS PRECURSORES

III

Emiliano González

Primera parte

Segunda parte

 

Los libros beats son muy personales y subjetivos.

Los vagabundos del Dharma nos ofrece un tipo de organización; sin embargo, en la novela En el camino vemos un caos. En esta última novela (que es “prototipo oficial” de lo beat) podemos apreciar un azar heraclíteo que nada tiene que ver con la voluntad artística.

Todo artista –literario u otro– está más cerca del “bhakti” o amor divino (que se encarna en una persona terrestre) que del “dharma” o virtud. Todo artista tiene la capacidad innata de seguir el bhakti-mârgao sendero de devoción amorosa. Sin embargo, el “dharma” juega un papel importante, al implicar una ley interna que regula la vida exterior, y nos hace pensar en la virtud dianoética de Aristóteles, que va más allá de las disposiciones fugaces del momento. Y en ese sentido es importante la novela sobre los vagabundos del dharma.

Para Kerouac el Dharma implica un fortalecimiento de la voluntad personal en un mundo regido por leyes impersonales, a veces injustas. Queda fuera cierto elemento post-mortem de la doctrina del Dharma y del “bodhisattva”: la unión con una Divinidad, en que el “yo” se pierde en el Nirvana o Beatitud, sin contacto alguno con la materia.

Kerouac busca y a veces logra una beatitud terrestre, más que celestial. Al transformar la religión en literatura, el iniciado se humaniza. También quedan fuera las penas y meditaciones de los ascetas del yoga, aunque la realidad bohemia de En el camino (1957) posee males similares.

La palabra “bohemia”, utilizada para designar a la gente gitana, pasa luego a ser el espacio y tiempo dolorosos de la falsa libertad de los artistas.

Aunque la trama de Los vagabundos… está ubicada en las carreteras de los E.E.U.U., y en diversos albergues, Kerouac simboliza el espacio interno. En el camino, en cambio, se ha vuelto una especie de “Biblia” dogmática, mezclada con fragmentosbeats.

Como Villiers de l’Isle Adam o Arthur Machen, Kerouac es católico. Refina el sentimiento religioso y transforma dogma en pensamiento. Se considera “loco místico católico”.

En su religión busca el movimiento, más que la inercia, y procura transformar el desequilibrio en sátira.

Kerouac escribe poemas. La rima llega a ser beat a veces, pero, en general, el verso libre reina en la poesía beat. Impulsado por el simbolista Kahn y por la vanguardia, el verso libre es la forma favorita de autores y autoras beats.

La improvisación del jazz le sugiere a Kerouac una poesía de libertad.

El poeta hawaiano Don Blanding es precursor de la literatura beat en Casa del vagabundo, libro de 1928. Estética budista y sintetismo pueden notarse en el libro de Blanding, erótico y decadente. Como Edith Sitwell, Blanding parte de la decadencia para lograr sus propias formas reveladoras, en versos y dibujos.

La segunda mitad de la novela Lolita (1955), de Vladimir Nabokov, anticipa el aspecto trágico, pesadillesco, de la literatura beat. En esta segunda mitad, aparece una comparación del campo norteamericano con el tablero de ajedrez de A través del espejo de Lewis Carroll. En Maggie Cassidy (1959), novela de Kerouac, aparece un dibujo de un tablero de ajedrez. En Maggie puede verse la iniciación sexual del narrador imaginario, basado en el narrador real. Se contrasta la camaradería viril de la adolescencia con el amor por la joven. La novela, aunque tiene cierta tristeza, no llega a ser tan trágica como Lolita o Los subterráneos del mismo Kerouac.

La atmósfera beat es bien descrita al principio de la novela Los subterráneos y en el segundo capítulo de Los vagabundos del Dharma.

La palabra “underground”, aplicada al arte o a la literatura, proviene de Los subterráneos (1958), pero también es un recuerdo de Las aventuras subterráneas de Alicia, el libro de Carroll, y de otros viajes por el subsuelo.

La originalidad es forma y la identidad es fondo en la narrativa de Kerouac.

Maggie Cassidy demuestra que hay necesidad de repetir juegos adolescentes en una novela, en que se juega por jugar, no por ganar, como ocurre siempre dentro del arte.

Sin embargo, el slang de ciertos episodios vuelve obvia la necesidad de un glosario. El ocultismo no es recomendable. Debido a éste, llega a esconderse incluso el humor. Lo hermético no es un valor de la literatura barroca. Lo generoso no debe ser incomprensible. El slang, local, regional, necesita un glosario para llegar a lo universal. El slang desmesurado es un exceso de la literatura beat.

Sin embargo, vuelven la intuición y el visionarismo religioso a la literatura, para contrarrestar el racionalismo extremo de la sociedad establecida. La visión de Alene L., en que todo es electricidad misteriosa, es mencionada en un ensayo por Kerouac: la sociedad, cruel e impersonal, de “jets” y superbombas y estructuras Big Brother, supercolosales, burocráticas, totalitarias y (añade con ironía) “benevolentes”. Al mencionar las estructuras Big Brother, el autor recuerda 1984, la novela de Orwell. Kerouac añade que los existencialistas representan asimismo una profunda religiosidad, al desear estar fuera de este mundo (que no es un reino) por medio de alguna droga, que los lleva al éxtasis y a la salvación. De la generación perdida surge la generación beat. En 1948, Kerouac acuña el término “generación beat, en una conversación con John Clellon Holmes.

La palabra beat proviene del ambiente del jazz y significa originalmente “golpeado” (deprimido también) pero con mucha convicción.

Con el tiempo beat es una abreviatura de “beatitud” o felicidad. La palabra “beatitud” es religiosa y se vuelve poética. Como resultado de los golpes recibidos en la vida, se busca un éxtasis, una poesía, un arte. La expansión de la conciencia nos lleva lejos del mundo prosaico, del tiempo lineal, del espacio constreñido.

La escritura automática (de origen ocultista y luego continuada por el surrealismo) hace concebir la idea de una “escritura espontánea”, por medio de la cual se transforma la confesión religiosa en literatura autobiográfica y luego se alcanza la imaginación.

Kerouac afirma que los beats no son delincuentes juveniles ni anti-sociales sino “Bartlebys”.

Bartleby, el personaje de Herman Melville, pasa la vida siendo empleado subalterno en la Oficina de Cartas Muertas de Washington, clasificando cartas para entregarlas a las llamas, y va desarrollando poco a poco una indiferencia ante todas las cosas, al creer que son inútiles. Los beats son como Bartleby, pero menos pasivos, y tratan de salir de tal situación penosa.

Allen Ginsberg, durante la época psiquedélica, trata de salir del homosexualismo con el LSD y logra un éxito completo pero efímero, pues con el tiempo se afilia de nuevo al universo gay. El movimiento beat es para él terapéutico, y así lo muestra en su poema Aullido (1956) y en otros momentos de su obra, en que se aleja de la locura profana.

Esto quiere decir que la beatitud introduce espiritualidad en las personalidades que son demasiado instintivas. El título Sándwiches de realidad (para un libro de 1959) proviene del ensayo “Jazzbandismo” de Gómez de la Serna.

La novela El libro de Caín, de Alexander Trocchi, publicada en 1960, nos muestra el diario de un moderno Caín, con su Adán (el padre desolado, sin empleo, pobre) y su Eva (la madre, repulsiva y atractiva a la vez). Resultado de una infancia caótica en que la mente es santa y el cuerpo repulsivo, el autor se consagra a las drogas peligrosas y al bisexualismo. Mientras el Caín instintivo pide su droga, el Abel reflexivo protesta por el tipo de vida que lleva Caín. Al final del libro el autor afirma que no ha hecho literatura ni arte, suponiendo que su libro es el fenómeno surrealista mismo, sin finalidad estética ni moral. Y algo tiene de eso, cuando habla Caín. Pero Abel –que no está tan muerto– habla también, y se aleja de las drogas peligrosas –heroína sobre todo– y del bisexualismo. En el libro se mezcla el hashish (llamado “marijuana”, debido al aspecto homosexual de los bisexuales) con la heroína. En la novela Viajero solitario, Kerouac menciona –sin comentarios– una mezcla de hashish (llamado también “marijuana”) y opio. Estas mezclas, con el tiempo, dan mala fama al hashish.

Es evidente que la neurosis sexual y las drogas peligrosas aparecen para arruinar el movimiento literario llamado “beat”, así como durante la última década del siglo XIX, la neurosis sexual y el opio aparecen para arruinar el movimiento decadente y simbolista.

Continuará…

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Emiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).

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