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SIN ETIQUETAS, POR FAVOR

 

Vanessa Puga

 

Hace muchos años, hubo una niña que empezó a quedarse sorda. Por esa razón, fue necesario que la operaran de los oídos, y luego que tomara terapia del lenguaje. A esa misma niña le enseñaron a leer y escribir primero en inglés (las escuelas bilingües que aman la idea de un Prefirst antes de los 6 años reglamentarios de Primaria) y por lo mismo, cuando en 1° de Primaria quisieron enseñarle a leer y escribir en español, iba muy lento. Tanto que en cierto punto la maestra aseguró que esa niña, lenta y torpe para leer, escribir y hablar, no lograría demasiado en cuanto a lenguaje se refería.

Si los padres de esa niña hubiesen hecho caso de la recomendación, de la etiqueta de “aprendizaje lento” e “imposibilitada para leer y escribir en un nivel alto”, probablemente ustedes, queridos lectores, no estarían en este espacio. Verán: esa niña fui yo. Y mis padres decidieron no hacer caso de la etiqueta. No sólo me ayudaron a poder leer en español, sino que pusieron a mi alcance cuanto libro se pudo. Así, nadie frunció el ceño cuando a mis 8 años decidí leer Robinson Crusoe o cuando a mis 28 años decidí meterme de lleno en la lectura y el estudio de los libros álbum. Nadie me dijo “Es una lectura para adolescentes” con la primera novela que leí, ni mucho menos “¡Eso es para niños y no para adultos!” con mi primer libro álbum. Al menos, no en mi casa.

Robinson_Crusoe

Porque fuera de casa sí me han hecho caras y muchas anotaciones al respecto de mi afán de no hacer caso de las etiquetas. He notado que los libros infantiles, los que catalogan como LIJ (Literatura Infantil y Juvenil) no es la preferida de los doctos de las letras. Quizá porque hay quienes siguen pensando que letras para niños equivale a moralina (¡guácala!, pero de ese error ya habló mi querida Raquel Castro por acá) o porque hay quienes piensan que es la literatura más fácil de escribir. Igual hay quienes creen que no es una literatura redituable (no importa que la venta de LIJ represente el 40% de las ventas de libros a nivel mundial). También no falta el que cree que la LIJ es sencilla y no puede ni debe tocar temas complicados —marquen un asterisco mental acá, que ya profundizaré al respecto en todo esto.

Y es que si nos guiamos siempre por las etiquetas, por lo que nos dicen los otros sin experimentarlo uno mismo, nos perderemos de un mundo de posibilidades. Por eso agradezco el que me hayan concedido este espacio para platicarles de por qué mi obsesión con la LIJ, donde he hallado algunas de las mejores (y también de las peores) historias de fantasía.

Espero que ustedes confíen en entrar aquí, sin etiquetas, por favor, para conocer lo poco que les puedo presentar del abanico de opciones que hay allá afuera.

Para muestra, que quede un punto claro: no toda la LIJ es sencilla. Por el contrario, creo que es un ejercicio complejo el escribir para niños y jóvenes. Sobre todo cuando vamos a hablarles de cosas complicadas pero necesarias. Si bien la idea de la niñez como la conocemos —el que son pequeños seres indefensos que debemos proteger de las perversiones del mundo y que van desarrollándose poco a poco hasta llegar a ser adultos— es una cosa reciente (finales del siglo XVIII, principios del XIX), hay que hacerse a la idea de que existen autores que no dudan en afrontar cosas “complicadas” o “poco infantiles” a través de sus letras y sus dibujos (cuando de libros álbum hablamos). Y es que ¿qué mejor vehículo para hablar de algo que la fantasía? Anthony Browne dijo alguna vez que existen dos tipos de escritores: el que escribe y el que piensa en imágenes… y hoy quiero hablarles de imágenes completas, de un viaje de portada a contraportada.

Imaginen abrir un libro que narra, en primera persona, cómo una pequeña sale de la escuela y va de regreso a su casa. En el trayecto se topa con la estatua de un león y le pide compañía. Ahí van la niña y su león, van por el hermano menor de nuestra protagonista y llegan a casa. La niña está contenta de ir acompañada, se siente protegida.

camino (1)

El libro es bonito, las ilustraciones, como buen libro álbum, son un complemento sin el cual la historia se pierde. Podría ser la bella anécdota de una niña que se aburre al ir a casa, pero aprovecha su imaginación para hacer el trayecto más entretenido.

Sin embargo, al platicar con su autor, me enteré —cosa tremenda— que el libro era para hablar de temas complicados con los chicos de Sudamérica. Les estoy platicando de Camino a casa de Jairo Buitrago, autor colombiano que aprendió a escribir con imágenes. Les estoy platicando, por lo tanto, de un texto para hablar con niños acerca de un ser amado que desaparece y cómo lidiar con ello. Porque no estoy hablando de muerte y el duelo que conlleva, estoy hablando de alguien que el gobierno se llevó y la incertidumbre acerca de si sigue vivo o no.

Cuando uno agarra un libro álbum pensando que va a enfrentarse a una historia rosa para niños y topa con estas cosas, puede incluso pensar que es algo un tanto enfermo. Pero si llegan con mente abierta a los libros de LIJ, todo un mundo de asombrosas posibilidades, complejas y deslumbrantes se abrirá frente a ustedes.

Buitrago comentó cuando tuve el placer de escucharlo charlar, que los libros para niños deben mantener siempre cierto tono de humor, aunque sean de temas complicados. Manteniendo eso en mente, él busca una continuidad en todos sus libros, trabajando las guardas desde el inicio para que ellas funcionen de prólogo y epílogo a sus historias. ¿Se imaginan lo complejo de crear un libro en el que las propias guardas sean antesala a la historia? Buitrago es de los autores que están convencidos de que al escribir libros álbum hay que renunciar a decirlo todo (y al propio ego, de paso), por eso en sus libros verán frases cortas y hechas a conciencia. Es un ejercicio cercano a la poesía, que aporta múltiples lecturas e incluso la propia imagen puede ser poética.

camino2

Abrir Camino a casa es caer en una historia directa, urbana y con cierta especie de movimiento cinematográfico —no es coincidencia, puesto que Buitrago encuentra similitudes en la narración iconográfica de un libro álbum y la narración cinematográfica: hace muchos bocetos de cómo se verá la historia y trabaja en un storyboard antes de trazar el libro en sí.

Con un poco de suerte y paciencia, espero que me acompañen en este viaje para conocer más sobre esas posibilidades, siempre sin muros mentales. Bienvenidos a este lugar, pasen y siéntanse en casa. Eso sí: sin etiquetas, por favor.

 

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VPVanessa Puga

También responde al nombre de Nerea o al apelativo de bruja. Dicen que nació en la Ciudad de México, pero ella sospecha que la inventaron las novelas de fantasía y aventura y la aventaron en un mundo que no le corresponde. Tiene un serio crush con lo creepy. Ávida lectora y escritora —de preferencia a mano, con letra cursiva y tintas de colores—, es imán de geeks aunque no entienda todos los fandoms. Hornea panqués cuando está excesivamente estresada.

Twitter: @Nereavpv