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LOS PAPIROS DE LA PRINCESA IRULAN

Pablo Soler Frost

 

 

 

Pese a ser una escritora, una heredera imperial y la consorte del mesías, es relativamente poco lo que se sabe de la princesa Irulan. Y todo, a excepción de estos fragmentos, se halla en el corpus dunesino de Frank Herbert. Es evidente, incluso hoy, que, sin Herbert, nada sabríamos de la princesa.

 

Hay, además, algunos exégetas de Herbert: Jodorowski, Giger, Lynch, en cuya obra reaparece la desdichada consorte del inmenso Muad’Dib. Consorte, pero nunca compañera, mujer entregada a las letras por no haber sido entregada a las armas.

 

Casi siempre está de más insistir; no en este caso: todos los otros fragmentos sobrevivientes se hallan en Herbert: el Reporte de Irulan, las Palabras de Muad’Dib e incluso el Dunebuk, por citar tan sólo aquellos de los que con certeza se sabe que pertenecen a la pluma de la princesa.

 

En los confines de la nube alguien halló esto (su autenticidad es objeto de acalorados debates). Son fragmentos cuyos enlaces se hallan al parecer perdidos. Alguien los llamó papiros. No poseo ningún derecho. Yo sólo lo comparto.

 

PAPIRO A

 

La ciencia es la notación de la música sagrada.

 

La tecnología es el compás de los djinnes.

 

La Jihad butleriana se quedó corta. La Jihad de mi marido también. Porque la verdadera Jihad es interior.

 

No sé si quieras saberlo todo, o si yo pudiera contártelo, o si, pudiendo tú saberlo, quisiera yo decírtelo. Porque hay cosas que sabes que sabes y cosas que no sabes que sabes: y hay cosas que sabes que no sabes, pero también cosas que no sabes que no sabes. Aún más, por supuesto. Cosas que no sabes, que no sabes que no sabes. Cosas que no puedes saber.

 

Hay sufrimientos que no se saben a sí mismos.

 

Pensemos en la realidad.

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PAPIRO B

Lo hice todo mal; sigo esperando mi recompensa.

 

Cada noche repito en el cuarto vacío: “¡Cógeme!”

 

Desangelados espíritus dotados de magníficos cuerpos, ¿a dónde? … ¿A…?

 

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PAPIRO C

 

No le tengo miedo a eso que es mi sobrino. No le tengo miedo a esa cosa que es mi sobrino. Repetirlo mil veces.

Los misterios del gusano: en realidad a nadie le importa cómo piensa, ni cómo siente, sino cómo coge.

No soy la primera en decir “pobre Leto”.

¿No somos todos el gusano? No. Sí y no. ¿No quisiéramos todos crecer y dominar y ser tan distintos de que nuestra seguridad dependiese el universo? En él se cumple la antigua literatura del gusano. Aunque nunca más el gusano perdonará al arado que lo corta… Un hombre llamado Yeshoua dijo de sí que era un gusano por boca del profeta. Leto es el gusano universal, …lo guarda un hombre al que deberían haber devorado los gusanos… El gusano reza… comiendo… En una de sus torres, Leto II, mi sobrino, el dios-gusano-emperador, me permite, graciosamente, vivir encerrada entre mis partituras.

Cuando salí del tanque axólotl, Duncan Idaho me dijo, respirando con dificultad zombi, que lo único que tenía que hacer era enamorarme despiadadamente, si es posible decirlo así, del Dios-Emperador de Dunas y soportar la gélida claridad de sus penumbras y el fulgor inasible de su clarividencia.

Como pequeños demonuelos inútiles, como príncipes y potestades, como maestros del zensunni, intentamos averiguar si es o no es dios.

La anomalía se encuentra en un duro palacio subterráneo, situada encima de un tesoro, como haría un dragón de leyenda.

The Worm is The Worm that…

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solerfrostPablo Soler Frost

Hay en Tlalpan una casa alpina en cuyos altos vive Pablo Soler Frost (Cd. de México, 1965), quien ha publicado recientemente los cuentos «Santiago Tlatelolco» y «Vampiros aztecas» en Taller Ditoria y el libro Adivina o te devoro. El enigma de los símbolos en el FCE. Además de ello estudia danés, juega juegos, cumple hoy un año sin beber, escribe una novela que se le está complicando y lee a Ursula K. Le Guin mientras aguarda a que se abran los portales. Asistió al estreno de Star Wars en 1977.