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LO IRRACIONAL

I

 

Emiliano González

 

El filósofo Edmund Stillman, en su ensayo sobre Herbert Marcuse (publicado en la revista norteamericana Horizonte en verano de 1969), dice que “el psicoanálisis, que en los días de Freud era una doctrina revolucionaria, se ha vuelto una doctrina reaccionaria. Obliga a los individuos a someterse a una sociedad absurda en vez de tratar de trascenderla y de liberarse, no sólo de las normas enfermas y restringidas de esa sociedad, sino también del concepto mismo de lo que forma la madurez y la sensatez en el mundo moderno”. Según Stillman, Marcuse se aleja de Nietzsche y se acerca a Marx. Freud admite que El libro del placer (1913) de Osman Spare revela el inconsciente y Spare ha sido admirado por Crowley.

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Este último autor, en su libro Magia (1929), ha criticado al analista dependiente, que no cree que todos los humanos son estrellas, y en consecuencia Crowley ha aspirado al analista con fuentes de ingresos que no son los pacientes.

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El análisis no debe ser burgués. El punto de vista de Crowley sobre la burguesía puede verse en Magia sin lágrimas (1954), en una carta que dice: “…tal vez, con una pequeña ayuda del hashish, uno pueda imaginar un Príncipe Mercader, o un banquero inteligente o incluso, en un momento débil, humano….”

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Los proverbios infernales que Blake atribuye al diablo son como las frases de El libro de la ley (1904), dictadas a Crowley por el Jefe Secreto Aiwass: son proverbios impíos que anticipan ciertos fragmentos de Nietzsche. Crowley dice que Spare tiene influencia de El libro de la ley y de El libro de las mentiras (1913). En este último libro, Crowley finge villanías y nos da frases irónicas y poemas raros.

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Gracias al taoísmo, Spare descubre el valor de la paz y del amor, el dominio de las pasiones, el rechazo de excesos y defectos, y gracias al amor propio supera el narcisismo, como Leonardo, es igual que el pintor italiano, encuentra en la armonía del ojo y de la mano el secreto del arte.

Más cercano al fauno del inconsciente y de la voluntad de vivir de Hartmann que al fauno heraclíteo, agresivo, de la voluntad de poder de Nietzsche, Spare realiza su obra gráfica y filosófica.

"Autorretrato", por Austin Osman Spare.

«Autorretrato», por Austin Osman Spare.

En vez de la doctrina del eterno retorno está la doctrina del eterno amor propio, que aleja a Spare del narcisismo. Precursora de él es Sor Juana en El Divino Narciso (1690).

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En el mundo de Spare no hay Super-hombre sino Super-Sensualista, y el filósofo y artista puede dominar las entidades sobrehumanas, los “horlas” que dominaron a Maupassant.

Nietzsche va del moralismo al inmoralismo, siendo uno de los orígenes de Ambrose, el personaje de “El pueblo blanco” de Arthur Machen. Y es que Nietzsche se basa en el moralista Gracián y en el inmoralista Maquiavelo para elaborar su propia personalidad doble. Observa Alfonso Reyes en “El reverso de un libro” (1939) que Maquiavelo (autor florentino situado entre el siglo XV y el XVI) en El príncipe se preocupa “por enseñar las reglas de tiranizar, pervierte el sentido verdadero de la política, trocándolo por algo que sería ‘la despótica’, y alejándolo de aquel noble concepto griego conforme al cual era la política, con la retórica, la más alta de las vocaciones humanas”. Reyes cita una frase pre-nietzscheana de Gracián: “Nunca por la compasión del infeliz se ha de incurrir en la desgracia del afortunado”.

Alfonso Reyes

Alfonso Reyes

Observa Alfonso Reyes que “el Héroe de Gracián proviene del Príncipe de Maquiavelo, obras ambas en que la razón no retrocede ante el objeto escogido por la voluntad”. Sólo que el Príncipe no es sobrenatural: “funda el mundo sobre su entendimiento, y para él todo azar es un enemigo que vencer. El Héroe, en cambio, tiene algo de milagroso, y todo azar es para él una manifestación de la Providencia, que siempre se apresura a auxiliarlo”. Este carácter milagroso atrae a Schopenhauer. El hombre afortunado de Gracián, favorecido por lo sobrenatural, se vuelve el “superhombre” de Nietzsche, ser parecido al Horla de Maupasant. El español Ferrater Mora en su Diccionario de filosofía (1944) dice que Maquiavelo desarrolló “una doctrina llamada realista, basada en el hecho de que la vida de los Estados depende de las relaciones de fuerzas, siendo preciso, por consiguiente, vigorizar al Estado frente a los demás poderes, incluso el de la Iglesia, y adoptar todos los medios conducentes a su triunfo. Por ello es necesaria la formación de un príncipe hábil, conductor de multitudes, que llegue al fin propuesto pasando por encima de todo obstáculo y adoptando todas las actividades convenientes, desde la humillación y el servilismo hasta la violencia”. Maquiavelo es anti-cristiano y tiene mentalidad de inquisidor pues “combate al cristianismo, al que considera una fuerza debilitadora, pero al que pretende utilizar cuando ello pueda resultar conveniente para la realización de los fines esenciales del Estado”. El fin justifica los medios.

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Ferrater Mora explica que la virtud, despojada de moral y entendida como fuerza o voluntad de poder, es “el concepto fundamental de la filosofía de Maquiavelo”. A diferencia de éste, Gracián se propone demostrar que las leyes del éxito no se oponen a la moral. Para Maquiavelo, la moral es para el hombre privado, lejano de la política y de la historia. Al proponer una política inmoralista, Maquiavelo se adelanta a Nietzsche y a Gide. Observa Reyes que para Maquiavelo la fortuna es un adversario contra el cual el Príncipe tiene que luchar; en cambio el Héroe de Gracián es el hombre de éxito, el hombre afortunado. Reyes en “El héroe y la historia” (1943) afirma que en El príncipe, Maquiavelo “se amaña contra un hado funesto y busca, más allá del bien y del mal, el solo éxito personal e inmediato, sin poder fundar el éxito político de verdadera validez histórica, que es el bien social perdurable y el Héroe de Gracián –con ser el más equívoco de los príncipes cristianos de la tradición española– es un agente de la Providencia que procura con sus virtudes conciliar la estrella propicia”. Schopenhauer, que se ve atraído por el carácter milagroso del Héroe, convierte el pesimismo cristiano de Gracián, presente en varios momentos de su obra, en pesimismo búdico, depresivo y siniestro, y en anti-sensualismo, elemento heredado por Nietzsche y por Vasconcelos en su Estética (1936). En su noción de la humanidad formada de imbéciles dominados por un grupo de privilegiados, Gracián proviene de Aristóteles y anticipa a Nietzsche. La Política aristotélica y la República en que se basa son libros sobre la forma de gobierno más primitiva: la aristocracia. Los dos libros concretizan el ideal político de Heráclito, adorador del fuego y de la guerra, como Zaratustra. El tono científico en que están escritos vuelve peligrosos a estos libros, precursores de El príncipe. Necesitan buenos prólogos, con advertencias. Oscar Wilde en su época inmoralista repite la Política de Aristóteles al suponer que la esclavitud es necesaria para el ocio que permite vidas consagradas a la verdad y a la belleza. El fin justifica los medios. Aristóteles dice que algunas razas son nacidas para servir, no siendo razonadoras como las otras, nacidas para mandar. Es natural según él hacer guerra a las naciones débiles y reducirlas a la esclavitud. Pero lo cierto es que las brutalidades que acompañan a los gobiernos aristocráticos son vestigios de épocas bárbaras y primitivas en que la piedad era vista como debilidad: el guerrero lobo tiene que ser cruel en la batalla para lograr el triunfo de Esparta. El fin justifica los medios. El esteta John Addington Symonds en su libro sobre el Renacimiento observa que “siendo la mayoría de los hombres malos por naturaleza, el Príncipe, para poder defenderse, debe aprender también a ser malo, y saber usar su ciencia cuando y donde lo juzgue apropiado, pero procurando siempre y en todas las circunstancias pasar por bueno”. Según Maquiavelo, “es más seguro el temor que el amor”, ya que no puede confiarse en los hombres, que son desagradecidos, volubles e hipócritas.

John Addington Symonds

John Addington Symonds

Traición, disimulo y crueldad son vicios que se vuelven cualidades necesarias del Príncipe. Maquiavelo sueña con una Italia que restaure el poder militar y la supremacía de la antigua Roma. Tal es el retrato que Symonds nos presenta, mostrando una ideología cercana a la de Wilde en su época decadente. Sin embargo, con el tiempo, Symonds se inclina hacia el inmoralismo, figurando en el libro Inversión sexual (1897) de Havelock Ellis (autor influido por Nietzsche) y dando origen al personaje Von Aschenbach de Muerte en Venecia (1911) de Thomas Mann. Maquiavelo y Nietzsche provocan dobles personalidades al ser descendientes mentales de Platón y Aristóteles, dobles personalidades basadas en la múltiple personalidad de Heráclito.

El moralismo puritano y el inmoralismo cruel que se opone al bien y propone una nueva tabla de valores se ven acompañados de un amoralismo ubicado más allá del bien y del mal, de una indiferencia ante los valores, de una actitud insensible ante el amor y el odio.

Los villanos de las literaturas romántica y decadente se vuelven los héroes de los inmoralistas y de los nazis. Es notorio que al ser deformadas las obras artísticas durante la segunda guerra mundial, sus argumentos se llevan a la realidad y los villanos se vuelven héroes.

Al ser uno de los representantes de la época del Renacimiento, Maquiavelo puede engañar, puede ser tomado por un amigo de los transformadores de la humanidad, asimismo debido a la finura de su lenguaje, propia de la retórica en general (aunque no es isocrática como debiera ser). Sin embargo, Maquiavelo tiene rasgos muy negativos que es necesario observar y reprobar. La forma impecable de sus escritos no se ve acompañada por el fondo significativo. En este caso, la forma (que no es isocrática pero finge serlo) es una máscara para ocultar un fondo negativo, corrupto. Y en la verdadera cultura la forma debe ser tan positiva como el fondo. En la verdadera cultura, el fin no justifica los medios.

La apariencia isocrática de la retórica de Maquiavelo, que finge contacto con la dialéctica, atrapa a los distraídos y los confunde con su luz falsa, por más inteligentes que sean.

En Maquiavelo los medios para llegar al fin son buenos –y eso atrae a los humanistas– pero el fin no es bueno. El mismo Maquiavelo lo oculta cuando afirma que el fin justifica los medios en el plano político.

En los medios y el fin está la clave para resolver su problema.

Nicolás Maquiavelo

Nicolás Maquiavelo

Continuará…

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Imagen de cabecera: «El diablo», carta de Tarot de Austin Osman Spare.

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EGPenEmiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).

¡Llévatelo!

Sólo no lucres con él y no olvides citar al autor y a la revista.

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